Capítulo 11

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—Yo...—dije aturdida por la sorpresa. Mis labios palpitan al igual que mi corazón. Estoy muy muy muy sorprendida y no tengo idea de que hacer.
—Yo no estoy confundido Adele. Sé exactamente lo que estoy sintiendo y se siente fenomenal.
Sus labios, el sabor de sus labios sigue impregnado en los míos. Puse mi mano sobre mi boca y di unos cuantos pasos hacia atrás sin dejar de verlo a los ojos, sus hermosos y grandes ojos que tampoco dejan de verme. Se percibe el deseo por otro beso, ¿podrá él también ver que estoy sintiendo lo mismo? ¿O solo verá mi nerviosismo y confusión de niña de secundaria?
—Simon—dije sin saber exactamente qué decir a continuación.
—Te quiero Adele y te ayudaré en todo lo que necesites, te esperaré el tiempo que sea necesario para que te des cuenta de que también sientes algo por mí. Porque ese beso me lo dejó muy claro.
¡Listo! Ahora sí me quedé muda.
—Pero no quiero que este beso arruine nuestra relación...
—No no—dije rápidamente y sin que las palabras pasaran por mi cerebro—. Emmm no claro que no. Es solo que estoy un poco cansada... Tengo que ir con peanu... Digo... Angelo y...—baje la mirada por vergüenza de mí misma—. Me tengo que ir.
—Te llevo...
—¡No! Me iré en taxi. Gracias Simon—y dicho eso me di la vuelta y caminé a paso veloz hasta la puerta principal. El sonido de mis tacones chocando con el suelo fue lo último que se escuchó antes de salir y cerrar la puerta.
El aire frío de la noche me envolvió y movió mi cabello pero no me inmute ni un segundo. En mi mente seguía besando a Simon. ¡Santo dios como besa ese hombre!
Volteé al cielo y vi las estrellas antes de bajar los escalones y alejarme de la escuela. Sonreí al recordar su mirada. Volteé a ver la puerta. ¿Y si regreso y le digo que también estoy enamorada de él? Que me de otro beso, me abrace y no me suelte nunca... Pero entonces recordé un nombre y mi sonrisa se borró. "Alex". Mi marido.
Volteé hacia la calle y recordé aquel día en que estuvo a punto de pegarme en la acera de enfrente, y Simon lo golpeó a él. Sigo casada con él.
Bajé rápidamente los escalones, tomé un taxi y le di mi dirección.
Me dejó afuera de mi fraccionamiento a petición mía. Quería despejar mi mente. Caminé por las grandes casas hasta el edificio.
La chica de la recepción me saludó a lo que solo respondí con una sonrisa.
Subí al elevador, abrí la puerta de mi casa, me fui directo a la sala y me lancé al sofá. ¿Qué rayos me sucede?
—¿Adele?—escuché la voz de mi madre desde el pasillo—. ¿Adele eres tú?
—Si—dije con la voz ahogada por el cojín en mi rostro.
—¿Por qué regresaste tan temprano?—su voz ya se escuchaba más cerca. Me quité el cojín y pude verla parada frente a mi.
—Estoy cansada—dije sentándome y dejando el cojín en su lugar.
—¿Pasó algo?—dijo preocupada sentándose a mi lado—. ¿Salió algo mal?
—No no, en absoluto—dije viendo le piso y con la imagen de Simon frente a mi fija en mi cerebro.
—¿Entonces?
—Nada, es solo que extrañaba a Angelo y me cansé. ¿Dónde está peanut?
—En su habitación durmiendo como un angelito. Si estás cansada desmaquíllate y metete a la cama mi cielo. Iré por mis cosas.
—Gracias por cuidarlo mamá—dije sonriendo después de que mi madre acariciara mi cabello.
—Te quiero mi vida—me dio un beso en la mejilla y se levantó.
La imité. Me dirigí a la habitación de Angelo.
Las luces estaban apagadas, excepto su lámpara de noche que hace que en el techo se vean estrellas. Las vi y me recordó a las estrellas que vi al salir de la escuela.
Angelo está profundamente dormido en su cuna, con su nuevo peluche a un lado. Acaricié su mejilla.
—Hasta mañana Adele—dijo mi madre desde la puerta.
Solo asentí para no despertar a Angelo, pero entonces se me ocurrió algo.
—Madre...—dije en susurro.
—¿Si?—dijo de la misma manera entrando a la habitación.
—Mañana podrías venir a comer con nosotros. Después de comer tengo unas cosas que hacer en la escuela así que quería ver si...
—Claro, me quedaré con mi nieto.
—Gracias madre.
—Adiós—me abrazó y me dio un beso en la mejilla—. Hasta mañana.
—Hasta mañana.

Después de que mi madre se fuera y de contemplar un buen rato a Angelo me fui a mi habitación. Me puse mi pijama, me quité el maquillaje y me recosté pero no podía conciliar el sueño. La canción, el baile, el beso me impedían dormirme. Cada que cerraba los ojos veía la sonrisa de Simon. A las dos de la mañana seguía viendo el techo con una sonrisa en el rostro.

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