24 ¦ Erección

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Último día laboral de la semana para Hoseok. Tenía ganas de que esa horrible semana se hubiera acabado ya. La semana más estresante de toda su vida.

Cuando abrió los ojos encontró a Jimin sentado en su silla, al lado de la cama, dormido. Se sintió mal al verlo ahí, ¿por qué no se había metido en la cama?

Trató de recordar lo que había pasado la noche anterior y no entendía cómo había llegado a la cama. Recordó haberse dormido sobre el regazo de Jimin.

Miró bien al mayor, que se encontraba sumido en un sueño aparentemente agradable.

Los labios de Jimin eran visiblemente esponjosos. Se ruborizó al recordar que él ya los había probado. Justo Jimin tragó saliva y su nuez hizo un lento movimiento ascendente y descendente, provocándole a Hoseok un derrame cardíaco.

Para Hoseok ese concepto existía.

Miró el reloj con la mano que tenía libre, pues la otra se agarraba la entrepierna con urgencia. Quedaban veinte minutos para que sonara la alarma.

Supuso que el resto del mundo aún estaría dormido, así que no le quedaba más que aburrirse él solo hasta que alguien más despertara.

Su prioridad, como siempre, era facilitarle la comodidad a Jimin. Se bajó de la cama y se dispuso a coger a Jimin en brazos. Le costó un poco, pues aun estaba bastante dormido, pero lo puso con rapidez sobre la cama. Cuando fue a darse la vuelta para ir al baño, la mano de Jimin agarró con fuerza su brazo.

Hoseok se sobresaltó, pensando que lo habría despertado, pero cuando lo miró vio a un dulce Jimin dormido.

—Jimin... —susurró sin darse cuenta.

Entonces Jimin abrió los ojos lentamente. Hoseok se deprimió al instante.

—Le muevo de sitio y nada, susurro su nombre y se despierta. No entiendo...

—Hoseok, tengo frío...

Jimin empezó a tiritar gradualmente. Hoseok pensó que le estaba tomando el pelo, pero después de ver cómo sus labios se teñían ligeramente de morado, fue corriendo al armario a por una manta gorda.

Se la echó por encima y tapó bien todo su cuerpo.

—¿Cómo puede entrarle este frío a estas alturas del año? —Hoseok llevó la mano a la frente de Jimin para comprobar si tenía fiebre.

No parecía tener.

Antes de poder quitar la mano, Jimin llevó rápidamente la suya al mismo lugar. Atrapó la mano de Hoseok entre la suya y su frente.

—Tienes las manos calientes... —susurró Jimin, agradeciendo el contacto.

Instintivamente, Hoseok llevó su otra mano a la mejilla de Jimin. Este gimió al sentir su calor.

Hoseok aprovechó que Jimin tenía los ojos cerrados para morderse el labio. Se moría por besar de nuevo sus labios tan suaves... Podría calentarlos con tanta facilidad. ¿Y si se metía en la cama con él? Le daría calor instantáneo. Acabaría tan rápido con el sufrimiento de ambos...

—Hobi, no te empalmes así delante de mí.

Hoseok bajó la mirada a su entrepierna. No podía ser. No había estado tan empalmado en su vida.

Se apartó de Jimin al instante y se tapó la entrepierna. Se dio la vuelta, muerto de vergüenza.

—Tenía los ojos cerrados.

—Nunca bajo la guardia —respondió Jimin, riéndose suavemente, aun con los ojos cerrados —. Además, los tenía cerrados.

—Ya, claro... ¿Y cómo sabía...? —No quería decirlo en voz alta.

—Tus hormonas. Huelen a kilómetros.

Hoseok tragó saliva y odió:

1) Ser hombre.
2) No haber terminado aún la adolescencia.
3) Conocer a Jimin.

—No te escondas... —le dijo Jimin, con un tono de voz que a Hoseok le puso los pelos de punta.

—Jimin, ¿le gusta hacer sufrir a niños más pequeños que usted?

—Eso suena muy pedófilo. —se quejó Jimin.

—¿Acaso no lo es? Me saca ocho años. —Sólo cuando dijo el número se dio cuenta de la gran diferencia de edad que tenían.

—¿Cuándo cumples los 19?

—Como si eso arreglara algo...

Jimin se rio.

—Lo digo en serio, ¿cuándo los cumples?

—Dentro de una semana.

Jimin se incorporó enseguida en la cama. Hoseok ya se había dado la vuelta, para su sorpresa, y había conseguido bajar su erección.

—¿Tan pronto?

—Sí... El sábado que viene. Justo es el día que mamá volverá a América.

Aquella noticia era ciertamente horrible. Jimin sacudió la cabeza, espabilándose.

—Haremos una gran fiesta.

Hoseok lo miró sorprendido.

—Ya pensábamos hacer una gran fiesta.

—Pues ahora será más grande todavía. —concretó Jimin. Movió las manos infantilmente haciendo un gesto de grandeza.

Hoseok sonrió con dulzura.

—Es siempre tan impredecible, Jimin...

Pero después de compartir una sonrisa, Jimin vio cómo la de Hoseok se entristecía.

Será una gran fiesta, repitió Jimin en su cabeza.

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