Capítulo 36: Una única alma

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Sharon sabía que hacía rato que estaba despierta, pero era como sí parte de ella todavía quisiera quedarse atrapada en ese sueño. La cabeza de Helios estaba apoyada en el regazo de Sharon, y ella estaba sentada sobre la hierba, acariciándole varios de sus mechones. Hacía una brisa agradable y no había ninguna nube que tapara ese cielo azul tan hermoso de verano.

La muchacha visualizó a la distancia una mariposa de colores marrones y naranjas que se acercaba a ellos. Pensó que iba a sobrevolarlos, pero fue vacilando por su alrededor hasta llegar a uno de los párpados cerrados de Helios. El chico sonrió, pero no abrió los ojos. Eran como supiera la verdad sin tener que abrir sus ojos y al mismo tiempo estuviera conectado con la naturaleza.

Sharon bufó sobre el rostro del muchacho y la mariposa desplegó de nuevo sus preciosas alas para salir volando lejos del humano y de ella. La chica siguió a esa criatura con la marida y de lejos se percató de una silueta. Dejó de prestar atención a la mariposa y forzó su vista para divisar los rasgos del rostro de un muchacho. De un deleiter.

Cuando vio la electricidad en sus ojos, Sharon pestañeó y decidió salir de ese sueño.

Estaba tumbada boca arriba, así que lo primero que vio fue un techo blanco en la oscuridad. Ella no recordaba que hubieran apagado las luces. Así que alguien había tenido que entrar a la habitación, observarles dormir abrazados y apagar la luz artificial. Sharon pensó en su padre y se sintió impotente porque no quería que él viera como Helios no solamente era importante para ella, sino que además seguía viviendo en su pasado. O al menos seguía queriendo hacerlo. Aunque ella sabía que la mitad de sus pensamientos, y palabras mencionadas en su mente la noche anterior, no eran ciertas.

Era una maldita deleiter, y eso ni Helios ni nadie lo iba a cambiar por mucho que su alma y corazón lo desease.

Sharon volteó su rostro hacía la dirección de Helios.  El chico estaba estirado hacía su costado, y varios de sus mechones dorados descansaban sobre su frente. Sus caras estaban separadas solamente por centímetros, así que podía escuchar cuando aspiraba y dejaba el aire recogido, fuera de él. También percibió la calidez de una mano sobre la tela de su vestido por la zona de su vientre. La chica llevó la suya hasta el brazo desnudo del chico y acarició el bello de éste. Helios estaba sumergido en un profundo sueño, y parecía que cualquier caricia de ella no iba a despertarle. Era su oportunidad para marcharse sin más despedidas.

La joven se fue separando poco a poco de él, y con cuidado dejó su mano sobre el cuerpo del chico. Sharon primero se sentó sobre la camilla, sintiendo como su cabeza daba vueltas, y después colocó sus pies sobre el suelo. Se irguió y sin recoger las faldas de su vestido, comenzó a caminar hacia la puerta de la enfermería que estaba abierta.

No había volteado su rostro para volver a mirar a Helios. Había una vez un deleiter que le había dicho que para cumplir sus objetivos nunca había que mirar atrás, y tampoco a tu alrededor. Sí pierdes a tu objetivo solo un segundo de tu vista, la suerte pueda cambiar de bando y alejarse de ti.

Las faldas de su vestido se arrastraron por las baldosas del laboratorio mientras caminaba por él. Alagnitis y Termin se estaban despertando poco a poco, pero para cuando fueron conscientes de la presencia de la muchacha, ella ya había salido del laboratorio y se encontraba en el pasadizo. Escogió el camino de la derecha y empezó a buscar su habitación.

Realmente Sharon no estaba intentando hacer memoria sobre el camino de vuelta a su cuarto. Más bien estaba pensando en todo lo que había pasado ayer en una sola noche. Había llegado aquí y además de conocer a su auténtico padre, conoció el origen de su “especie”, por así decirlo. Leonard se refería a ellos como  deleiters, pero más poderosos e igual de eternos que un Dios. Así que eso significaba que ¿eran mejores que los Dioses?

Deleiter: la dictadura del corazónWhere stories live. Discover now