Capítulo 17: Fuente

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Evelyn y Azul habían puesto al día a Sharon mientras Egon iba en busca de comida a un pueblo humano cerca de dónde se encontraba el bosque dónde se escondían. Aunque Azul al no poder hablar escuchaba a su amiga mientras fabricaba una corona con las flores que había recogido antes. Evelyn no pudo responder a todas las preguntas de Sharon. La chica le explicó que le era imposible saber cuanto tiempo habían pasado en este mundo mientras estaban en el reino de las brujas.

-Es que no lo entiendo... ¿cómo puede ser que allí no haya pasado ni un día y en nuestro reino las hojas de los árboles ya se estén poniendo naranjas?

-Cada reino tiene sus propias normas, Sharon.- La voz de Evelyn era paciente. Ahora la joven sabía que no era Egon el que se exasperaba por todo, era ella quién hacía poner así a la gente.- ¿por qué te crees que Egon y otros chicos del pasado o del futuro pueden coincidir en ese reino? No olvides que sí tu o yo nos fuéramos a su reino nos convertiríamos en lo que seríamos dentro de dos cientos años: polvo y cenizas.

-¿Y el reino de los corazones y las almas extraviadas también tiene sus propias normas a la hora de transcurrir el tiempo?

-Sí. Mis padres me solían citar versos de ese reino, pero no las recuerdo todas.- La chica cerró sus ojos e intentó hacer memoria.- “Almas y corazones buscando el camino hasta su otra mitad, caminaran por nuestro reino por toda la eternidad.” O: “La reina y sus deleiters coraxs serán tu mayor condena, que tu alma y tu corazón sean salvados de esta pena.”

-Todas esas citas suenan horribles.

-Sí, pero según las historias de mis padres ese reino es muy bonito. Dicen que los deleiters que pisen la tierra de ese reino su alma y su corazón se sentirán unidos a ese lugar. Como sí una fuerza sobrenatural te hiciera echar en falta ese reino y desearás volver.

-No sé que clase de deleiter le gustaría volver a un reino dónde los corazones y las almas son trozos de puzzle que buscan su otra pieza para ser completados.

-A lo mejor lo entendamos cuando pisemos esas tierras. Quién sabe.- Evelyn se encogió de hombros y se quedó mirando a Azul, quién ya casi tenía la corona de flores blancas con el polen rosado terminada.- “Recuerde el alma dormida

avise el seso y despierte

contemplando

cómo se pasa la vida,

cómo se llega la muerte

tan callando;

cuán presto se va el placer,

cómo, después de acordado

da dolor,

cómo, a nuestro parecer,

cualquiera tiempo pasado

fuer mejor.”

-Jorge Manrique, Coplas por la muerte de su padre. Adoro cada una de ellas.- Susurró Sharon al darse cuenta que ese fragmento era uno de los primeros que se encontraban en uno de los libros de poesía de su padre.- Mi padre me recitaba su poesía y me decía que teníamos mucho que aprender de este hombre. Yo por entonces no lograba entender el dolor de Manrique, pero cuando Helios dejó de respirar en mis brazos, todo cobró sentido.

-A mis padres también les gustaba mucho la poesía. De hecho mi madre componía melodías para cantar estos poemas. Tenía una voz tan dulce... Parecía un ángel en carne y huesos.

-¿Por eso te sabes tantos fragmentos de memoria? ¿Por qué te recuerdan a tus padres?

-Creo que la poesía es lo único que todavía me une a ellos.- Murmuró la chica con la mirada perdida entre las ramas y las hojas anaranjadas del otoño.- O quizá es mi desesperación por creer que ellos todavía siguen conmigo.

Deleiter: la dictadura del corazónWhere stories live. Discover now