Incierto: capítulo trece

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—No, en lo absoluto —respondió—. Me da más pena por mi que por ti. Es complicado golpearte a ti sin que me duela a mi misma.

Me reí levemente pero cualquier rastro de diversión se fue en cuanto la vi tropezar con la rama de aquel árbol que había justo a un par de metros. Mis brazos aprisionaron su cintura con rapidez y la empujé contra mi pecho queriendo evitarle una caída desastrosa bajo cualquier medio. Sentí como sus manos agarraban mi camiseta con fuerza antes de escuchar su risa rebotar contra mi pecho.

Eso fue lo que necesite para relajarme.

—¿Acaso jamás tienes cuidado? —pregunté en un susurro mientras tomaba su mano con cuidado y nos acercaba a ambos a aquel árbol que tanto había llamado mi atención.

Aún cuando todo parecía tan artificial, tan muerto en aquel sitio griego, aquel árbol era la excepción.  Sus ramas sobresalían y alcanzaban más de lo que creía posible. Demostraban lo incontrolable de la naturaleza, su mayor virtud y belleza.

Me senté con mis piernas extendidas para que segundos después Jazzlyn se sentara sobre mi y ocultara su rostro en mi cuello.

—Mi torpeza se incrementó un poco bastante desde que apareciste en mi vida —respondió—. Me distraes, técnicamente es tu culpa.

Me sentía dañino para ella, no podía evitar sentir que con solo tocarla podía romperse. Era una mujer fuerte, independiente y capaz de protegerse a si misma pero allí estaba mi instinto protector gritando que la cuidara siempre, incluso de mi mismo.

Era demasiado hermosa, no podía imaginar cuantos corazones habría roto incluso de forma inconsciente.

—Siempre me pregunté porque no has tenido novio antes de mi.

La confesión salió de mis labios incluso antes de que yo lo quisiera pero ella no tuvo una reacción negativa. La vi quitar su rostro de mi cuello y mirarme con una sonrisa leve que dejaba ver más decepción de la que ella quería.

—Pocos hombres quieren a una chica que se preocupa más por sus metas personales, que por ellos."

Sentí un dolor abrazador recorrer mi brazo partiendo desde mi muñeca hasta llegar a mi pecho y comenzar a extenderse con una velocidad que parecía sobre humana. Dejé escapar un grito que provocó un ardor descomunal en mi garganta mientras mi espalda se arqueaba y la realidad me golpeaba como una condenada hija de puta.

Sentía la sangre recorrer mi brazo yendo completamente en contraste con la frialdad a la que mi piel parecía estar sometida. Dolía, pero me mantenía consciente.

—Me gustaría evitar hacerte daño pero hasta ahora, solo eso funciona. —Mis ojos fueron directos a la dirección de donde provenía la voz, no me costo identificar a Corban—. Hola, hermano.

Solté un gemido mientras el inyectaba nuevamente aquella jeringa que contenía morfina en mi piel y el liquido abrasador me hacía retener el aliento por unos segundos. Sentí mis músculos relajarse levemente mientras la consciencia me abrazaba, algo que me causaba alivio.

Estaba cansado de ir y venir, de manera constante. Quería mi lucidez, la necesitaba con urgencia.

—No soy tu hermano —dije una vez que pude lograr que un leve susurro ronco saliera de mi garganta.

Lo oí soltar una risa, y juro por mi chica que quise arrancarle las pelotas.

—¿Jamás te enteraste que es algo puramente metafórico? Me asustaría tener un hermano como tú —respondió y sonreí, o era lo más cercano a eso—. Escucha, traje algo de agua y comida. Los guardias están en el descanso de media hora y luego sigue la rotación de vigilancia así que tenemos unos cuarenta minutos antes de que debamos comenzar a preocuparnos.

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