Punto para Bay.

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Un leve repiqueteo me despertó por la mañana.

Comecé a abrir de mala gana mis ojos encontrándome con un destello de luz.

-Bayley, cariño.-la dulce voz de mi madre se oía a lo lejos, o simplemente seguía en mi quinto sueño.- Vamos, apúrate o perderás el avión.

Fue ahí cuando reaccioné. Era hoy, el día de la mudanza.

-Sí, claro.-me levanté con todos los esfuerzos que mi cuerpo cansado me permitía.

Cuando estuve sentada, un ligero bulto se acomodó a mi lado tomándome por sorpresa. Sofi se encontraba mirándome con sus grandes ojos mientras me enseñaba su único diente en una hermosa sonrisa.

-Bay, ¿tienes todo listo.-asentí mientras memorizaba y repasaba una vez más todo lo que llevaría.

Contemplé todo mi alrededor mientras acariciaba la cabecita de mi pequeña hermana. Las paredes de mi habitación están lipias al igual del ropero y las maletas con mis pertenencias están a un lado de mi puerta. Ver mi habotación tan sola y vacía hizo que un pedazo de mi corazón se rompiera e hiciera un hueco.

-Mamá- dije en un susurro, ella volteó hacia mi con un semblante de evidente nostalgia- Te quiero.

-Yo te quiero más, mi pequeña ducky.-me abrazó por unos largos segundos.

Nos dirigimos al coche, Justin y papá nos ayudaron a meter mi equipaje a la mini van. Cameron ya estaba en su coche al otro lado de la calle, me saludó con la mano y una deslumbrante sonrisa.

-Bien.-dijo Derek ya una vez dentro del coche.- Vamos, una nueva y magnífica historia de aventuras te espera.

-¡Diablos, Duck!- Justin me dio un leve golpe en mi brazo.- La niñata ya está creciendo.

-Cállate, Justin.

Arrancamos y nos encaminamos al aeropuerto, Cam nos seguía por atrás. Durante todo el camino estuve viendo por el vidrio trasero del auto y le hacía caras extrañas a mi mejor amigo, algunas veces él me las correspondía y otras simplemente soltaba carcajadas.

Ya una vez en el aeropuerto me despedí de mis padres, mi hermano e incluso de mi hermana menor. Hacía ya unos seis días, mi abuelo se había regresado a duraspenas a su asilo y me había despedido de él.

-Adiós, mi niña.- Estaba claro que mi madre estaba conteniendo sus lágrimas, un gran esfuerzo.- Llámame cuando estén los dos en casa.

Casa, mi propia casa, nuestra casa. De Cam y mía.

-Cameron, cuida a la rara.-le dijo Justin a Cam.- Es algo molesta, pero sigue siendo mi hermana y la quiero.

-Tenlo por seguro.- le palmeó la espalda.- La cuidaré como mi propia vida.

Nos despedimos una vez más de todos y abordamos nuestro vuelo.

Estoy a punto de comenzar mi propia vida y nada puede salir mal. Nada.

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Mierda, esto está muy mal.

Era Jueves a medio día y habían pasado exactamente una semana desde la mudanza. Estaba hecha un manojo de nervios, puesto que el sábado era nuestro examen de admisión. Estaban ocurriendo dos cosas terribles: Cameron no había estado estudiando y al muy estúpido se le había ocurrido hacer una "pequeña reunión de bienvenida". Aunque ambos sabíamos que eso terminaría en una mega fiesta como en la casa de su abuela. Lo peor de todo era que el viernes, o sea al día siguiente, teníamos el dichoso examen de admisión.

Gay por conveniencia [ SIN EDITAR ] Όπου ζουν οι ιστορίες. Ανακάλυψε τώρα