Capítulo 34: Escarlata

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-¿Egon?- Sharon se dio la media vuelta y se quedo de rodillas encima de su cama.- ¿De verdad eres… tú?- La chica se fijo completamente en la silueta que se encontraba apoyada en la pared de brazos cruzados y con una de sus piernas también contra el muro blanco. Sus ojos azules eran mucho más intensos ante la oscuridad que circulaba la habitación, y pudo distinguir a Esmeralda sobre el hombro del muchacho.

-¿Es qué a caso no me diferencias de tus visiones, Sharon?- El chico se irguió y se acercó a la dirección de la muchacha mientras ella se bajaba de la cama.- ¿Qué sería capaz de abandonarte?

-Egon…- Sharon alzó su mano y la retuvo, pensando que todo esto solamente estaba siendo una jugada de su imaginación, o un precioso y cruel sueño.- ¿Estás aquí de verdad?

-Tócame, y compruébalo por ti misma.

Egon mostró un rostro liso y sin ninguna imperfección. Cada ángulo y cada pestañeó de sus oscuras cejas hacían más y más auténtico a ese chico. Sharon levantó de nuevo su mano y acarició uno de sus suaves pómulos. Era carne y hueso. No era una aparición como había sido cuando intentaba encontrar a las otras deleiters. Realmente Egon estaba ahí, y podía tocarle y presentir el aroma a lluvia.

-Dios, Egon.- Sharon se abalanzó al pecho del muchacho, y enseguida percibió la calidez de sus brazos rodearla por la espalda, apretándola más a él.- Te he echado tanto de menos…

-Tenemos que hablar, Sharon. Y muy seriamente.- Egon cogió a la chica de sus brazos y la separó de su cuerpo. Colocó sus manos en las mejillas de la joven y limpió cualquier rastro de lágrima.- No hay tiempo para llorar ¿entendido?- Sharon asintió con su cabeza, y terminó de limpiarse las últimas gotas saladas que resbalaban por sus mejillas.

-¿Cómo nos has encontrado? ¿Por qué nos hiciste creer a todas que no nos ayudarías a salvar a Helios?

-Sabía que tu hermano no jugaría limpio.- Egon se aproximo a la cama de Sharon y se sentó en ella, y a los pocos segundos la muchacha de cabellos oscuros lo imitó.- Estaba claro que todo esto iba a ser una trampa, pero no nos quedaba otra opción. Teníamos que dejarnos atrapar como ratas para llegar hasta aquí y salvar a Helios, pero odio que jueguen conmigo, así que decidí darle la vuelta a la partida de ajedrez:

Tu hermano fue lo suficiente estúpido para desvelarnos el punto más fuerte de un deleiter: su poder. Un deleiter que es capaz de leer la mente sin duda es uno de los más poderosos. Lo sabe todo, no hay secretos para él. Por eso tuve que haceros creer que no iría en vuestra búsqueda. Que no sentía nada de compasión ni por mi hermana, ni por las pequeñas deleiter, y tampoco por ti, Sharon. Aunque para serte sincero, me ofendió que creyeras que después de haberte explicado mi historia te dejaría que se alejases de mí tan fácilmente.

Os observé de lejos, y vi como mis sospechas se hicieron realidad. Evelyn, Azul y Electra fueron capturadas, y de ti se encargó personalmente Drake. Desaparecisteis en una nube negra, la misma que había absorbido a Helios y a tu hermano. Como sabes, yo voy improvisando sobre la marcha, pero en esos momentos era la primera vez que necesitaba un plan para poderos rescatar. Y cuando estaba entrando en un momento de desesperación porque no venía a mi ninguna idea brillante, un bicho feo como mil diablos e igual de minúsculo que un escorpión comenzó a escalar mi bota.

Esmeralda se había caído cuando Drake te cogió por detrás y te drogó para que perdieras el sentido. Ya tenía a Esmeralda, la criatura que estaba conectada a ti y que sería capaz de llevarme hasta donde tú estuvieras. Lo demás fue muy sencillo: busqué un deleiter transport y sujetó al Mienstotáuten entre sus manos, y cuando ya tenía el lugar visualizado que le transmitiste tú a Esmeralda a partir de vuestra conexión que solamente se rompería con la mismísima muerte, me abrió un Portal del vacío y lo cruce sin pensármelo dos veces.

Deleiter: la dictadura del corazónWhere stories live. Discover now