Capítulo 43

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El plan se estaba llevando a cabo, al siguiente día de realizarlo comenzó la primera parte; la cual consistía en enviar a Grace y a Carissa a Ándem, se efectuó. Esa mañana Liam desbloqueó el portal durante unos segundos, para hacer que ellas fuesen a ese lugar, apenas lo cruzaron se cerró, Liam les dio dos días para convencer al chico si tenía información, y cuando el lapso de tiempo pasara, el portal se abriría de nuevo, enviándolas de vuelta.

En esos instantes ambas se encontraban ahí, en Ándem, siendo observabas por los ojos curiosos de los ángeles caídos que ahí se encontraban; ellos se hacían llamar así.

Para todos éstos, un ángel caído y un demonio no eran lo mismo; el primero se arrepentía de sus errores, aunque no podía volver y el último, trabajaba para Lucifer y gozaba haciéndole daño a los humanos, así de simple se distinguían unos de otros.

Ángeles caídos pasaban a su lado, caminando hacia sus casas de madera, el dichoso lugar parecía ser más un pueblo que otra cosa. Gente se encontraba vendiendo cosas y personas comprando, era como si ellos mismos lo hubiesen hecho adrede, como si quisieran vivir lo más parecido a los humanos que podían.

Aunque había unas casas más grandes que otras, parecía una zona rural.

— ¿Sabes? No sé si es buena idea haber venido—dijo Grace en forma de susurro, las miradas que le lanzaban comenzaban a hacerle sentir incomoda, sabía que ellos se preguntaban qué hacían un par de ángeles rondando sus calles.

Sabían que no fueron desterradas, pues sus alas seguían blancas y brillantes, del color de la pureza.

—Tú fuiste la que tuvo la idea —respondió Carissa—, además, tal vez de esa forma podamos ayudar, sólo tenemos que encontrar a James y hacerle un par de preguntas sobre lo que pasó con la supuesta reunión con Dylan, sólo eso, después podremos irnos. Creo que podríamos conseguir algo, no seas negativa —añadió.

Grace asintió dándole la razón, no ganaba nada pensando tan mal sobre lo que podría pasar, debía concentrarse en lo que tenían que encontrar.

— ¿Alguien ha visto a James? —exclamó la chica, provocando que todos le prestaran más atención de la que en sí ya tenía, los ángeles caídos guardaron silencio, como si esperaran que les dijeran qué era lo que querían de él.

— ¡Venimos en el nombre de Laab y Liam! Por favor, hazte presente, necesitamos tu ayuda —dijo Carissa secundándola.

Los murmullos comenzaron a hacerse presentes entre los ángeles, provocando ciertas exclamaciones de asombro ante la petición de la pelirroja, la cual los miraba con el ceño fruncido.

—Sólo queremos...

— ¿Burlarse de nosotros? No gracias, suficiente han hecho sus dioses —respondió un anciano, haciendo que las voces comenzaran a hacerse aún más fuertes.

Carissa negó inmediatamente con la cabeza; sabía lo que hacían, querían sacar el lado misericordioso de las chicas para que sintieran lastima por ellos, pero no quería caer tan rápido, necesitaba hacer lo que le habían ordenado.

—Venimos en son de paz, por favor, necesitamos hablar con James —respondió Grace antes de que la otra chica pudiera.

— ¿Para qué? James es el jefe aquí, así que también nos concierne lo que sea que vayan...

—En realidad, los asuntos que tiene que ver conmigo, son solo míos; si involucran a Ándem, puedo hablarles todo lo que quieran, Richard —respondió una voz.

El propietario de ésta comenzó a hacerse paso entre la multitud que de un momento a otro, fue creciendo, intentando ver el espectáculo que comenzaban a dar los ángeles con los caídos, poco a poco su aspecto se fue notando ante los ojos de las chicas, revelando a un apuesto caballero que estaba en un traje azul. Sus alas eran negras, su cabello castaño; medía más que cualquiera de las dos. Los ojos azules se posaron en ellas y se acercó un paso.

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