39 ¦ Condena

2.9K 494 23
                                    

La espera en la sala de Urgencias se les hizo eterna, aunque realmente no pasaron ni diez minutos hasta que el doctor salió y les dijo que no habían podido salvarle la vida, que de hecho ya estaba muerta cuando su cuerpo tocó el suelo.

Los gritos de Luda fue la parte más dura de todas. Los gritos que explotaban en su garganta y se mezclaban con sus lágrimas, con su histeria. Namjoon abrazaba a su hija y trataba de envolverla por completo entre sus brazos. Lloraba contra su cuello y le acariciaba la cabeza.

Hoseok salió corriendo de allí.

No podía ser. Tenía que ser una pesadilla. Nada de eso podía estar pasando. Vio la carretera a lo lejos, nublada por sus constantes lágrimas, que salían a borbotones de sus ojos.

Si eso era un sueño, despertaría enseguida. Corrió hacia la carretera con intención de lanzarse a ella, cuando sintió un tirón en el brazo y cayó entre los brazos de alguien.

—¡HOSEOK! —le gritó Yoongi, zarandeándolo— ¿¡Estás loco!? ¿¡Quieres ir al hospital también!?

—Mamá —empezó a tartamudear Hoseok —, mamá, mamá, mamá.

—¡Vamos adentro! Tenemos que estar allí.

—Ya no hay más mamá, Yoongi. Se acabó.

Rompió a llorar en los brazos de su mejor amigo, y este hizo lo mismo después de unos segundos, cuando su cerebro procesó lo que eso significaba.

Cayeron al suelo, abrazados, y lloraron. Lloraron desconsoladamente hasta que unas personas se pararon a ayudarlos.

***

Esperaban inutilmente en la sala aún, tal vez a que saliera de nuevo el médico para decirles que habían logrado salvarla.

Jimin miraba a Luda. Tenía sangre en la cara de arañarse con las uñas, las mejillas completamente enrojecidas y los pómulos erosionados de tanto llorar. Dormía sobre los brazos de Namjoon, quien estaba cabizbajo y no había parado de llorar.

Jimin seguía en shock. No era capaz de pensar en nada, ni de llorar, ni de hablar.

Todo aquello, había sido su culpa. Si él nunca hubiera entrado en sus vidas, aquello no hubiera pasado. Si tan solo tuviera piernas, podría haber salvado a Jinna.

Pero ya nada servía.

***

Aquella noche durmieron todos en la cama de matrimonio, abrazados. Cuando cerraron los ojos lo único que desearon fue que al abrirlos, todo se hubiera tratado de una mera ilusión del cerebro, un sueño horrible.

Sin embargo, al despertar, todo había sido real.

***

Jimin miraba la tumba de Jinna junto a Hoseok. Nunca pensó que algún día miraría su tumba.

El menor se agachó y depositó las flores que le había comprado. Sus manos aun temblaban. Se hubiera desmoronado si Jimin no le hubiera acariciado el pelo.

—¿Puedo tener un momento con ella? —le pidió a Jimin. Este asintió y se marchó.

Cuando Hoseok se separó de la tumba para ir a reunirse con Namjoon, Luda y Yoongi, que esperaban en la puerta del cementerio, Jimin se acercó a la tumba.

Sacó de su bolsillo el colgante que Jinna le había regalado. Se lo colgó al cuello y lo apretó contra su pecho.

—No pude salvarte. No pude salvarte, Jinna. Pensé que si todavía alguien era capaz de amarme en este mundo, no tener piernas sería secundario. Pero mi cuerpo defectuoso...

Su voz temblaba tanto como lo habían hecho las manos de Hoseok.

Apareció en su mente.

Aquella sonrisa rectangular que tantos sueños le había proporcionado a lo largo de su vida, y que ahora tan solo le proporcionaba pesadillas.

Tenía que ir a ver a Taehyung y saber la verdad.

***

Frente a la puerta de su casa sintió mil cosas de nuevo dentro de su pecho. Tantos recuerdos que había encajonado, tantas esperanzas que había destrozado. Tanto amor se había vivido en esa casa, y tanto amor había muerto en la misma.

Esperó a que Taehyung le abriera y, cuando lo hizo, no pudo hablar. El mayor estaba en ropa interior, a pesar del frío que hacía, y miró a Jimin sorprendido.

—Jimin, cuánto tiempo. —dijo, y lo invitó a pasar.

Estaba más que asustado, pero ahora era la ira la que controlaba su cuerpo. En el salón, no pudo contenerse.

—Estuviste en el aeropuerto hace un tiempo.

—¿En el aeropuerto? No recuerdo haber estado allí últimamente... —Taehyung paseó por el salón, pensativo.

—Te vi. Fuiste tú. —Le clavó la mirada con todo el valor que pudo reunir en ese momento.

—No sé de qué estás hablando, Jimin.

—¡NO MIENTAS!

—¡Baja el tono de voz!

Unos pasos se oyeron por el pasillo. Taehyung fue el único en ver a la otra figura que salía de la habitación, y le dijo que no se preocupara y que ahora volvía.

—¿Vuelves medio año después sólo para gritarme? —volvió a dirigirse a Jimin.

—¿Por qué la mataste? ¿Por qué a ella? ¿¡Por qué no a mí!? ¡Tu problema es conmigo, no con ellos!

—Para el carro, Jimin. O, en este caso, tu asquerosa silla de ruedas. Yo no he matado a nadie.

—Mientes, como simpre. Mientes.

Las lágrimas de Jimin delataban lo débil que era, a pesar de lo mucho que se esforzaba por no serlo.

—Será mejor que te vayas, Jimin.

No se lo pensó un solo instante, se encaminó hacia la puerta. Taehyung se la abrió amablemente.

—Te estás equivocando de persona. —se limitó a decirle, y cerró la puerta.

Hacía unos meses, Jimin no hubiera sido capaz de ver la maldad en Taehyung. Estaba tan enamorado de él que pensaba que todas sus acciones y consecuencias de estas eran únicamente fruto del amor. Gracias a Hoseok, había conseguido ver la realidad.

Estaba seguro de que había sido Taehyung, pero eso sólo reafirmaba que el verdadero causante de la muerte de Jinna había sido Jimin.

HopeMin ➼ DiscapacidadWhere stories live. Discover now