Capítulo 27

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El restaurante vaya que es pequeño pero extremadamente elegante y acogedor.
Pusimos a Angelo en una silla para bebé y esperamos nuestra cena.
—Que guapo te ves con ese traje. Hice una buena elección—dijo levantando las cejas y sonriendo.
—Jajajaja gracias gracias. Tú te ves preciosa con ese vestido.
—Mi madre me lo regaló hace ya...un tiempo—dijo bajando la mirada a su copa.
—Oye, si no quieres contármelo no hay ningún problema, pero... ¿Qué le pasó a tu padre? Sé que tenía Cancer y eso pero...
—Mi padre—dijo con una sonrisa triste—. El gran señor Evans fue vencido por el tabaco. Cancer en los pulmones. Su carisma se apagó por la depresión. Mi madre estuvo a punto de seguirle el paso en la depresión pero logró pasar el gran obstáculo. Eran momentos difíciles para la familia, y—sonrió con ironía—. ¿Sabes? Creí que empezaban a mejorar las cosas cuando mi padre tuvo una recuperación pasajera y yo... Conocí a Alex—Bajó la mirada y empezó a jugar con su tenedor—. Me enamoré de él porque era como mi salvavidas. De él me sostenía para no entrar en depresión.
Últimamente me he puesto a pensar si siempre fue tan malo como se volvió y yo no me daba cuenta porque estaba cegada buscando algo o alguien que me salvara del dolor de estar perdiendo a mi padre.
Un silencio incómodo reinó nuestra mesa. Angelo empezó a jugar con sus cubiertos y los sonidos que hacía con su boca regresó a Adele a la realidad.
—Me arrepiento de haberlo conocido, de haberme casado, de haber sido tan débil todo ese tiempo, pero al verlo—dijo volteando a ver a Angelo que está muy entretenido con su juego—. Pienso que si me dieran a escoger en volver al pasado y no casarme con Alex, o casarme... Lo haría. No sé qué sería de mí sin él—dijo acariciando el cabello de peanut. Él la volteó a ver y sonrió mostrando sus dientes separados—. No cambiaría nada para poder llegar a este momento.
Tome su mano y la besé.
—Te amo. Y puede que lo haya dicho miles de veces pero es cierto.
Me vio conmovida. Iba a besarla pero nuestra comida llegó. Adele se rió por la interrupción.
—Bueno... Provecho—dije levantando mi copa.
—Feliz no cumpleaños—dijo ella levantando su copa.
—Feliz cumpleaños—dijo Angelo levantando su vaso de agua con ambas manos.

Cenamos entre risas y anécdotas, recuerdos de nuestra adolescencia y nuestros momentos graciosos. No puedo pensar en una mejor manera de celebrar mi cumpleaños.
Volvimos a pie a la gran casa. Angelo llegó dormido. Adele le puso su pijama y lo acostó.
—Creo que lo duchare mañana. No quiero despertarlo, ni creo que despierte. Ya ves cómo es jajajaja.
—Claro jaja ese pequeño dormilón.
—¿Quieres chocolate caliente? Iba a darle a Angelo pero el paseo lo agotó.
—Si quiero jaja. Él se lo perdió.
Bajamos a la cocina. Preparamos chocolate caliente y subimos de nuevo a la habitación.
El frío comenzó a hacerse presente. Abracé a Adele para que no le diera frío.
—Este es el mejor cumpleaños Adele, en serio me la pase de maravilla.
—Eso me alegra mucho Simon. También fue una especie de despedida...
—Odio esa palabra.
—Yo igual—dijo antes de darle un trago a su chocolate caliente.
—Te echaré de menos.
—Por lo menos ahora sí podrás llamarme más seguido.
—Si esta vez estaremos en un hotel. Haré todo lo posible para llamarte.
—Te amo...
—Yo también te amo...
Nos quedamos un rato en silencio, no hacían falta las palabras.
—Voy con Angelo para cobijarlo más y que no le de frío—dijo levantándose de la cama.
—Yo voy, no te preocupes—le di un beso que me supo a delicioso chocolate mezclado con su labial—. En seguida vuelvo.

Fui a la otra habitación. Cerré la ventana y cobijé más a Angelo. Abrió sus ojos un poco y me vio.
—Papi—dijo adormilado.
—Duérmete pequeño.
Él asintió y se acurrucó más con su pequeño oso vestido de super man.
—Buenas noches peanut.
—Te quiero papi—dijo justo antes de dormirse.
Eso me conmovió hasta el alma. Y también me causó un poco de tristeza, el pobre peanut no tiene una idea de la clase de hombre que es su verdadero padre. Pero yo estoy dispuesto a demostrarle todo mi amor por él, todo lo que su padre nunca podrá hacer.

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