Bienvenido.

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Faltaban tres días exactos para nochebuena, al final de cuentas mi madre había aceptado poder irme con Cameron a Brooklyn con la única condición de ayudar a solventar los gastos del departamento donde viviríamos ¿Que cómo la había convencido para poder ir? Resulta que a mi madre se le encoje el corazón cada vez que ve a una persona llorando. Cameron se arrodilló y se puso a llorar implorándole a mi mamá que me dejara ir, justo como si fuera un niño de seis año y no uno de veinte; después, Sofi comenzó a llorar y todo se hizo un lío que terminó en convencer a Elizabeth.

Y ahora llevaba la cuenta regresiva para llevar mi trasero lejos de Canadá; un mes para mudarme allá, dos meses para hacer los exámenes de ingreso y cuatro para comenzar mi nueva vida. Todo mi futuro se resume en cuatro meses. Cuatro.

Era sábado, así que me encontraba acostada y tratando de levantarme sin tanto éxito. Tenía mis ojos cerrados y contaba mentalmente para levantarme. Uno, dos, tres... Nada. Un escandaloso ruido hizo que abriera los ojos y me sentara en mi cama. Entonces la voz de Cameron hizo que mis sensores de alerta se activaran y caminara hacia la ventana para poder ver qué era lo que pasaba.

-Guiden, ¿cuánto tiempo estarás con tu familia?

-No lo sé Cam.- tomó una de sus grandes maletas y la subió a una camioneta vieja.- Tal vez todo el mes, o hasta febrero. Mis padres quieren que entre a la universidad allá en California y los exámenes son en febrero.

-Eso está genial, Guid.-le dio un abrazo.- Fue un gusto haber vivido contigo estos dos años, viejo. Feliz navidad y año nuevo. Te extrañaré.

-Adios, Cam.- se subió a la camioneta y partió dejando a Cameron solo en el jardin de su casa.

Y otra vez me encontraba ahí, convencida de que Cameron era el chico más guapo que había conocido en toda su vida. Y es que, con esos ojos azules que contrastaban con su melena larga y negra, podía conquistar a quien sea. Realmente él no era conciente de lo guapo que era, y eso le brindaba cierta ventaja ya que la mayoría de los chicos que eran guapos eran unos capullos imbéciles, metrosexuales, o simplemente gays. Era tan injusta la vida.

-Así que espiando al vecino, eh ducky.- Justin se encontraba detrás de mí con una sonrisa sancarrona.

-Yo...-me quedé congelada y un puñado de piedras se asentó en mi estómago.-¡No!

-Claro, no te preocupes que yo hago lo mismo con nuestra vecina.- se regargó en el marco de mi puerta, pareciendo un modelo de revista o algo parecido. A veces me pregunto si yo soy adopata.

-¿Con la señora Ginger? Justin...¿con la señora Ginger?¡Está casada y tiene tres hijos!

-Hey, tranquila.-soltó una carcajada- ¿No le has visto el trasero?

-Qué asco, Justin.

-Mamá quiere que bajes, y el abuelo quiere chocolate.

-Cameron le trajo dos  docenas de chocolate hace tres días...

-Bueno, es el abuelo. Así que cámbiate y baja rápido.-salió y antes de poder decir otra cosa,  algo me golpeó la cabeza.

-¡Auch!- volteé hacia mi ventana y vi a una pequeña ardilla observándome con sus grandes ojos.- Tranquila, pequeña. Eso ha dolido.

-¿Así que hablas con los animales?

-Sí, es mi don especial.- le sonreí a Cameron, quien se encontraba ahora lavando su coche.- A decir verdad es mi súper poder, era un secreto así que ahora deberé matarte.

-Demonios, ahora no podre irme a Brooklyn con mi ardiente compañera.

-Bueno, supongo que ella entenderá- soltó una carcajada, cada vez que se reía un oyuelo se le formaba en la mejilla derecha y su labio superior izquierdo se levantaba levenmente más que el derecho, era totalmente encantador.

Gay por conveniencia [ SIN EDITAR ] Where stories live. Discover now