Parte 2. Narración de los hechos de la tarde del 24 de octubre.

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- La historia ha sido actualizada y reeditada en marzo de 2023 -

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***


Sobre las 15:30h llegamos al Dinamic Trade Bank, lugar de trabajo de Lucas Barrow. Hablamos con su jefe y compañeros, un total de 10 u 11 personas. No fue demasiado útil. Gracias a uno de los compañeros, el que parecía más cercano a la víctima, confirmamos que Barrow pasaba un mal momento. Por culpa de las drogas, en los últimos meses Barrow estaba tomando decisiones confusas y erróneas, tanto para la empresa como en sus propias inversiones. El jefe nos informó que había sido advertido y estaba en la picota, se le había acabado el crédito en la empresa y su despido era inminente.

Como era de esperar, todos sus compañeros negaron el consumo de drogas o posibles trapicheos en la oficina, pero tal mentira no perturbó a Rot lo más mínimo, estaba convencido que la trama de las drogas no nos llevaría a ningún lado. Pedimos una lista con los datos personales de sus compañeros y nos fuimos a la comisaría.

Cuando aparcamos el coche, Rot cambió de idea. Entrar en la oficina era un trago que no tenía ninguna gana de pasar, entendía aquella sensación que tienes cuando un montón de miradas se posan lánguidas sobre ti.

—Se ha hecho tarde —me dijo—, te invito a cenar algo en el puesto de Juan y hablamos —sugirió como si fuera una orden. Acepté. Juan era un puesto callejero de comida china, el pobre Juan no se llamaba así, pero se parecía mucho y al final todos le llamábamos Juan. Con unos tallarines y un par de rollitos, nos apoyamos en la barra metálica que tenía el puesto. Rot sacó su libreta e hizo un repaso de las notas mientras yo abría la comida.

—Bien, especulemos —dijo cerrando la libreta—. Te cuento lo que pienso. Soy una especie de ermitaño, un lobo solitario, no me gusta relacionarme mucho, pero no soy asocial. Clase media o baja. Paso desapercibido en un barrio obrero y en un autobús. Me molestan los maleducados o prepotentes. No tengo antecedentes...

—¿Por qué no los tienes? —interrumpí.

—Cierto, no debería descartarlo, pero intuyo que es así. Creo que, por estúpido que parezca y aunque no tenga pruebas, es el primer delito que comete el asesino.

—¿En qué te basas? —insistí.

—En mi experiencia —contestó Rot—. Las circunstancias y el escenario donde se produjo el asesinato, dan coherencia a esta idea. Le mata delante de 40 personas, todas ellas, en algún momento, están pendientes de Lucas Barrow. Es un riesgo innecesario, pero algo hizo clic en mi cabeza y no pude controlar el impulso de matarlo. Pero... en cambio, soy frío y calculador. Con una templanza que da miedo, soy capaz de hacerle la punción sin que nadie se percate de ello —Rot meditó un instante—. Creo que la inteligencia, por lo menos al principio, se impone. Si decido volver a matar, seré más cuidadoso. No sé si me explico... —concluyó mirándome.

—Creo que sí —intervine—. El único error que has cometido es que no te has controlado, pero tienes la inteligencia, serenidad y conocimientos más que sobrados para solventar el error. Esto lo corregirás en el futuro. Crees que es el primero porque, de ser el segundo o tercero o lo que sea que lleve, no habrías corrido tanto riesgo. Pero das por hecho algo importante... —apunté.

Palomas y GorrionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora