Parte 6. Narración de los Hechos de la TARDE del 26 de Octubre

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—Pues esperemos que aciertes —dije.

Minutos después llegábamos a la puerta de la peluquería.

—No son los chinos del autobús —nos informó Parker al vernos llegar—. Así se lo ha dicho la abuela Deveró a Towal mientras le daba de comer un Rostbeff con compota de manzana —sonrió.

—Eso que se lleva, por un día ha comido decentemente —bromeé.

—Bueno, veamos si por este camino tenemos algo más de suerte —dijo Rot abriendo la puerta de la peluquería y dejándonos pasar. Mientras Parker y yo preguntamos y nos presentamos a la encargada, Rot se quedó unos segundos observando a los empleados. Dos chicas y dos chicos. Menos una de las chicas, los otros tres cuadraban con la constitución física del asesino.

—Sí, es la señora Newell —confirmó la encargada al mostrarle una fotografía. Rot se unió en ese momento a nosotros—. Una de nuestras mejores clientas. Dios mío... ha muerto... —murmuró con lo que podría ser sincera tristeza.

—Sabemos que ayer estuvo aquí —informé.

—Sí, quería una sesión de manicura y....

—¿Quién la atendió? —cortó Rot, sin interés en los servicios que había recibido Newell.

—Gisella —dijo al tiempo que con un gesto llamaba a una de las chicas. Gisella se acercó con paso rápido.

—Hola Gisella, él es el agente Parker, ella la detective Sanchez y yo Rot —nos presentó Rot—. Ayer atendiste a Hellen Newell, ¿verdad? —la chica se limitó a asentir cohibida—. Te parecerá una tontería lo que te vamos a preguntar —advirtió Rot—, pero quiero que hagas memoria, es muy importante —la chica volvió a asentir—. La señora Newell... —Rot buscó las palabras— ¿fue maleducada, o te ofendió o dijo alguna impertinencia? —Gisella, como había adivinado Rot, se sorprendió por la pregunta. Pero obediente, pensó su respuesta unos segundos.

—Pues... no sé... —dijo dudando y mirando de soslayo a su jefa. Rot la sonrió para generar un poco de confianza—. Lo normal, la verdad...

—¡Gisella! —increpó la encargada.

—No se preocupe —la calmé con un gesto de la mano—. Sabemos que la señora Newell no tenía un carácter... fácil, digamos.

—Gisella, me refiero a algo fuera de lo normal —continuó Rot—. Me refiero a un gesto, un comentario o algo que pudiera haberte molestado y ofendido más de lo normal —Rot enfatizó las últimas palabras—. A ti o cualquier otro —dijo mirando al resto de compañeros.

—No, señor. Nada destacable —Rot torció el gesto, tenía esperanzas en encontrar un pequeño hilo del que tirar.

—Y usted —Rot miró a la encargada—, ¿vio o escuchó algo que...?

—No, detective. Tratamos de ser discretos y no fijarnos demasiado... Nos limitamos a hacer nuestro trabajo. La discreción en mi trabajo es vital... —dijo recriminando con su mirada a Gisella.

—Sí, claro —se me escapó, provocando la sonrisa de Parker.

—Es cierto que nuestras clientes nos cuentan muchas intimidades, me gusta pensar que también damos cierto servicio de... terapia, por decirlo así.... Pero cuando termina la sesión... termina el cotilleo —contestó algo ofendida. Rot, viendo que el resto de empleados y clientes estaban con la oreja puesta, aprovechó.

Palomas y GorrionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora