Incierto: capitulo catorce

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—Alexander, eso no significa que sea él —respondí, aunque comprendía su razonamiento—. Mira, hay muchos chicos ahí afuera. Podría ser cualquiera.

No quería sentirme idiota, y lo estaba haciendo.

—Tiene que ser él, necesitamos una salida y si confío en alguien, es en él —respondió con seguridad, más de la que creía posible—. Piénsalo, tiene y es él.

Asentí porque todo parecía encajar como un montón de piezas de puzzle pero no era idiota y no iba a bloquear mi instinto o mis pensamientos. Allí había algo mal, no me terminaba de sentir segura sobre Achilles siendo un puro pero no podía oponerme o negarme. Tan solo dejaría que todo pasara y vería si se me presentaba el momento para demostrar lo contrario.

Muchas veces hacerse la tonta no es malo.

—Vale, no te llevaré la contra —respondí antes de dejar un beso en su mejilla—. Sé que este lugar podría ser un blanco fácil si me voy pero tengo que regresar con mi familia, este lugar se lleno de malos recuerdos y necesito estar completa, ¿comprendes lo que digo? —Asintió, aunque podía sentir un deje de decepción—. Lo siento, Alexander. 

—Solo cuídate ¿vale? No eres importante para mi solo por ser una chica pura, sino porque te has ganado mi cariño —dijo con una sonrisa que me resultó contagiosa—. Tú mente puede albergar unos pensamientos enredados e inseguros pero tus acciones demuestran lo valiosa que eres. No te subestimes, jamas.

Rodee su cuello con mis brazos mientras me dejaba ir por una vez. Quería sentir el apoyo de alguien que no tenía ninguna obligación conmigo. Él tenía el deber de ayudarme en el camino pero eso no significaba que tuviera que motivarme incluso cuando le decía que su fortaleza, aquella por la que estaba dispuesto a matar, podría derrumbarse.

—Mandaré a gente extra para que ayude con la protección de la fortaleza, ¿esta bien? —Asintió por lo cual me aparte y le sonreí—. Eres un buen hombre Alexander pero debes aprender que las mentiras no llegan demasiado lejos y ocultar información es prácticamente lo mismo.

—Lo tendré en cuenta —respondió mientras se colocaba de pie lo que me permitió ver la leve cojera que antes no había visto—. No me mires así, tuve una caída en el viaje. Nada importante.

—Sería bueno que te hicieras revisar. —Lo vi ir a su escritorio y anotar algo en una pequeña nota—. ¿Qué haces?

—Te anoto la dirección de una vieja fortaleza —respondió y me dispuse a protestar cuando volvió a hablar—. Los oscuros jamás tuvieron siquiera noción de esta y dejo de albergar personas hace mucho tiempo. Esta en Estados Unidos y por lo que estoy pensando creo que es la mejor opción para mantener a tu familia segura.

Mi familia era y siempre sería lo primero para mi por lo cual mordí mi lengua para no seguir protestando y fui hasta el para tomar la nota que me tendía.

—¿Volveré a verte? —pregunté mientras estaba a un paso de salir, a un paso de cambiar la página.

—El destino es incierto —respondió mientras se encogía de hombros—. Suerte en tu vida, Jazzy.

—Suerte, Alexander. 

(...)

—Nos vamos de vuelta a casa, creí que jamás volvería a pisar mi país —dijo Aria con más emoción de la que había visto en ella antes, hasta parecía que sus ojos brillaban más de lo normal—. Bueno, no iremos a mi casa pero si a un lugar seguro ¿no es así?

—Si —respondí mientras armaba la maleta de Sophia—. Ya sabes, tengo que cuidar de esta mierda a mi familia por lo cual no me importa tener un montón de guardias vigilando nuestros culos.

—Vale, espero caerle bien a tu familia. —Sabía que estaba demasiado nerviosa pero no dudaba que mi madre la amara en cuanto la viera y que papá se convirtiera en un tipo celoso que digiera que su mujer le prestaba más atención a una chica que a él. Si, podían llegar a esos extremos.

—Mis padres son... —Fruncí mi nariz en cuanto me quede sin palabras útiles—. Peculiares. Son unos padres extraordinarios pero muy peculiares.

—Tú eres peculiar y me agradas, no veo porque ellos no lo harían. —Cerré la maleta mientras sonreía y me dispuse a responder cuando la vi quitar algo de su bolsillo—. Encontré esto bajo el colchón de la cama cuando lo volteaba y creo que siendo de Bastian solo tú debes tenerlo.

Tome la fotografía que ella me estaba pasando para ver que no se trataba de nadie más que de mi. Me encontraba durmiendo en la cama con las sabanas enredadas en mi cuerpo mientras me aferraba a una almohada como si mi vida dependiera de ello. Las luces estaban prendidas por lo que, sobre la cama, se podía ver claramente la sombra de Bastian.

Sonreí levemente mientras mis ojos se llenaban de lágrimas inconscientemente. Tal vez porque aquella foto demostraba más de lo que habíamos realmente pasado en aquella habitación. Tal vez porque lo extrañaba como jamás había extrañado a alguien o tal vez simplemente porque una fotografía me permitía devolverle la vida a un montón de recuerdos.

Miré el reverso de la fotografía para ver una perfecta caligrafía que conocía muy bien, lo malo, es que todo parecía estar en Griego. 

"Όμορφη άγγελος, η μοίρα μου είναι στα χέρια σας".

Algún día tenía que recordarle que no era griego y que tampoco había nacido hace varios siglos. Un novio más moderno podría ser aceptado sin reservas.

Mis dedos volaban sobre el teclado intentando encontrar una traducción confiable cuando la misma logró que mis ojos debieran luchar para retener las lágrimas.

"Ángel hermoso, mi destino está en sus manos."

—Joder, en estos momentos hasta yo quiero un Bastian. —Me reí levemente mientras Aria pasaba un brazo por mis hombros queriendo apoyarme aunque no era capaz de ver con claridad cuanto valoraba aquello.

—Amo a este imbécil, y no sabes cuanto me aterra perderlo —respondí antes de comenzar a hipar—. Es un idiota, un mentiroso y un condenado hijo de puta pero es mio, Aria... y lo quiero devuelta.

Sentí como palmeada mi hombro y tomaba la foto para doblarla otra vez y guardarla en la maleta.

—Ese hombre no vive sin ti, ten fe en él... —Iba a decir cuanto amaba a esa chica cuando la puerta de la habitación se abrió de par en par y sin siquiera procesarlo yo ya tenía mi arma en mano. Me sentía amenazada de una forma muy repentina y mis instintos protectores salían a flote cuando estaba en una habitación con Aria y Sophia.

Achilles caminaba más decidido que en cualquier otro momento y lo que no me agradaba es que caminaba en mi dirección sin intenciones de cambiar el rumbo.

Estaba bajando el arma aún con inseguridad cuando vi a Achilles apartarla y chocar sus labios con los míos de una forma demasiado repentina, brusca y desagradable. Podía sentir como quería ser correspondido, como esperaba que mis labios se movieran a la par de los suyos pero lo único que mi mente gritaba era un ensordecedor "¡alerta! ¡Esté no es tu novio! ¡Aborten misión!"

Salí de mi estupor aún cuando no comprendía con que rapidez había sucedido todo y empuje a Achilles colocando mis manos en su pecho. Vi su confusión pero esta pareció aumentar cuando mi mano golpeó su rostro con fuerza y aquel golpe sonó en toda la habitación.

Tenía mi respiración agitada y sentía que los nervios mandaban espasmos por todo mi cuerpo ante tal escena que estaba fuera de mi comprensión. Sabía que aquello estaba mal y eso era suficiente.

—¿Que diablos sucede contigo, Achilles?








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