Capítulo 45

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La ambulancia llegó minutos después. Simon no podía dejar de llorar. Sus manos ya estaban empapadas de la sangre que salía del brazo de Angelo. Con la otra mano intentó buscar el pulso de Angelo pero con el nerviosismo a todo lo que da no pudo sentir nada.
Los paramédicos corrieron hasta ellos.
—Démelo señor—dijo un hombre estirando los brazos. Simon levantó la mirada y pudo ver cómo el hombre fruncía el ceño por la pena de ver a un pequeño en ese estado.
Simon cargó a Angelo y se lo dio al paramédico. Se puso de pie rápidamente y lo siguió a la ambulancia.
El paramédico le daba la espalda pero Simon podía ver la pequeña y blanca mano de peanut colgando. Simon se sentía como si no tuviera vida, que todo estaba pasando muy lejos de él, como un sueño, una pesadilla.
Vio a Alex tirado en el suelo con una mancha de sangre justo en la boca del estomago. Los policías lo estaban revisando.

•Narra Alex•

Los colores del mundo han desaparecido, como una película antigua. Recuerdo que amaba esas películas, sobre todo las que no tienen sonidos. El dolor penetrante en mi estómago me hace cerrar los ojos y quejarme pero no escucho nada. Mis manos siguen temblando sin ningún control, mi cabeza me está matando, siento que voy a vomitar. ¡Que alguien me ayude por el amor de dios!
¿Dónde está Angelo? El dolor no me deja ni respirar, no estoy respirando. Esta agonía es excesiva.
Abrí los ojos y vi a los policías sobre mi, luego a un hombre con Angelo en sus brazos.
¿Qué le pasó a mi bebé?
La desesperación, el dolor, la falta de aire me consumen poco a poco. No quiero morir, pero esto que estoy sintiendo me hace querer matarme ahora mismo.
No tengo control de mi cuerpo. ¡Santo dios que me pasa! Puedo ver una gran mancha de sangre en el piso, ¿es mía esa sangre?
—Alex...—dijo una voz que me sacó un buen susto. Levanté la vista y vi a dos mujeres. Mi madre y Adele. Me ven con pesar.
—Ayúdenme—dije con un hilo de voz.
—Mira lo que te has hecho—dijo mi madre llorando.
—Lo siento mamá, lo siento, ayudame por favor.
—¿Por qué lo hiciste Alex? ¿Por qué? Todo por esa estupida droga que te destruyo poco a poco hasta quedar en este estado.
—¡Ayúdame mamá por favor!—grité desesperado.
—Yo te amaba—dijo Adele con tristeza—. Y te convertiste en un monstruo.
—Yo... Lo siento—dije empezando a llorar del dolor que sentía—. Lo siento lo siento lo siento pero ayúdenme.
—No puedo. No hay forma. Tú no me ayudaste cuando estaba sufriendo Alex, y vaya que me hiciste sufrir. ¿Entiendes lo que se siente?—Adele soltó una lágrima y volteó a ver algo—. Mira lo que le has hecho a nuestro hijo...
—Yo no le hice nada. No quería hacerlo, solo quería estar con él, tener mi vida de vuelta.
—Pero eso tú mismo lo impediste.
—Adele por favor perdóname—cerré los ojos por el dolor en todo mi cuerpo.
Al abrirlos las dos habían desaparecido y Simon venía hacia mi.
—¡Qué más! ¿Qué? ¡Que más maldito bastardo! Primero Adele y ahora tú propio hijo. No tienes vergüenza—esta furiosos, veo el temblor en sus piernas y las lágrimas en su rostro.
—Lo...—mi voz es extraña, sin energías. Me detuve por el inmenso dolor que estoy sintiendo. ¡Que alguien pare mi sufrimiento por el amor de dios!—. Siento...
—Maldito infeliz—vi como un policía lo alejaba de mi. Dos paramédicos se acercaron a mi. No sé qué tantas cosas decían.
—Se está desangrando....
Vaya forma de terminar. Mi vida fue una montaña rusa entre la felicidad y la desgracia y yo mismo lo quise así. Espero que encuentren a Ryan y le den lo que merece, yo ya lo estoy recibiendo, y en verdad es horrible. Este dolor es insoportable. Tan bien que iba mi vida... Soy un verdadero idiota. Como me gustaría ver a Adele una vez más, sonriéndome al despertar, con su vientre crecido y esas hermosas esperanzas de una vida maravillosa. Todo lo que destruí.
—Lo lamento...—dije antes de ver cómo todo se iluminaba de una manera extraña. Ni siquiera pude cerrar los ojos. De repente esa luz se apagó y todo se hizo oscuro. El dolor desapareció.

•Narra Simon•

—No merece tener atención médica ese bastardo—dije histérico—. Atiendan a mi pequeño...
El policía me tiene tomado del brazo para impedir que me acerque a Alex y golpearlo hasta que muera.
—No tiene signos vitales—dijo uno de los paramédicos y me detuve en seco.
—Lo perdemos...
Mi mente es un completo desastre en este momento. No sé qué rayos está pasando. Cerré los ojos para aclarar mi vista por las lágrimas. Estoy mareado. Al abrirlos de nuevo veo como un paramédico se pone de pie.
—Esta...muerto—dijo serio.
Me quedé sin palabras, atónito. El policía está pálido. Es el que disparó contra Alex. Retrocedió unos cuantos pasos y vio a Alex en el suelo. Yo también lo vi.
Es una imagen que quiero borrar de mi memoria para siempre. Los ojos abiertos al igual que su boca. ¡Dios mío!
Me volteé rápidamente y corrí hasta la ambulancia. Una paramédica esta poniéndole una venda a Angelo en el brazo que inmediatamente se llena de rojo.
—Tenemos que llevarlo al hospital, está muy débil—le dijo a su compañero.
—Si, no podemos dejar que siga sangrando.
—Vamos...
Subí a la ambulancia y me senté al lado de Angelo. Mi temor solo va en aumento. Su hermoso y pequeño rostro está lleno de lágrimas. Odio verlo así.
—Por favor haga algo—le dije a la mujer empezando a llorar otra vez.
—Eso haremos. Haremos todo lo posible. No vamos a dejar que le pase nada señor—dijo viéndome con pesar y compresión.
Los paramédicos y los policías desaparecieron de mi campo de visión en cuanto cerraron la puerta de la ambulancia. Sentí como se movía la camioneta y tome la mano de Angelo. Tan pequeña que puedo envolverla en mi puño. Está frío, su piel está más pálida de lo normal. No quiero imaginarme cómo se... ¡Oh por dios!... Adele...

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