Capítulo 37. Final.

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Todos miraban consternados el lugar en el que yacía el cuerpo de Amber. Bella agarró entre sus brazos a Renesmee y la obligó a apartar la mirada. Paul, se tambaleó y cayó al suelo sin respirar. La nieve que se encontraba debajo del cuerpo se estaba derritiendo por la calidez de la sangre de Amber. El sol alumbraba su cuerpo y pequeñas flores habían empezado a florecer a su alrededor. Lentamente se acercó a ella. Aún respiraba. Se agachó a su altura y posó la mano encima de la de ella, la cual descansaba en su barriga bañada en sangre. Sus ojos se encontraron, eran azules cristalinos, no habían cambiado. Ella gimió su nombre y todos los testigos de aquella escena intentaron acercarse, pero Paul les paró.

Paul: ¿Nos podéis dejar a solas? -susurró sin mirar a sus acompañantes, quienes permanecían horrorizados detrás de él.

Llevó las manos debajo del frágil cuerpo de ella. Esta gimió dolorida cuándo su cuerpo ya no tocaba la hierba fresca. Paul se levantó con ella en brazos y Amber posó su cabeza en su pecho. El latir de su corazón y el cálido cuerpo de él, la tranquilizaban. Se detuvo unos segundos de pie para después empezar a caminar cuando entonces una pequeña niña paró delante de ellos. Renesmee lloraba a mares mientras la miraba. Amber aparto su mejilla del cálido pecho de su chico para mirar a la pequeña Cullen. La miró con sus ojos azules y le mostró una pequeña sonrisa.

Renesmee: Lo siento Amber -dijo la pequeña mientras veía el frágil cuerpo, lloraba a mares- Todo esto a sido por mi culpa, si no hubieras venido ahora no te estarías muriendo...

Amber: No llores mi niña -susurró ella mientras se alejaba en los brazos de Paul- Al fin he sido salvada.

Su voz se la llevó el viento, al igual que sus gemidos. Paul, cargó entre sus brazos el cuerpo de Amber y seguido de todos sus amigos y compañeros, abandonó ese maldito claro. A medida que caminaba, pequeñas gotas de sangre caían al suelo y en el lugar en el que habían caído, pequeñas flores blancas florecían, creando un pequeño camino. Andaron unos diez minutos por el frondoso bosque para finalmente llegar a un pequeño claro cerca de una caída de muchos metros. No había rastro alguno de nieve en el suelo, ni siquiera alguna fría gota de agua, todo estaba verde y lleno de flores. Se detuvo para mirar aquél lugar y después reanudo su paso, pero esta vez solo. Los Cullen y la manada de lobos fuera de fase, aguardaban entre los árboles, podía verlos y ellos les podían ver, así que decidió darles la espalda y sentarse en el suelo verde con ella. Se agachó lentamente y la acomodó contra su pecho una vez se encontraron rodeados de la hierba fresca. Parecía un lugar idílico en el que cualquier persona acudiría en sueños, pero aquello no era una ilusión, aquello era real. La acunó entre sus brazos y aguardó en silencio mientras veía como el sol se ocultaba despacio entre las montañas, bañando el cielo del color de la sangre. Paul sabía lo que iba a suceder, pero no sabía si podría con ello.

Poner canción multimedia.

Amber: Paul -gimió ella al pronunciar su nombre y este la miró asustado, aún no estaba preparado para dejarla ir- ¿Te acuerdas del día en que nos conocimos?

Paul: Como olvidarlo... -dijo sonriendo con melancolía mientras se perdía en sus profundos ojos azules, esos que tanto le gustaban- Estabas allí, en la playa, sentada al lado de Leah y Emily. Aún no te había visto el rostro, pero algo en ti me atraía... Tu olor me envolvía. Tu largo cabello balanceándose con la brisa del mar me alumbraba. Cuándo te salvé del balonazo de Quil y te vi, por fin, el rostro, sabía que eras tú.

Amber: ¿Puedes volver a describirme lo que sentiste cuando me viste en la playa? -preguntó después de un tiempo en silencio, sin apenas ya voz.

Love at first sight #Book1Where stories live. Discover now