XXXIX

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A las tres y media ya conducía hacia la cafetería de Tweek. Antes de seguir, me había fijado muy bien de que Sheyla Broflovski no se hubiera subido a su auto para perseguirme. Supongo que, en realidad, sí lo había hecho, por Stripe. Lástima que no sabe dónde vivo...

A medio camino, mi teléfono comenzó a vibrar en mi bolsillo. Con cuidado, aparté una mano del volante y tomé mi celular. Contesté y lo puse en mi oído.

—¿Quién habla?

—Soy Pip —contestó la voz del otro lado de la línea.

—Ah, hola. ¿Qué pasó?

—Hoy, en la entrada de la Plaza Mayor, a las seis en punto. Lo hago por Butters, no por ti. Mientras más rápido, mejor. Lo dejas o lo aceptas.

Y sin más, oí como los pitidos de que había colgado resonaron en el auricular.

«Ahora que lo pienso, esa ha sido la llamada más corta que he tenido.»

Minutos después estacioné el coche en el aparcamiento del café. Me había costado demasiado encontrar un lugar, porque los estúpidos de los clientes de aquí no se tomaban el tiempo de NO SALIRSE DE SU MALDITA LÍNEA.

Bajé del coche a toda prisa. Con la jaula de Stripe y Stripe en la mano, comencé a caminar hacia la puerta principal. Ahí, Tweek miraba desde lejos el gran tesoro que llevaba conmigo.

—Toma —le dije cuando ya estuvimos frente a frente—. Aquí está mi parte del trato. Ya no me molestes, ¿sí?

Tweek tomó en sus manos la jaula y con cuidado sacó al cuyo.

—¡GAH! ¡S-Stripe! ¡Viejo amigo! —exclamó, y se volvió hacia mí—. G-gracias por entregarme toda tu confianza y-y darme a...

—No te la estoy dando —avisé—. Es parte de nuestro trato, ¿recuerdas? Su receta de lo que come cada día está debajo de su alfombrita, y pobre de ti con que se te caiga, Tweek. O también con que tus padres lo confundan con la cena.

—N-no te preocupes, Craig. Lo cuidaré muy bien.

—Más te vale.

Me acerqué un poco a Stripe, y deposité un suave beso sobre su cabeza.

—Hasta luego, peludo amigo.

South Park "Eres mío, Ángel" [Crenny]Where stories live. Discover now