Camila se giró y miró de reojo a la silueta que estaba detrás de ella sin llegar a su cara. Una chica que llevaba un short de mezclilla, zapatillas y una camisa de cuadros abierta sobre un top blanco que cubría hasta arriba del ombligo. Su cabello oscuro y largo hasta la cintura caía armoniosamente sobre su cuerpo.

- Es malvada, ¿no crees? – dijo bajando la mirada y sonriendo. De pronto sintió sus mejillas ruborizándose sin motivo alguno.

- Un poco, pero hiciste bien. No querrías haberte quedado sin nutella. – dijo de forma juguetona, riendo de nuevo.

- Definitivamente primero perdería un dedo antes que a mi nutella.

- ¿Sólo un dedo? – cuestionó con tono aparentemente ofendido sin dejar de ser juguetón. Entonces Camila decidió voltear completamente, pero ya no estaba, no había nadie ahí.

Sinu volvió hasta donde estaba Camila y puso algunas cosas en el carro, entre ellas su precioso chocolate. Volteó una vez más hacia atrás pero no había pistas de la chica con la que había hablado, entonces siguió hasta que su madre terminó las compras.

Inevitablemente todo el camino por la tienda, Camila buscaba las características que había logrado rescatar de "la chica nutella" en las personas que se encontraba en su rumbo, pero no obtuvo éxito en ello.

Pagaron la despensa y en seguida se dirigieron a casa.

Durante el trayecto, se la pasó mirando al exterior, mientras su madre encendía el radio, haciendo sonar canciones de moda al azar.

- ¿Cómo vas, hija? – Sinu se atrevió a romper el silencio. Camila sabía perfectamente a qué se refería la pregunta.

- No lo sé. – dijo seguido de un suspiro. – Sólo lo estoy olvidando, ¿vale?

- Está bien. – volvía la mirada al camino. – Veo que estás pensativa. – insistió sin querer. - ¿Algo que quieras compartirme?

- ¿Tú viste a la chica con la que estaba hablando? – soltó pensativamente aún.

- ¿Hablabas con alguien? – cuestionó su madre con una expresión de confusión. Camila se giró a verla y le ofreció una media sonrisa.

- Eso creo. – terminó, volviendo a su posición pensativa.

Habiendo llegado a casa, su madre le pidió que organizara la despensa en las estanterías y mientras lo hacía, no podía evitar seguir pensando.

- ¿Te ayudo? – una animada Sofí salvaje apareció sacándola de sus cavilaciones. – Me gusta apilar las latas.

- Vale, son todas tuyas. – le respondió su hermana mayor, comenzando a guardar los cereales y galletas. Su bote de nutella junto a eso.

- ¿Veremos una película después de hacer esto?

- Lo siento, Sofi. – Camila lo lamentaba sinceramente. – Tengo alguna tarea qué hacer, casi entro a la preparatoria, ¿sabes?

- Oh es cierto, serás realmente buena con eso. Eres muy inteligente. – elogió.

- Gracias. – dijo sobando la parte superior de la cabeza de su hermana.

- ¿Todavía estás triste porque no cantaste?

- No. – Camila no sabía si mentía. – Creo que pasó justo como tenía que pasar, ¿sabes? – en eso sí fue sincera. – A veces las cosas no salen como desearías, pero te aseguro que son exactamente cómo deben ser.

¿Y si te encuentro? - CAMRENWhere stories live. Discover now