XXI

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Después de almorzar, nos dirigimos al coche. Por razones obvias, lo ayudé a subir. Y a pesar de que Kenny mantenía su estado físico de una manera asombrosa, y aunque no era gordo ni mucho menos, pesaba alrededor de setenta kilos. Algunos más que yo.

Primero pasamos por sus hermanos a la calle Bridge. Después, nos fuimos directo hacia el centro comercial. Las donas de Kenny no podían hacerse esperar.

En el aparcamiento, dejé que Karen y Kevin salieran primero del auto. Les dejé unos cincuenta dólares y después se encaminaron hacia el súper mercado. No tenía idea de qué planeaban comprar, pero, mientras Kenny y yo pudiéramos tener nuestra privacidad, mejor.

—Entonces... iremos a ver departamentos, ¿verdad?

Asentí.

—Entonces... ¿te irás ya? ¿Así sin más? ¿Tan rápido?

—No deseo ser una molestia en tu casa.

Enarcó una ceja.

—No lo haces —replicó—. Realmente me alegra saber que escogiste mi casa a pesar de las muchas que tenías para escoger. Me alegra mucho.

—Bueno... no siempre se encuentra a alguien que por más frustrado o molesto que estés te alegre el día. Y a veces, el año.

—¿De qué hablas?

Me quedé pensativo unos momentos. ¿Qué tenía que contestar? Y, en primera, ¿por qué mierda había dicho eso? ¿Había admitido que él era mi fuente de felicidad?

—D-de nada.

Aparqué el coche en la fila B, cerca de la puerta del segundo piso. Apagué el motor y me volví hacia Kenny.

—Y bien.... ¿tienes la lista?

(...)

Kenny comía donas sin cesar mientras yo pagaba la despensa comprada y metía las bolsas al carrito de compras.

—¿Están buenas? —le pregunté. Empujé el coche hacia enfrente, y busqué con la mirada la salida.

Se chupó los dedos.

—¿Quiénes? ¿Las que nos acaban de atender o las donas?

—¿Tú qué opinas?

Achicó los ojos, pensativo.

—Mmm... Supongo que las dos están bien. ¿A que sí?

Y aquellas chicas, a pesar de tener un cuerpo escultural, no habían captado mi atención. Kenny había venido a mi vida para arrebatarme mi sentido de gusto y quedárselo él.

En cuanto salimos del súper, metimos las bolsas en la cajuela y nos adentramos al auto. Ya había metido la llave en el switch cuando Kenny comenzó a hablar.

—La extrañas, ¿verdad?

Me volví hacia él.

—¿Qué?

—¿Piensas volver con ella?

Resoplé, entendiendo hacia dónde iba la conversación.

—No me gustaría hablar de ello.

—Soy tu amigo —replicó algo frustrado—. Y los amigos se dicen cosas, ¿verdad?

«Y los amigos no se atraen unos a los otros, porque, en aquel caso, dejarían de ser amigos, ¿verdad?»

—Ella es... complicada. Ésa es la palabra. Es complicada. Es... egoísta. Es egoísta y mandona. Y quiere tener todo control existente sobre mí. —Había contestado de golpe, y no me había parado a pensar en lo que había dicho. Sin embargo, todo lo que había salido de mi boca, era cien por ciento cierto—. Y... no lo sé. Supongo que me cansé. Eso es lo que pasa con todas las parejas, ¿no?

—Y después de las peleas llega la hora de las verdades, en donde cada uno se dice cada cosa más tierna que la otra, ¿no?

Hice una mueca.

—Bueno, no siempre pasa lo mismo.

—¿Cuándo no?

Me lo pensé unos momentos.

—Cuando ya no estás enamorado de esa persona y deseas a alguien más.

Se removió en el asiento.

—Entonces, ¿tienes a alguien más en mente?

—Sí.

—¿Y... cómo es?

No pude evitar sonreír. ¿Acaso quería que yo...?

—Es... adorable.

—¿Qué más?

—Es... inteligente.

—¿Ajá?

—Sabe hacer felices a los demás.

—¿Sí?

—Sí. Y su sonrisa es la más hermosa que he visto jamás.

—¿Y cuál es su nombre?

—Kenny.

QUE TRIUNFE EL MAAAAAL. Los dejaré hasta aquí, no me odien. Tal vez les tenga piedad y suba más capítulos en breve. O... tal vez no.

Comenten qué les pareció. En serio, me alegraría saber qué piensan de la historia. Me alegraría mucho.

South Park "Eres mío, Ángel" [Crenny]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora