Capitulo cuarenta y cuatro:

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Asintió, como si comprendiera el punto al cual deseaba llegar.

—Creo que es algo en lo que jamás habíamos pensado pero muchas se sienten incomprendidas, estarán entre mujeres de su raza pero pocas de esas mujeres se esfuerzan en mostrarles comprensión. —No lo había visto de aquella manera pero no me sorprendió, Achilles tenía una buena forma de ver el mundo, de hacerte razonar—. La mayoría de las soñadoras adultas les dicen que esperen, que entenderan todo con el tiempo.

—Y no es lo que necesitan —dije para ver como asentía mientras miraba a una ventana que daba vista directamente al agua—. ¿Podemos dar una vuelta? Me reuniré con Alexander en media hora pero necesito despejarme un poco.

—Venga, soñadora. —Comenzó a caminar en dirección a la ventana y me pregunté a donde diablos quería ir, me sentía mal invadiendo sus pensamientos por lo cual intentaba evitar hacerlo algo que costaba demasiado. Se sentía como tener que reforzar un muro que se iba deteriorando poco a poco, todo con tal de mantenerte unicamente con tus pensamientos.

Si una persona algunas veces puede unicamente lidiar con sus pensamientos no quieren ni imaginar lo que se siente lidiar con los pensamientos de todo aquel que te rodea.

Abrió la ventana y salió de esta con facilidad, por un momento me asuste, pensé que saltaría y yo no sabría como actuar pero con esa misma rápidez que creí que saltaría comprendí que debajo de la ventana comenzaba el techo del piso de abajo, algo tipico en Grecia.

Solté un suspiro cuando vi que salió y me sonrió, invitandome de manera silenciosa a que hiciera lo mismo.

No lo dude mientras salía e intentaba mantener el equilibrio. Apoyo su mano en mi antebrazo mientras me guiaba al borde de aquel material y me hacía sentarme, tal vez no había dirigido mi vista al suelo cuando lo hacía pero, cuando me decidí a hacerlo, sentí que me iba a morir en aquel mismo momento.

Estaba sentada en el borde, con mis piernas colgando y el suelo, el jodido suelo, parecía estar a unos doce metros o aún más.

—Santa mierda.

—No la mires como una caida fatal, mirala como una altura increíble —dijo mientras se inclinaba hacía atrás y recargaba su peso en ambos codos—. ¿Todo ha estado bien en su vida, soñadora?

No pude evitar soltar una pequeña risa mientras sentía una leve brisa acariciar mi rostro. Cerré los ojos dispuesta a disfrutar aquella sensación y negué con mi cabeza.

—Nada esta bien en mi vida desde hace mucho tiempo pero todo depende de adaptarse a los cambios, de actuar sobre la marcha y notar que aquella situación que tienes en frente solo puede empeorar si así tu lo decides, si no pones de tu parte.

—Tiene razón, no lo había visto de esa forma.

Era complicado verlo de aquella manera, el primer instinto es replicar, el segundo es actuar.

—¿Qué me dices de las Dreamers? —pregunté mientras abría los ojos y dirigía mi vista a él para ver que ya me estaba observando con atención—. ¿Crees que encuentren su camino?

—Lo harán, pero dudo que lo hagan ahora —respondió—. No tienen una guía y se sienten llenas de rencor con el mundo, rencor por ser quienes les toco ser. No creo que sean capaces de ver lo especiales que son.

—Las personas especiales no tienen ni idea de cuan especiales son, parecen incapaces de verlo —susurré, sintiendo que en aquel lugar no había necesidad de gritar—. Así que, ¿crees que necesiten una guía?

—Necesitan ser comprendidas —aclaró—. Han crecido escuchando como serán los cambios, como deben adaptarse y como deben pensar pero nadie jamás les contó como se sienten esos cambios, como pueden tomarte con la guardia baja. Les han dicho que hacer, pero no les han dicho como puedes sentirte en aquel momento.

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