Capítulo 30: Drake

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Cuando Sharon salió del bosque todavía sentía su corazón yendo a mil por hora, y no estaba segura sí era por los labios de aquel chico de ojos eléctricos que habían arrasado sobre los de ella, o porque el chico que conquistó su corazón en su pasado de humana, estaba huyendo de ella. Sharon miró por todas direcciones, incluso hacía el interior del bosque aunque sabía perfectamente que Helios no se encontraría ahí, pero la desesperación se estaba apoderando de la muchacha.

Ella sabía que dos meses atrás hubiera comenzado a correr sin dirección y a llamarlo cada cinco segundos con todas sus fuerzas. Pero hacía dos meses ella no tenía sus poderes desarrollados, y no podía ver la verdad con sus ojos cerrados. Así que bajó sus párpados y todo se volvió oscuro. Tal y como ella esperaba, una adrenalina le recorrió todas las venas del cuerpo, helando cualquier zona de su organismo, y las imágenes comenzaron a brotar delante de ella por arte de magia.

Egon corría por el camino que Sharon había recorrido hasta ahora, y una vez situado en el mismo lugar dónde se encontraba la muchacha de ojos esmeralda, no se detuvo como había hecho ésta, y siguió corriendo. Egon recorrió el prado de la Cascada Flotante y pasó entre las pequeñas deleiters que estaban entretenidas adornando la larga melena de Electra con una única trenza y flores a su alrededor, como sí se tratase de una hermosa princesa.

Electra se había levantado y llamaba a su hermano, pero éste no se detuvo y se dirigió por la cueva que había cruzar para volver a las tierras de su madre, dónde su escondite dónde ella podía ser libre, se terminaba y volvía a ser la persona hipócrita ante su madre. Sharon no esperó ni un instante más y abrió sus ojos. Algo le dijo que tenía que esperar que aquel muchacho de ojos eléctricos no había terminado de mostrarle la verdad, pero sus pies ya estaban avanzando a gran velocidad hacía la salida de la Cascada Flotante.

Sharon percibió como sus mechones se ondulaban al mismo tiempo en que sus pies se hundían en el pasto de la hierba y el viento le azotaba la cara. A los pocos segundos había llegado hasta dónde se encontraba las deleiters, y tal como estaba en su visión dedicó un segundo a comprobar cómo Evelyn y Azul terminaban la trenza que llegaba hasta la cintura de Electra y colocaban varias flores violetas y azules por su alrededor.

A diferencia de su misión, Evelyn fue quién llamó a la deleiter neutral y quién parecía que iba a correr detrás de ella. Pero Sharon ya estaba cruzando el oscuro y húmedo pasillo repleto de rocas, dónde al final del túnel oscuro se podía ver como litros y litros de agua caían en picado. Sharon pasó por el caminito que había pegado en uno de los extremos de la cueva de la cascada y salió a la superficie de nuevo.

Cuando saltó de las piedras negras y rocosas que formaban esa pequeña entrada a su paraíso, y sus pies tocaron un camino de tierra fina que la conduciría por un bosque hasta su poblado y su casa, divisó una silueta. Sharon miró al muchacho, tenía el cabello negro y unos ojos verdes muy intensos. Sin duda la mirada más intimidadora que había visto antes, aunque Sharon en esos momentos no se sentía así. Solamente podía percibir como su cuerpo se quedaba completamente clavado en el suelo al ver como aquel muchacho llevaba en sus brazos un cuerpo inconsciente que le caía la cabeza hacia atrás.

-Helios…- Sharon observó como el humano tenía sus ojos grisáceos cerrados y en como varios de sus mechones caían en picado sobre su cabeza, haciendo que perdiera la forma de esos rizos dorados que tanto amaba acariciar (o al menos ese es el recuerdo que ella tenía). Helios no parecía tener ninguna herida grave o algún rastro de sangre que indicase que estaba herido, pero obviamente Sharon no pudo evitar desprender sus preguntas al chico de cabello oscuro que la seguía mirando con diversión.- ¿Qué le has hecho…?- La voz de la chica no sonó débil. Sino todo lo contrario. La chica percibió como sus dientes encajaban a la perfección y se apretaban con fuerza de la ira retenida. Presintió como una brisa recorrió la palma de su mano y un objeto metálico aparecía entre sus dedos.

Deleiter: la dictadura del corazónTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon