La diremos Muerte, hasta que lo llamemos por su nombre.

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[ADJUNTO: Sexta entrada del Blog "Palomas y Gorriones"]

Lunes 28 de octubre. 14:28h.

La diremos Muerte, hasta que lo llamemos por sunombre.

¿En qué triste y solitaria rama duermes, gorrión? ¿Dónde has huido? Sí, bien lo sé, lo que sientes cuando recuerdas... Sí, exacto, qué curioso, es como la inyección de nuestra amiga la rubia del perrito. Pobre... el perrito, claro. Con los recuerdos dolorosos, lo primero que sientes es el pinchazo. Un pinchazo en alguna parte del alma, o del corazón si lo prefieres, que no sabes medir con exactitud. No localizas el punto de dolor, es un dolor agudo que se ramifica como la descarga de uno de esos rayos que no toca la tierra, sino que recorren la negra tormenta saltando de nube en nube. Así recorre el dolor de un recuerdo tu alma — o corazón si lo prefieres —, y después... después el vacío – como la inyección de nuestra amiga —. La nada. La ausencia. La soledad. Te falta un poco el aire, como si te dieran un puñetazo en el pecho, "un manotazo duro, un golpe helado, un hachazo invisible y homicida..." Bien lo sabía el poeta. Después, tus ojos bajan buscando el final de aquel pozo de silencio.

Tu casa es ese pozo, tan llena de silencio como de recuerdos. Se respira el amor como el buqué de un buen vino, lejano, sutil, pero que lo explica todo. Ahora es la tristeza lo primero que te embriaga. La luz de la mañana dibuja trazas sobre el salón, invitándote a jugar con las sombras y adivinar la vida que allí se vivía. Su toque femenino aún perdura, no has cambiado nada, no has tocado nada. Los platos de la última cena ya secos en el escurridor; el cesto de la ropa, ya seca, que jamás tenderás... Entras en el dormitorio y una imagen desoladora te engancha y retiene, allí clavado, miras la cama vacía. Con miedo a romperte, avanzas y acaricias las sábanas arrugadas de la última noche. Te sientas en el borde de la cama, en su lado, aguantas las ganas de romperte, o de romper algo, o de romper a alguien, y te sujeta su sonrisa entre los maizales inmortalizada en la fotografía de la mesilla.

Ocurre. Te ha ocurrido. Y si no has vuelto a tu hogar, ocurrirá. Sentirás por un segundo que nada ha cambiado. La escuchas entrar, avisarte de su llegada, los pasos hasta el dormitorio, su sonrisa de los maizales desde la puerta, su vestido blanco de flores rojas, vaporoso, deslizando hasta el suelo, sus manos en tu pelo. Tus manos en su cintura, los besos y sonrisas como aquel día entre los maizales.

Pero no, gorrión. Ella ya no está, aunque encierres su recuerdo en fotos y vídeos para engañarte, ella ya no está. Un amigo mutuo te la arrebató. La diremos Muerte si quieres, hasta que le llamemos por su nombre. Y tú no quieres dormir en esa cama llena de recuerdos. Te comprendo, de alguna forma, yo también hui un tiempo, tenía otras razones, otros sentimientos, digamos, muy diferentes, pero hui. Escapé a una buhardilla, me escondí, como tú, entre libros y papeles, y alimenté mi odio y la venganza fue necrosando mi corazón... Pero cuando llegó el momento, me encargué de ese recuerdo. La diremos Muerte si quieres, hasta que le llamemos por su nombre. Un gorrión me ayudó, el más triste de todos, y entre los dos, lo conseguimos. Desde ese día, dejé de escuchar el crujir de aquellos pasos en el pasillo de madera. Ahora sólo escucho el ulular de palomas, las diremos muerte, hasta que las llamemos por su nombre; y el triste piar de gorriones delgados. Los escucho en todas partes: en los parques, en las calles, en las tiendas, como ahora, en una cocina o como ayer, en los bosques.

Aquí me tienes, comiendo sin ganas, pasando el tiempo con mi pasa tiempo favorito. Veo por la ventana palomas y gorriones, gorriones y palomas, pero mi mente se ocupa sólo en dos gorriones. Uno en la cocina, otro en mi cabeza. En ambos casos, sufro. Me llena de ira lo que veo y lo que ya adivino, por eso mi mano, nerviosa como siempre, juega con nuestra afilada amiga en el interior de mi chaqueta, y me debato en un dilema existencial, aunque suene demasiado grave, algo pedante, pero es la palabra exacta: existencial. Ahora, cuando me traigan el postre, tomaré la decisión: Darte una sorpresa o rebanarle el cuello a este asqueroso cocinero.

El Gorrión Rojo

P:D: Como diría Thoureau, los bosques son inspiradores, amigo mío. No sé si te gustará el poema que empecé a escribirte ayer noche, pero desde luego tengo claro que te intrigará...


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¡Domingo 9 de abril próximo capítulo!

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⏰ Última actualización: Apr 05, 2023 ⏰

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