Capítulo 27

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Ashley despertó y un fuerte dolor en la cabeza hizo que soltara un gruñido, se tocó la parte trasera de ésta y al hacerlo notó que sus manos estaban atadas a cadenas, su respiración se agitó al percatarse de eso, comenzó a mirar a su alrededor tratando de ubicarse. Se encontraba en una especie de celda, en los rincones de ésa había antorchas, las cuales eran la única fuente de luz. El lugar donde estaba no era muy grande y su olor no pasó desapercibido para ella; olía a muerte y dolor. Se levantó del suelo y trató de tranquilizarse, pero falló al pensar en Dylan, un escalofrío recorrió su cuerpo cuando el último recuerdo que tenía llegó a su mente, Max llevándola con los demonios. Las dudas sobre la seguridad de ambos comenzaron a llegar y se preguntó en qué lugar estarían.

Intentó caminar hacia la puerta, pero las cadenas se lo impidieron, forcejeó con ellas durante varios minutos, pero era imposible que pudiera romperlas debido a lo débil que era, sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas ante la impotencia que comenzó a arraigarse en todo su cuerpo. Después de varios segundos intentando soltarse de ellas se dio por vencida, cayendo de rodillas al suelo. No se permitiría llorar, lo que necesitaba era pensar en alguna invocación que le sirviera de algo para librarse de ellas pero no encontraba nada en su mente. De pronto la puerta se abrió provocando que la luz de afuera entrara de repente cegando a Ashley por unos segundos.

—Que gusto volver a verte —dijo una voz que ella reconoció como la de Scott, se levantó y al observarlo, la rabia se impregnó en su sistema, intentó correr hacia él pero las cadenas se lo impidieron.

Sentía miedo, frente a ella estaba la persona que se había metido en su cabeza noche tras noche diciéndole que su madre estaba llorando y gritando su nombre, sintió la fuerte necesidad de golpearlo muy fuerte hasta asesinarlo, pero no podía.

— ¿Dónde estoy? —preguntó ignorando la pulsada de dolor que tenía, notó que su respiración se agitaba por todo el esfuerzo que hacía.

—Eso no importa —respondió el demonio sonriendo en su dirección—. Alguien quiere verte —añadió encogiéndose de hombros, no dijo nada más y salió de la celda, al hacerlo dejó la puerta abierta.

Segundos después apareció una silueta en el campo de visión de Ashley, no podía verla a la perfección, pero estaba segura de que era Dylan. Su caminar y masa corporal lo delataban.

Su corazón comenzó a latir con fuerza ante la noticia de que él seguía vivo, se alegraba de eso, pensaba que podría ayudarla a pensar en cómo saldrían de ahí. Conforme caminaba la chica se dio cuenta de que no venía solo, dos demonios iban detrás de él. En un acto de impulso ella corrió hacia él olvidando las cadenas de nuevo, ellas le impidieron llegar a él provocando que cayera sobre su trasero. Miró su rostro por unos segundos dándose cuenta de que tenía el labio partido y algunos moretones en su rostro.

—Estás vivo —susurró.

—Supongo que eso es obvio —respondió Dylan con tono sarcástico.

— ¿Qué está ocurriendo? —preguntó ella cayendo en cuenta que uno de los demonios le acercaba una silla, la cual él aceptó con gusto—. ¿Qué está pasando aquí? —Insistió al no obtener respuesta, se levantó del suelo notando como las piezas encajaban...

—Vamos, Ashley, creí que eras más inteligente —dijo él sin poder ocultar la sonrisa que se extendía por todo su rostro, delatando lo feliz que se encontraba.

— ¿Tú y Max nos traicionaron? —dijo Ashley retrocediendo sobre sus pasos, ahora sentía que el miedo invadía su cuerpo de nuevo.

—Oh, él es demasiado bueno para los demonios; no quiso unirse a nosotros cuando tuvo la oportunidad.

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