Cómo asesinar a un Oso

9.7K 1.1K 354
                                    


Un terrible "Guayabo", esa es la definición intrínsecamente venezolana de lo que sentía. Nunca he entendido por qué motivo se le dice así, técnicamente un "Guayabo" es un árbol de guayabas, pero también se entiende en Venezuela por "Un dolor muy grande por causa de un amor".

En este caso, mi "Guayabo" tenía nombre y apellido: Oliver Moore.

Esa mañana tenía una confusión de emociones, todas terriblemente dolorosas. Que yo volviera a tropezarme con la misma piedra una y otra vez me hacía sentir patéticamente estúpido. Mi orgullo estaba por el piso y mi autoestima bajaba por el subsuelo, creo que hasta atravesó el otro extremo de la tierra y llegó a China. Estaba perdido, me había enamorado de Oliver, mi muy cretino dios griego, que con su tonta palabrería me había conquistado como si yo fuera un tonto adolescente. Pero no, soy un hombre adulto que resulté ser el entretenimiento fácil de alguien.

Estaba allí acostado en la cama a las 6:30 esa mañana, intentando decirle a mi cuerpo que tenía que levantarse a enfrentar su realidad. No me extraña que desobedeciera esa orden directa de mi cerebro, el corazón era el que estaba a cargo y no tenía intenciones de pararse de la cama. Tenía que ir a trabajar y entre otras cosas me tropezaría con...ese idiota antes de subir al ascensor, haciéndome recordar los pocos pero intensos momentos que vivimos. También vería a mis amigos observándome con lastima. Luego tenía que ir a casa de mis padres, allí tendría que explicarles que todo fue una basura, que no tengo un novio apuesto y rico, que mi abuela no tendría su nieto chino y que yo seguía siendo el mismo tipo friki fracasado que aun leía historietas, compraba jugueticos y que seguramente moriría sólo, bueno, con un puto gato encerrado en este departamento.

Entonces, la mirada sensual y lujuriosa de Ezio Auditore frente a mi cama me hizo despertar de mi letargo. ¡No! ¡No le daría el gusto! ¡No me quedaría aquí derrotado! Me levanté y me preparé para irme a trabajar. Me sacaría este dolor del pecho como fuera, o si no, lo trasformaría en mucho odio, lo que sucediera primero. Lo que si era bien cierto es que no derramaría ni una lágrima por ese idiota, no lo había hecho antes por ningún hombre, ni siquiera por mi padre, no lo haría ahora por ese infeliz.

Luego que me vestí y le dejé comida al gato, baje a desayunar al Starbucks. Llegué mirando a mi alrededor no fuera que tuviera un desagradable encuentro con...ese idiota. Pero no, no estaba. ¿Por qué habría de estar? ¡Ya descubrí su mentira y no seguiría su juego! No tenía nada que hacer aquí ¡Ni que yo le importara realmente!

Tanisha ya sabía lo que había ocurrido. Le conté todo el mismo día yendo a su casa en la noche. Era una buena amiga, alguien especial con quien podía desahogarme. Cuando llegué me miró con mucha ternura.

—¿Cómo te sientes hoy mi vida?

—Bueno, digamos que bien. No dejaré que lo que ocurrió con...ese idiota me derribe. Lo olvidaré pronto y retomaré mi vida. ¡Eso es todo!

—¡Me agrada escucharte así, Emi! ¡Es sólo otro imbecil más! ¡Seguro encontrarás alguien que si te valore muy pronto! ¡Estoy segura de eso! ¿Te gustaría que saliéramos esta noche? ¡Podríamos tomarnos algo y conversar un rato! ¿Qué dices, Emi?

—Bueno...¡Sí! ¿Por qué no? Creo que hoy trabajamos sólo media tarde. Te pasaré buscando...¡Ahora espero un buen desayuno! ¡Quiero algo que tenga mucha, pero mucha jodida CARNE! ¡Entre más animales muertos tenga mi desayuno me sentiré mejor!

—¡Wow! ¡Que carnívoro tan adorable! Te daré un Panini Portobello con doble tocino ahumado... ¡Y mucha mayonesa!

—¿Sabes que te amo? ¿Verdad?

"Nada en Común 2"Where stories live. Discover now