Capítulo 2: "Primer día"

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Ashley conducía su camioneta rumbo a la escuela mientras escuchaba a su banda favorita en el estéreo de su auto. La música inundaba la mayor parte del espacio, provocando que la chica tarareara la canción. Amaba las bandas de rock, en especial la que escuchaba esa ocasión. La brisa del aire golpeaba su rostro, provocando que mechones de cabello salieran disparados por todas las partes de éste. Un leve bufido salió de sus labios al sentirlo.

Un gemido teñido de dolor salió de sus labios, sin que pudiese controlarlo. La cabeza le dolía demasiado y no recordaba la razón por la cual lo hacía, suspiró y negó con la cabeza, en realidad si lo pensaba con detenimiento no recordaba lo que hizo el día anterior.

Bajó de su auto mientras reprimía la sensación de querer volver a casa, a dormir unas cuantas horas más. Ella no era una mala alumna, mantenía unas notas promedio en la escuela... lo último que quería era agregar a su estrés habitual una carga más.

Caminó hacia la puerta dando pasos decididos, algunas de las personas que se encontraban ahí y la reconocían la saludaban. Ella alguna vez fue una chica muy popular: era capitana del equipo de porristas, novia del capitán del equipo de fútbol americano, presidenta estudiantil... en fin, su vida era el típico cliché que todas las chicas querían tener.

Todo era típico y perfecto, hasta esa fatídica noche en la que su padre falleció.

El señor Brooks salió camino a un accidente de tránsito, e irónicamente se había hecho protagonista de uno. Él era paramédico, ese día él conducía la ambulancia.

Todo transcurría con normalidad, él seguía el protocolo que siempre usaba, la sirena estaba encendida, avisándole a los autos a su alrededor que una ambulancia pasaría por una emergencia. Se encontraba a pocas calles de llegar cuando ocurrió: un hombre ebrio estaba conduciendo un auto deportivo a toda velocidad, como si estuviese haciendo carreras con otro invisible. El joven que conducía no se detuvo ante la señal de alto, ni mucho menos prestó atención a las sirenas, golpeando la ambulancia con una fuerza de más doscientos kilómetros por hora de frente. El padre de Ashley murió al instante.

Cuando la noticia llegó a oídos de la joven, casi se desmaya, literalmente. Poco a poco fue dejando los grupos extracurriculares en los que estaba, incluso terminó con su novio. No tenía cabeza para nada más, la mayor parte de su mente estaba concentrada en ayudar y apoyar a su madre.

―Hola, Ashley ―dijo un chico colocándose a un lado de Ashley―. Escuché sobre lo que sucedió, ¿cómo estás? ―añadió Ben.

Ese sujeto era la ex pareja de la chica.

Ashley frunció el ceño sin comprender la pregunta. Estaba a punto de cuestionar sobre lo que hablaba Ben, cuando una chica castaña se acercó casi corriendo en dirección al chico.

Megan se había lanzado envolviendo en un abrazo a Ben, alejándolo levemente de Ashley, decidió pasar de ellos y continuó su camino.

Llegó a su casillero en medio de preguntas sobre cómo estaba, cosa que le era sumamente extraña, incluso, le recordaba a cuando su padre falleció y todas las personas comenzaron a cuestionarle lo mismo.

Guardó su mochila ahí y tomó su libro de química, la cual era la materia que tenía a la primera hora.

Cerró su casillero abrumada ante tantas preguntas sobre cómo se encontraba, a las cuales solo atinaba con responder que bien.

En cuanto llegó a su salón de química, suspiró. Al ver que las pocas personas ahí no le prestaron tanta atención como los de afuera, sintió como si un peso invisible se fuese de su cuerpo. Caminó en dirección a su mesa y colocó sus libros ahí. Se alejó yendo a buscar su equipo de protección. Ya lista para la clase, con la bata y lentes obligatorios, se sentó a esperar que el maestro Wester llegase.

SAVE ME | PAST LIES IWhere stories live. Discover now