Capítulo 31.

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Sus espasmos eran más fuertes que antes. Se inclinó hacia delante y después hacia atrás. Se estaba transformando y yo estaba demasiado cerca de él. Él ahora era un volcán a punto de entrar en erupción y yo estaba demasiado cerca de ese volcán... Por unos escasos segundos me vino a la mente la enorme cicatriz de Emily y al dolorido Sam... Paul sería capaz de herirme?

Sentí que me agarraban de la cintura y tiraban de mi hacia atrás. Segundos después una gran zarpa rasgo mi camisa en dos, dejándome en ropa interior. Caí al suelo encima de Embry. Paul se encontraba a escasos centímetros de mi, mirándome dolorido. Oí como auyaba tristemente y corría para esconderse al interior del bosque.

Jacob: ¿Estás bien Amber? -dijo tomandome de las mejillas, revisando.

Yo: Estoy... Bien... -dije shokeada.

Embry: Amber sabes perfectamente que te ama, ¿verdad? -aseguro mientras me levantaba del suelo.

Yo: Supongo que si... Aunque a estado a punto de matarme...

Miré a cada uno de ellos y estos bajaron la mirada a mi escote y entonces caí en cuenta, la camisa estaba rota. Les grite un par de cosas y me encerré en la habitación de Paul para arreglarme. Los chicos se fueron a patrullar, pero más bien salieron a controlar a Paul, a controlar que mi lobo no cometiera ninguna locura.

Era cerca de media noche y yo estaba sentada en el porche bajo la luz de la luna temblando de frío. Oí una rama crujir y me levanté de la silla dónde estaba sentada. Paul venía sin camiseta hacia mi. Paró al pie de la escalera y no me miró en ningún segundo.

Yo: Ven -susurré entrando en la casa.

Subí corriendo las escaleras y suspiré cuándo oí la madera crujir bajo sus pesados pasos. Agarré el botiquín y le pedí que me acompañara hacia su habitación. Se sentó en la cama y yo empecé mi trabajo. Vertía un poco de alcohol en algodón y empecé a limpiar su labio, su ceja, su mejilla... Una vez desinfectado agarré una pomada para los hematomas y la apliqué en su pómulo derecho y en su ojo izquierdo.

Paul: ¿Sabes que puedo sanar yo solo?

Yo: Cállate imbécil.

Suspiró y yo terminé el trabajo de su cara. Iba a levantarme pero ví sus manos descansando en sus piernas. Sus nudillos estaban rojos y sangraban un poco. Le acaricié la mano y las cerró en puño. Esta vez suspiré yo y me arrodillé a sus pies para limpiar sus manos. Antes no tenía esas heridas, algo malo habrá echo...

Yo: ¿Como te lo has echo? -pregunté colocando un poco de alcohol y el gimió por el escozor.

Paul: Nada... -dijo distante.

Yo: De acuerdo, termina de sanar tú tus heridas.

Me levanté del suelo y estaba dispuesta a irme cuándo me tomó de la muñeca y tiró de mi hacia él. Caí en sus piernas. Contemplaba su perfil des de mi sitio, contemplando las heridas y golpes que tenía por mi culpa. Miraba el suelo mientras acariciaba mis manos.

Paul: Solamente quería protegerte... No sabía que todo se me escaparía de las manos...

Yo: Paul, por unos segundos he tenido miedo de ti...

Sentí como el cuerpo de Paul se tensaba y me miró rápidamente a los ojos. Estábamos a escasos centímetros y permanecimos así unos escasos segundos que para mi fueron los mejores, poder volver a ver sus almendrados ojos me llenaba el corazón de felicidad.

Paul: Por favor no tengas miedo de mi, yo nunca te haría nada...

Yo: ¿Quieres que te recuerde lo que a estado a punto de suceder allí a fuera?

Paul: Amber yo...

Yo: No sé que pensar... Sé que lo de la imprimación nos mantiene unidos... Pero en estos momentos me gustaría que no compartiéramos este lazo... Sabes lo que soy y puede que pronto todo termine...

Paul: Ni se te ocurra volver a repetir eso -dijo juntando nuestras frentes- Cada una de estas palabras se clava en mi interior como un afilado puñal... Hoy has podido ver de lo que soy capaz de hacer para intentar mantenerte a salvo... Eres mía, sólo mía.

Yo: Solamente tuya... Promete que no volverás a hacerme daño.

Paul: Te lo prometo...

Permanecimos allí. Él sentado en la cama y yo encima de sus fuertes piernas. El calor que emanaba su cuerpo hacia que mi corazón latiera desesperado. Le amaba con locura y sé que para él tal y como es, mentalmente, es muy difícil controlar su ira e evitar que salga su lobo... Pero hoy, a soportado más de lo que creía, estaba creciendo, su lobo estaba creciendo... Sentí una de sus grandes manos acariciar mi cintura. Arriba y abajo, así repetidas veces. Sentía una corriente des de lo bajo de la espalda que recorría cada milímetro de mi cuerpo.

Paul: Amber... -susurró en mi oreja.

Yo: Paul...

Paul: Necesito preguntarte esto, en verdad lo necesito...

Yo: Sacarlo...

Paul: ¿Tu en verdad quieres estar conmigo? Si yo no fuera un lobo y no me hubiera imprimado de ti, ¿estarías aquí conmigo?

Yo: Paul, no quiero que dudes de mis sentimientos hacia ti... Yo quiero estar contigo... Si no te hubieras imprimado de mi seguramente yo me hubiera fijado en ti y me hubiera enamorado de ti al solo verte... ¿Tu quieres estar conmigo?

Paul: Eres lo mejor que tengo. Tu eres mi mundo. Sólo tu con tus manos puedes curar mis heridas... Somos polos opuestos...

Yo: Pero los polos opuestos se atraen... Me prometes que estarás conmigo, ¿pase lo que pase?

Paul: Pase lo que pase.

Nos miramos fijamente a los ojos. Sus ojos viajaron por cada rincón de mi interior y finalmente abandonaron los míos para mirar mis labios. Sonreí y pasé la lengua nerviosa. Esbozó una pequeña sonrisa y me besó dulcemente. Lento, dulce... Mordió mi labio inferior y gemí en respuesta, este se paró veloz.

Paul: Tu labio... Lo siento en verdad yo -dijo tatamudeando.

Yo: Paul Lahote, cállese y besame.

No dudó ni un segundo y volvió a juntar nuestros labios en un beso. Caímos a la cama y me acomodé en el cojín. Paul levantó las sabanas y nos cubrió después él se tumbo en mi pecho y empezó a acariciar mi cintura mientras yo le acariciaba su cabeza.

Paul: La Imprimación, es más poderosa que el amor a primera vista... -dijo besando mi ombligo- Cuándo tú la ves, todo cambia -dijo besando mis pechos por encima de la camiseta- De repente ya no es la tierra quién te sostiene, si no ella -me besó el cuello- Nada más importa, harías cualquier cosa y serías cualquier cosa por ella -el lóbulo de mi oreja- Su amigo -besó mis ojos- Su hermano -besó mi nariz y cerré los ojos esperándole- Su protector -dijo besando mis labios.

Yo: Te amo.

Paul: No más que yo...

Me volvió a besar en la oscuridad de su habitación. Solamente se oían nuestros besos, sentía calor y como si Paul hubiera leído mi mente la ropa empezó a faltar. Todas pensaréis, hace pocas horas a estado a punto de matarte por un ataque de locura, no deberías estar aquí con él. Lo lamento, pero yo soy su impronta, su loba y él es mi lobo. El destino nos a querido así y por algo será, no le hagamos enfadar.
Entre gemidos, palabras dulces al oído y promesas, quedamos dormidos, el uno junto al otro. Nada nos separaría o eso creía yo.

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