4| Se me nota todo.

Start from the beginning
                                    

—¿Y qué? ¿Cómo te está yendo en la escuela? No recuerdo haberte visto llegar muy contenta que digamos en los últimos días.

Alzo mí vista hasta donde está José que se mete un pedazo de pasta a la boca. Sophia tiene su mirada también puesta en mí.

—¿Qué andas inventando? Todo marcha perfecto.

—¿Ajá? — dice Sophia entrecerrando los ojos.

—Rosebeth, ¿crees que somos tontos? Te vimos llegar con el uniforme el otro día roto y con la cara marcada. ¿Qué está sucediendo?

Quisiera salir corriendo y volar lo más alto que pueda. No me gusta mentirle a las personas y mucho menos a ellos. Jamás les he mentido, pero es necesario hacerlo. No puedo permitir que hablen con mis padres, porque sino todo esto acabaría en un abrir y cerrar de ojos.

—No sucede nada, José. No veas cosas donde no las hay.

Tiro el tenedor sobre el plato y me levanto de manera brusca. Las ganas de llorar se han apoderado de mí de una sobremanera. Me siento humillada, pero no por mis amigos, sino por todo lo que me ha sucedido en la escuela. Me es triste tener que ocultarles esto, ocultarles lo que se vive actualmente en las escuelas, pero no quiero perder lo más por lo menos.

Subo hasta mi cuarto escuchando cómo José y Sophia hablan de lo que me está sucediendo. Ambos saben lo que sucede, no son estúpidos.

(.)

La clase de historia es muy buena, pero aburrida. No sé si es por el maestro o qué, pero realmente necesitan hacer algo. La monotonía no es lo mío.

—Estudiantes, ¿alguien puede decirme cómo se dice igualdad en francés? — pregunta el maestro con una lentitud terrible.

Todos alzan la mano al mismo tiempo. Tanto así que me veo en la obligación de hacerlo. Nótese el sarcasmo, no todos a la vez, por favor. ¿En serio solamente yo voluntariamente lo hice?

—Égalité — digo después de que el maestro me indicara el turno. Aunque... ¿a quién más se lo iba a dar?

—Gracias señorita... — lo deja incompleto ya que desconoce mi apellido. Lentamente giro mis ojos.

—Clintfort. Azul Clintfort — digo con una sonrisa no tan sincera que digamos.

Sé hablar varios idiomas ya que mis padres me obligaron a aprenderlos porque ellos viajaban demasiado y yo necesitaba tener el conocimiento de algunos lenguajes. Lo bueno de todo era que al aprenderlos, las maestras eran muy eficientes y buenas. Eso sí, la que me enseñó alemán era pésima. Me odiaba, tanto así que llegó a pegarme con la regla en las manos porque pronuncié algo mal.

El maestro continúa con su clase hablando de muchas cosas. Comienza a hablar de la historia de Francia, cosa que ya me sé y por eso decido ignorar todo lo que habla.

Esta es mi última clase del día lo que quiere decir que ya la práctica de fútbol tuvo que haber comenzado. Según el reloj colgado en la pared, son las dos y treinta.

—Muy bien alumnos, eso es todo por hoy. — habla el profesor para luego todos salir como perros enjaulados.

Yo solo salgo a paso normal de ahí con todos los libros en mi pecho y mi mochila en mi espalda. Me dirijo al campo de fútbol de la escuela, sé que es estúpido presentarme, pero quiero saber para qué me invitó Jake a acá.

Sentada en las gradas, puedo observar que esto no está nada de lleno. Solo hay algunas personas dispersas y la mayoría de ellas son parejas besándose o haciendo cualquier cosa que hacen los novios. Diviso a los chicos todos sudados y con sus caras coloradas debido al ejercicio físico que hacen. Echo mis espejuelos nuevos hacia atrás con un dedo y retiro mi flequillo del rostro. Las trenzas que llevo, las echo para la parte de mi espalda, no quiero saber del cabello.

Una nerd con doble identidad.Where stories live. Discover now