Azul como la noche.

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Hasta el segundo día después de mi llegada a Canadá había pasado relativamente tranquilo, sin contar con la infinidad de veces que había escuchado a mi madre mencionar lo "fantástico" que sería vivir en aquél lugar (había mencionado esa palabra unas cien mil veces en un día, no exagero). Yo sólo sentía algo en esos momentos: frío, y mucho. Me había prepara un tazón de palomitas de maíz y me dispuse a ver una película.

-¡No lo puedo creer!- chilló Elizabeth por tercera vez- ¿ya vieron lo fantásticos que son nuestros vecinos?, tienen esos pequeños gnomos en el jardín.

-Madre- ella me miró con un deje de recelo.- Tener gnomos no es para nada fantástico, y mucho menos si ni siquiera le has hablado a esas personas.

-No seas tan dura, hermanita- Justin iba saliendo de la cocina con una porción de pizza fría-. Quién sabe, a lo mejor el amor de tu vida está del otro lado.-dijo señalando burlón hacia la casa de al lado.

Solté una sonora carcajada llena de ironía.

-¿Qué?, ¡patrañas!

-Bayley Jessamine Lee, nada de malas palabras.- dijo mi madre con reproche

-Lo siento, mamá. Pero es verdad; todo eso del amor entre vecinos son puras tonterías.- dije arrastrando las palabras y arrugando la nariz.- Es tan cliché.

-Yo había escrito una historia sobre eso, me habría resultado de maravilla si el estúpido de Ken hubiera entregado a tiempo el escrito.- se quedó pensativa un segundo.

-Mamá.-ella salió de su transe y volteó a verme con el ceño aún fruncido.- acabas de maldecir.

-Sí, lo he hecho.-sonrió para sí misma.

-Creía que nada de maldiciones en la casa.

-Soy mayor y también tu madre, la regla no es válida para mí.

-Pero...-antes de que pudiera contestar, Justin se dejó caer a un lado de mí, provocando que mi festín de comida chatarra se desparramara por todo el suelo.

-Uy, lo siento.-me sonrió a medias y se giró evitando mi mirada asesina.

-Deberás recoger eso más tarde, Justin.-dijo mi madre.- Y Bayley...-esa voz yo la conocía, sonaba como, como...- creo que se me antojaron unas palomitas.

Justamente a eso sonaba, las tres reglas de dominación y persuasión. Básicamente se basaban en tres cosas: Recordar, persuadir y mandar sin recibir una negación a cambio.

-Mamá, no va a funcionar.

-¿De qué estás hablando, cariño?- se inclinó hasta mi altura y me acarició la mejilla.

-De eso.- dije disgustada mientras me alejaba de su mano y me levantaba del sillón.- Sea lo que sea en lo que estás pensando, es un no.

-Bayley, es necesario que tomes en serio nuestro nuevo cambio, es muy importante para mí.- ahí está la primera etapa: Recordar.- Y quiero que mientras estés aquí lo interpretes de una buena manera, por lo menos hasta que decidas tu universidad.- Etapa dos: Persuasión.- Quiero que te dirijas a la casa de los vecinos y trates de conseguir una taza de maíz.- ¿Ahora entienden?

-Espera, ¿qué?- me quedé con la boca abierta.- Elizabeth, esa es sin duda la forma más extraña de acerarse a un vecino. En todo caso ¿no es azúcar el que debemos pedir?

-¿Prefieres pedir azúcar?- me dio una sonrisa burlona, mi madre se estaba divirtiendo con todo el asunto.

-¡No!, sólo quiero quedarme en mi habitación y dormir lo que me quedan en las vacaciones.

-No puedes hacer eso.- hizo una mueca- Por qué no sales a caminar, haces amigas y vas de compras, o puedes hacer algo de ejercicio.

-¿Me estás diciendo gorda?- sabía que le estaba dando vueltas al asunto, pero no quería ver cómo mi madre ganaba la discusión.

-Dios, qué terca eres.- dijo Justin desde el sofá- sólo sal a pedir un maldito tazón de maíz.

-Mamá, Justin acaba de maldecir.-dije maliciosa y le saqué la lengua a mi hermano.

-Bayley acaba de sacarme la lengua...

-Dios...-dijo mi madre exasperada.

-Mamá, sólo quiero disfrutar lo que me queda de mis vacaciones.

-Lo sé, pero por lo menos inténtalo, ¿quieres?- su voz ahora sonaba cansada y un tanto preocupada, ¿a caso a mi madre le preocupaba que no tuviera tantos amigos?

-Está bien.- accedí- iré.

-Maravilloso.-me sonrió radiante, como si la expresión anterior jamás hubiera ocurrido.- iré por el tazón.

Estaba parada desde hace diez minutos afuera de la casa de mi vecino pensando en cómo iba a pedir maíz.

Cuando por fin me animé a tocar el timbre, la perilla de la puerta giró y ésta se abrió. Lo primero que vi fueron unos ojos azul oscuro, casi como la noche.

-Hola.- sonreí exageradamente, y estuve a punto de pedir que la tierra me tragara por completo.

-Hey, tú.-me devolvió la sonrisa, en ese momento mi corazón se aceleró y sentí que mis pies hormigueaban.

-Y-Yo...- me quedé embobada unos segundos, entonces reaccioné- vine para preguntar si tenías un poco de maíz para palomitas.- extendí el tazón a la altura de su cara, evitando que notara mi rostro sonrojado.

-Ah.-carraspeó un momento y vaciló.- Así que es por eso que has estado más de diez minutos afuera de mi casa. Creía que mi compañero se estaba volviendo paranóico, o algo, al decirme que había una linda chica afuera de nuestra casa; aunque déjame decir que esta es una forma un poco común para acercarte a alguien. ¿No es azúcar lo que se pide?

-¿Qué?

No, no, no. No puede estar pasándome esto. Era oficial, quería que la tierra me tragara y me escupiera en alguna pizzería, lejos de aquí.

-Nada, pasa.- me sonrió y tomó el recipiente, para luego extender su brazo hacia mí con ademán de saludo.- Soy Cameron.

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Chicuelos cochinotes, aquí está un nuevo capítulo. Sé que no he escrito mucho y en serio lo siento como no tienen una idea :c pero la escuela me a traído como loca.

Saben que los quiero con todo mi jart y así :3 No olviden votar, comentar y compartir, graaacias :)

Manden mensaje si quieren que ponga algo en la novela, recuerden que es de todos éste trabajo :3

Los amo, Mrs. Breathless <3

Gay por conveniencia [ SIN EDITAR ] Where stories live. Discover now