Parte 4: Narración de los Hechos de la TARDE del 25 de Octubre

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Parte 4. Narración de los hechos de la tarde del 25 de octubre.

No teníamos tiempo que perder. Unos sándwiches de máquina bastaron como comida y un banco cercano fue nuestra mesa. Allí decidimos nuestros siguientes pasos Teníamos varios asuntos pendientes. Asuntos que, tras lo que acabábamos de ver, intuíamos que no nos llevarían a ningún sitio. Aun así, el protocolo nos obligaba a ceñirnos a los indicios y pruebas, a no dejar vías sin investigar. Por otro lado, tampoco teníamos otros caminos que seguir. Lo único que teníamos claro es que, aun existiendo la posibilidad de que fueran asesinatos sin conexión, era muy improbable que el asesino de Lucas Barrow y de la señora Newell no fueran el mismo. La esencia del asesinato era la misma. Con Lucas Barrow podríamos barajar opciones en cuanto al móvil del crimen y perfil del asesino, pero con el asesinato de la señora Newell no había dudas. Era un psicópata, y por la elaboración de su asesinato, se hacía evidente que no era su primera vez. Esto reforzaba nuestra idea que se trataba del mismo asesino.

Aún con todo, debíamos interrogar al marido de Hellen Newell; también a Susan Bristol, la amiga de Lucas Barrow; y al señor Lou Chan, propietario de la tintorería y prestamista de dudosa reputación.

Rot estaba que trinaba por tener que invertir tiempo en estos interrogatorios. Yo traté de calmarle.

—Piénsalo de esta forma, Sam: ¿qué podemos hacer si no? —le dije—. No tenemos otras pistas, no tenemos otros hilos de los que tirar... Y nunca se sabe lo que podemos encontrar tirando de estos. ¿Qué podemos hacer? —Rot desvió su mirada, como si no quisiera ver mi reacción cuando me diera su respuesta.

—Podríamos centrarnos más en el perfil del asesino —dijo sin demasiado convencimiento, diría que incluso a la desesperada—. Podríamos hablar con Ribawn —dejó caer al fin.

—¿Con Ribawn? ¿Isaac Ribawn? —pregunté incrédula. Desde que se enfrentaron por el caso de Livi, cuando Ribawn cerró el caso dando como culpable a Miguel Turlington, él y Rot no se volvieron a hablar. Ni en el entierro de Livi lo hicieron. Uno no se atrevió y el otro lo evitó. Después, la distancia hizo el resto. Fue el último caso de Isaac. Adelantó su jubilación un par de años con la excusa de terminar el último libro en el que llevaba un tiempo enfrascado, pero todos sabíamos que aquel caso le dejó tocado. Por Livi, con la que guardaba una gran relación, fue su profesor y supervisor de doctorado; y por Rot, con el que trabajó codo con codo durante años, labrando una gran amistad. Aquella tragedia lo rompió todo. Se retiró a una apartada casa en los lagos y allí pasaba los días enteros, escribiendo.

—Sí —confirmó Rot, que se vio obligado a explicarse al ver mi cara de perplejidad—. Sigo pensando que se equivocó, pero también sigo pensando que es el mejor en su campo.

—Hace un mes publicó su último libro: "El arte de la muerte". Ni que pintado viene al caso... —ironicé—. ¿Lo has leído?

—No. Llegó una copia a nombre de Livi. Isaac siempre le mandaba una copia, supongo que la editorial no tenía actualizada la situación... —explicó.

—Yo lo he ojeado un poco, parece interesante —comenté, pero vi que Rot no tenía mucho interés en charlar sobre el libro de Ribawn, así que cambié de tema—. ¿Por dónde quieres seguir? He mandado a Parker con Charles Newell, no queda muy lejos de aquí —informé.

Palomas y GorrionesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora