Capítulos 26: Luz hipnotizadora

378 20 5
                                    

-Cogeos de las manos y cerrad los ojos. Sobretodo tú, Helios. Es la primera vez que transporto a un humano así que no se que consecuencias puede traer.

-¿Consecuencias?- La voz de Helios sonó irregular, y Sharon le aferró la mano. El joven bajó la mano y las observó. Las entrelazó con más fuerza y la muchacha le devolvió el apretón. Los dos alzaron sus ojos y se sonrieron.- Está bien. Estoy listo.

Sharon observó como Evelyn asentía con su cabecita y al mismo tiempo las dos deleiters cerraban sus ojos. La chica miró a Helios, él también los tenía cerrados con mucha fuerza. La chica desprendió una sonrisa y bajó sus párpados antes que una oscuridad la rodease. Sharon en seguida percibió como la adrenalina excitante y que rompía la voz de la chica recorría su cuerpo en segundos y los transportaba al inframundo. Aragnitus le había descrito a Evelyn como era la entrada una vez dentro en el Inframundo, justo dónde tenías que subirte a la barca del Barquero que llevaba a los muertos hasta la otra orilla, para que ella pudiera visualizarlo y transportarlos. La última vez lo había hecho Sharon por la chica de las coletas rosadas para llegar hasta la guarida de las brujas, pero Evelyn le explicó que cuando un deleiter neutral se adaptaba al poder otro deleiter con poderes e instintos desarrollados, agotaba al auténtico deleiter. Y Evelyn todavía no estaba recuperada del todo, y aunque no estaba muy segura sí le iba a salir bien, no les quedaban otra opción.

Finalmente, Sharon dejó de presentir esa adrenalina y sus pies volvían a estar en una superficie plana. Y fría, muy fría. Antes que ella abriera sus ojos ya no tenía la mano unida a la de Helios. El chico estaba en el suelo y sostenía su cabeza con ambas manos.

-¡Helios!- Sharon se agachó a su lado y lo cogió por el rostro. Estaba más pálido de lo normal y sus ojos grises se abrían y se cerraban todo el rato, como sí se estuviera despertando después de pasar años dormido.- ¿Estás bien?

-Solo está mareado.- Dijo Evelyn mientras observaba lo que les rodeaba. A Sharon ese gesto de la deleiter de trece años le recordó a Egon. El joven en cuanto llegaba a una zona nueva, comenzaba a observar detenidamente todo su entorno, al igual que estaba haciendo Evelyn.- Creo que no me he equivocado. Estamos en las puertas del Inframundo.

-Bien hecho, Evelyn.- La voz de Helios sonó un poco ahogada e hizo que Sharon volviera a prestarle atención. La joven se compadecía de él. La primera vez que Sharon había pasado un Portal de Evelyn que eran mucho más duros que los Portales del vacío, había sentido como el mundo daba vueltas y más vueltas y se vio obligada a sentarse en el suelo un prologado tiempo para recuperarse. Y su primera vez había sido transportada del lago del que venían en esos momentos a un prado ameno, lleno de flores y un cielo azul precioso. En cambio, dónde se encontraban ellos no había nada de agradable y hermoso.

Sharon ayudó a levantar a Helios del suelo y el chico se separó de ella, diciendo que ya estaba mejor. El muchacho se había colocado el escudo en la espalda y la espada en su funda que colgaba de su cintura. Sharon había imitado a Helios y llevaba su hacha colgada detrás de su espalda, lista para sacarla rápidamente en cualquier ataque sorpresa, y a Esmeralda, con su efectivo veneno reducido escondido en su aguijón, descansando sobre su hombro izquierdo.

La joven observó la sala en la que se encontraban. Detrás de ellos una enorme doble puerta recubierta de moho por la zona más baja y de enredaderas por la más superior, hacían darle la sensación a Sharon que era misión imposible abrir esa puerta. Sí ella pudiera cerrar sus ojos y ver a Egon en sus visiones sabría como abrirla, pero él se había marchado y por lo tanto sus poderes también.

-Sharon, mira...- Era Evelyn, quién le estaba señalando a varios metros de en frente de ellos una silueta que estaba en pie encima de un largo muelle de madera que flotaba sobre unas aguas negras.- Es el Barquero del Inframundo. Él nos tiene que cruzar el río.

Deleiter: la dictadura del corazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora