Capítulo 17: "Demonios en la cabeza"

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Ashley sintió como si todo alrededor de ella se detuviera en cuanto llegó a esa conclusión. La sola idea de que algo malo le sucediera a su madre la atormentó, haciendo eco en su cabeza. Miró a Max tratando de buscar explicaciones, pero él ya no la miraba a ella, sino en dirección a su auto. Estaba tan concentrada en sus propios pensamientos, que no se percató de haber llegado hasta el ferrari de Max. Abrió la boca para preguntar algo, pero las palabras no lograron salir de su boca.

Una cosa era que los demonios quisieran hacerle daño, y otra muy diferente que se metieran con su madre. Las piernas le flaquearon al darse cuenta de lo que eso significaba, su madre estaba en peligro y todos lo sabían, excepto ella. Se sentía tan estúpida.

Alguien la tomó de la cintura evitando su caída, Ashley no se molestó en ver quién era, el miedo que sentía en su interior era más grande que cualquiera que le haya invadido antes, su cuerpo  comenzó a temblar en cuanto cruzó por su mente la idea de que mi madre incluso podría estar muerta o siendo torturada por mi culpa.

Max la tomó entre sus brazos ayudándola a poder sostenerse, pese a que la rubia quería mantener la cordura, no podía, estaba en una especie de shock. 

―Debe estar bien, no te preocupes ―susurró Max contra su oído, tratando de tranquilizarla.

Pero Ashley no le creyó, el miedo y preocupación comenzaban a recorrer su cuerpo de forma apresurada, como una tormenta que arrasaba con todo a su paso. Los latidos de su corazón comenzaron a hacerse más fuertes, incluso podía sentirlos en las orejas. Quería gritar, llorar, correr alejándose de ellos; lo único en lo que podía pensar era en que ellos solo atraían las desgracias a su vida.

No hizo nada, simplemente dejó que su ángel guardián la condujera al auto, con pasos lentos debido a que mi cuerpo temblaba peor que una gelatina. Tomó una bocanada de aire tratando de permanecer serena pero no podía del todo, tomó el asiento del copiloto.

―Tranquila, una diosa no puede estar en ese estado.

Ashley quiso replicar en cuanto escuchó la palabra diosa salir de los labios de Max, pero no dijo nada: quería decir que ella no eligió serlo, que si por ella fuera mandaría todo a la mierda, no me interesaba en lo absoluto. Pero no era del todo cierto; sí le interesaba, tal vez no de la forma en que debería, pero lo hacía.

 ―Espera a Liam y a Dylan, están en camino ―dijo Max dirigiendose a Carissa―. Mientras tanto yo me encargaré de poner a Ashley en un lugar seguro. 

No supo cuánto tiempo pasó desde que Max comenzó a conducir, dejando a su hermana a mitad del estacionamiento. Ashley se sentía tan insignificante estando en esa posición, era nueva en todo ese mundo, por lo que no podía hacer nada y eso, eso la enfurecía y, a la vez, la hacía sentir demasiado vulnerable.

―La casa de Ashley está despejada, su madre no se encuentra en casa; Juliet dice que llegó a las once y media, y nunca vieron nada sospechoso, lo lamento... ―La rubia miró en dirección de Max al escuchar la voz de Dylan mencionar a su madre. No tenía idea del momento en el que había marcado el número del Kedne, pero a decir verdad, tampoco le importaba. La llamada estaba en altavoz. El corazón se le detuvo en el instante en que Dylan decía eso, las náuseas se hicieron presentes en su sistema al imaginarse las cosas que harían con ella con tal de tenerla―. Trata de tranquilizar a Ashley, ponla a salvo y asegúrate que nada le pase. ―Seguido de esto colgó, ignorando el hecho de que la joven había escuchado cada palabra. 

Y de pronto, sin ningún tipo de explicación, la rubia comenzó a sentir una relajación casi irreal. Fue tan repentina, que la tomó por sorpresa, pese a eso, Ashley no pudo combatirla, pues poco a poco se fue relajando tanto, que acabó dormida en su asiento.



SAVE ME | PAST LIES IWhere stories live. Discover now