-Meg... Tú has visto el pibón que tienes por novio?-y tanto que lo veía. Como que dicho pibón estaba apoyado en la puerta del coche ahora cerrada, mirándome de frente y con las gafas ya puestas. Sus manos en los bolsillos eran la guindilla del pastel prohibido.

-Ajá-de no ser porque mis labios siguieron tan secos como hasta el momento, a excepción de la pequeña zona que me había mordido, hubiese jurado que babeaba. Philip sonrió realmente divertido tras sus labios unidos.

-Sí, ya veo que lo tienes en frente-adivinó-El caso es, que está claro que tienes buen gusto y lo siento por tu amiguita, pero si él quiere, le demuestro que no soy celosa-reí tras conseguir dejar de mirar a Philip que ahora había doblado la rodilla para apoyar el pie también en el coche. Una de sus perfectas poses de sesión.

-Eh, luego te mando el número si Philip lo tiene, sino esta noche sin falta-dije atropellando mis propias palabras.

-Vale pajarillo, vuela libre hacia tu Philip, que se te ve con ganas-dijo mezclando resignación con diversión-Te quiero tonta y pasadlo bien. Lo del número puede esperar hasta esta noche-no se por qué pero me la imaginé guiñándome el ojo, cómplice, lo que me hizo sonreír mientras me giraba hacia Philip que permanecía aún en la misma posición.

-Gracias-dije con voz de niña inocente-Yo también te quiero-dije con más alegría, lo que logró que mi chico me sonriera con dulzura. La llamada finalizó.

-Te está calando esa chica-dijo subiéndose las gafas hasta la cabeza para dejarlas allí en lo alto.

-Es un encanto-dije encogiéndome de hombros para restarle importancia. Me acerqué a él para tomarlo de la camiseta y tirar, haciéndolo reír. Ni yo misma supe a que venía eso, tan solo no me lo quitaba de la mente apoyado en el coche con ese aspecto dulce y macarra al mismo tiempo.

-Mi chica agresiva. Se puede saber qué te ha dicho el encanto?-se burló acercando su rostro hasta que sus labios rozaron los míos mientras decía las últimas palabras. Todo en mi interior se comprimió.

Eso y para colmo sígueme el juego-pensé hecha un gelatinoso manojo de nervios.

-Te... te aconsejaba que me besaras-me sorprendí a mí misma tartamudeando como una idiota. Él con su sonrisa dejó claro que le divertía. Rodeó mi cintura con sus brazos sin tirar hacia él como acostumbraba. Creo que comenzaba a notar el ascenso de mi corazón a las sienes con cada latido que éste daba. Cuando Philip ladeó la cabeza para besar mi mandíbula además de fastidiarme porque quería mi beso, me estremecí.

-Y tú? Qué piensas? Es buena consejera?-me susurró al oído. Por un momento nos vi desde lejos, yo empujándolo contra el coche y comenzándolo a besar mientras lo despojaba de la camiseta. Fruncí el ceño nerviosa por mis propios pensamientos mientras luchaba por apartarlos de mi mente.

Dios Meg, desde cuando estas tan...?-pensé sin encontrar la palabra adecuada.

-Si no fuese por ese ceño fruncido-me dijo Philip tocando mi frente con el índice y el corazón-Entendería perfectamente que estuvieses roja como un tomate-al escucharlo y ver su mirada divertida retrocedí, o eso intenté, olvidando que él me tenía atrapada entre sus brazos. Me miró con la curiosidad sembrada en su mirada.

-No me lo vas a decir, no?-negué enérgicamente. Esbozó una débil sonrisa-Si te suplico de rodillas tampoco?

-No dejaré que te arrodilles.

-No lo hice para pedirte la mano, así que mato dos pájaros de un tiro-dijo comenzando a flexionar las rodillas.

-Philip-lo reñí tomándolo de los brazos-He tenido un pensamiento extraño, vale?-dije con rapidez para que se quedara quieto.

DIECISÉIS PRIMAVERAS (en proceso de corrección)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora