Capitulo treinta y ocho :

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No sabía si aquello me decepcionaba o no.

—No me estoy escapando, sabes que debo salir —respondí pero no hizo ningún gesto respecto a lo que había dicho.

Después de un par de segundos asintió y se dejó apoyar contra la pared frente a la habitación. Su pierna se dobló para permitirle apoyar su pie de forma cómoda en la superficie.

Era bueno que Alexander o el niño de los labios del pecado no lo vieran o morirían al pensar en como la pared quedaría marcada por sus botas al estilo militar.

—Se que necesitas salir, no me gustaría estar en tu posición pero, esto no se ve nada bien.

Intente saber a que se refería pero en cuanto lo intente mi mente pareció chocar con un muro que Agramon había levantado, un muro que yo no podía atravesar.

—¿A donde quieres llegar, Agramon?

—A que cualquier mujer, dreamer o no, creerá que su chico le mete los cuernos si desaparece varias noches seguidas.

¿El realmente estaba insinuando que le sería infiel a Jazzlyn?

—No —respondió al ver que mis pensamientos aún le eran visibles—. Estoy insinuando lo que pasara por su mente muy pronto y debes tener cuidado con eso.

Levante el muro que me protegía de su mente mientras mís puños quedaban firmes a mis costados. Sabia que tenía razón pero también sabía que no podía darle explicaciones porque las cosas podrían empeorar notoriamente.

Ella había visto más maldad de la necesaria y yo no seguiría permitiendo aquello si podía evitarlo.

—Tan solo cuida que nadie sospechoso se acerque a ella —dije con rapidez mientras chequeaba que la pistola estuviera oculta en mi espalda baja—. Solo Alexander es de mi confianza y por lo tanto de la tuya. Cualquier otra persona es peligrosa, ¿entendido?

—Ella esta aprendiendo a protegerse por si misma, no la subestimes.

No se trataba de subestimar o no, se trataba de los límites que las personas están dispuestas a cruzar con tal de acercarse a alguien como ella. El mundo, las vidas del mismo, estaban en sus manos. Ella era la única persona que tenía total protección sobre el mundo y mientras ella siguiera con vida las cosas no cruzarían los límites entre el bien y el mal, tan solo se mantenían allí, tambaleantes.

—No la subestimo, tan solo no voy a descuidarla cuando se lo valiosa que es.

—Tu no la cuidas tan solo por eso, Abaddon. No soy quien para decirlo así que vete antes que me hagas enfadar con tu estúpida ignorancia propia.

El no entendía mis motivos, y dudaba que algún día lo hiciera.

—Tan solo cuidala mientras estoy fuera.

Lo vi asentir mientras caminaba en dirección a su habitación. Sus murallas cayeron mientras sus pensamientos se exponían a mi de manera voluntaria.

El me estaba demostrando que la protegería con su vida sin importar qué y sabía que lo haría. Tendríamos distintos motivos pero el estaba tan interesado como yo en mantenerla sana y salva.

Mire mi reloj antes de salir, tenía tan solo cinco horas y esperaba que fueran suficientes.

(...)

Sentía en cada parte de mi cuerpo que algo dolía aunque no era capaz de reconocer si era algo en especifico. Sentía urgencia por entrar a mi coche sin mirar que, detrás de mi, había más de una persona yendo a mejor vida.

No entendía porque me sentía tan mal cuando debería ser todo lo contrario pero no le tome importancia mientras obedecía a mi urgencia y después de entrar al coche aceleraba en dirección a la fortaleza.

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