Capítulo 22: "Dylan"

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Ashley.

La luz del sol se colaba por mi ventana dando directamente a mi cama; tan solo habían pasado dos días desde el incidente con Grace y eso me mantenía alterada, formulando teorías estúpidas. Mi mano fue curada por Liam, quien dijo que se trataba de una lesión leve. Max no fue a mi habitación desde eso, creí que lo haría en cuanto escuchara acerca de lo que ocurrió, pero nunca llegó para preguntar cómo me encontraba.

Dylan fue en su lugar, disculpándose por él al no estar ahí, me explicó que mi ángel guardián tuvo muchos asuntos pendientes en la Tierra, por lo que no podía viajar a la mansión. Durante esos dos días no tuve pesadillas en las que Scott me hablara. Por lo que estaba agradecida, ya que al menos podía dormir casi en paz durante la noche.

Aunque desde eso no se me permitía salir de la mansión a solas, debía estar acompañada de algún ángel para no correr peligro; sabía que aun así no serviría de mucho, ya que Scott dijo que había un traidor en el lugar, por lo que no podía saber si la persona con la que saliera lo era.

—Señorita —dijeron, miré en dirección a la puerta encontrándome a una chica de no más de veinte años observándome con los ojos abiertos—. Soy Emily, seré su sirvienta durante su estadía; soy humana... —Se calló de manera abrupta, como si el decir en voz alta que no era un ángel le causara vergüenza—, Carissa dijo que pronto le explicaría sobre mí, me han dicho que le prepare ropa limpia y un baño; ¿me permite pasar para hacerlo?

Asentí con la cabeza sin entender quién era exactamente, con una reverencia caminó en dirección al baño; enseguida comencé a escuchar el agua caer en la tina.

(...)

Estaba usando un vestido rojo, con encajes en la parte de la cintura; en el pecho tenía pequeñas piedrecillas del mismo color que lo hacían ver muy bello, signo de una princesa.

—Yo lo hice —dijo Emily inmediatamente a mi lado, pude notar cierto toque de orgullo en su voz—. Espero que le haya gustado, no sé coser muy bien, pero lo he...

—Es hermoso —dije interrumpiéndola, la miré por el espejo que estaba frente a mí, ella se encontraba a mis espaldas, facilitando que la pudiese observar, al escuchar mis palabras, noté como una enorme sonrisa se formaba en sus labios.

—El joven Liam quiere verla en la biblioteca, dice que la estará esperando —dijo cambiando de tema.

Después del entrenamiento con Grace, habíamos comenzado a practicar en donde todos los demás lo hacían, creían que era una mejor idea, ya que podía estar más segura ante un ataque de los demonios. Durante los dos días que pasaron; según las palabras de Grace, mejoré demasiado, dijo que jamás vio a alguien aprender tan rápido, pensé que tal vez era por eso que Scott no me dijo nada durante las noches anteriores, sabía que estaba aprendiendo con mayor rapidez por mi madre, era lo único que me importaba en ese momento.

Un día antes hablé con Liam para pedirle finalmente que me enseñara las invocaciones con los libros sagrados de lo que habían hablado.

Él accedió después de casi rogarle.

—Ahora mismo bajo —respondí alisándome el vestido, quitándole arrugas inexistentes.

Caminé hacia la puerta dejando a Emily en mi habitación, comencé a bajar las escaleras con algo de dificultad, el vestido era algo pesado. No parecía tan buena idea usar un vestido cuando me iban a entrenar.

A cada paso que daba, las zapatillas que llevaba me hacían tropezar debido a lo ostentosa que era la prenda que utilizaba. Poco a poco me fui acostumbrando al peso y su forma, dando gracias a eso.

Al llegar a la biblioteca, abrí la puerta de par en par entrando con inseguridad al lugar; Liam se encontraba ahí, tal como dijo Emily, estaba sentado en su escritorio leyendo un libro que parecía antiguo, con algo de polvo en la portada. Cerré detrás de mí, provocando un ruido estrepitoso que resonó por todo el lugar, haciendo que él volteara a verme.

—Creo que has conocido a tu sirvienta. —Puntualizó cerrando el libro, señaló el vestido.

—Dijo que era humana.

—Los demonios tienen humanos trabajando para ellos, pues quieren ser lo mismo. Nosotros también tenemos, al final, cuando mueran, irán al cielo —respondió sin decir más—. Acércate, le he pedido a mi padre el libro para que puedas leerlo —dijo mostrándome la portada.

Las letras que se encontraban en ésta eran en griego, pero las podía entender a la perfección.

Invocaciones.

Caminé en su dirección sentándome frente a él.

—Lindo vestido —dijo observándome con detenimiento, sonreí sin mostrar los dientes.

—Gracias —susurré, me tendió el libro y lo tomé intentando aparentar estar calmada, aunque en el fondo sólo quería gritar por haberlo conseguido.

Ese libro significaba demasiados problemas para mí, y los poderes que poseía significaban aún más de los que podría contar.

—Léelo en lo que llega la hora del almuerzo, en cuanto comamos iremos afuera para practicar, pero necesito que sepas las palabras y movimientos que debes hacer exactamente, tienes tres horas.

(...)

Vaya que comenzaba a conocer las razones por las cuales Scott quería el libro en su poder; con éste podía saber toda clase de invocaciones que servían para un sinfín de cosas de las cuales jamás imaginé. En el libro se encontraba explicada cada una de las cosas que debías hacer y decir para conseguir que funcionara a la perfección.

Estaba cansada y apenas iba a mitad del libro, todas las letras estaban en griego y por alguna extraña razón sabia su significado, leía y releía las páginas memorizando cada palabra que en él se encontraba plasmada.

La puerta de mi habitación se abrió, haciendo que mirara en su dirección; ahí se encontraba Dylan.

— ¿Puedo pasar? —Preguntó, asentí en respuesta—. Max me ha enviado a ver cómo estabas, él está muy ocupado, pide disculpas por no poder venir personalmente —añadió.

—Estoy bien y lo entiendo, no puede venir y estar conmigo siempre; ahora estoy a salvo y eso era lo que quería.

Pude notar la molestia en mi voz, pero en realidad es que si estaba algo enojada con él al desaparecer sin decirme nada. Durante dos semanas había estado cuidándome excesivamente en las noches, velando por mi sueño, preguntándome a diario cómo me encontraba y de repente se marchó. Cada vez que quería saber algo de mí, enviaba a Dylan a preguntar, en lugar de hacer acto de presencia en la mansión.

Su mirada se dirigió al libro que tenía en las manos, abrió los ojos con sorpresa.

— ¿Comenzarás a practicar con Liam? —preguntó de repente, podía oír la emoción e interés en su voz.

—Sí, pero antes él quería que leyera un poco para saber lo que debo hacer —respondí, él asintió.

—Entonces no te quito más el tiempo, con permiso —dijo dándose lavuelta, saliendo de mi habitación.

(...)

Love ya 7u7

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