11. Somos Los Escarlata (IV)

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- ¡Vamos a rescatar a esas personas!

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-Estamos jodidos, estamos muy jodidos -dijo Ignacio, haciendo a un lado su rubia y lacia cabellera con un movimiento de su cabeza.

- ¿Te puedes callar? Lo único que logras al quejarte es que los estúpidos monstruos se alteren más -señaló Emilio, quien con sus corpulentos brazos intentaba arrancar una butaca del teatro-. Podrías venir aquí y ayudarme a reforzar la barricada.

- ¿Estás loco? Yo no puedo arrancar eso con las manos, mis brazos se quebrarían.

-Entonces vete a buscar otra cosa que nos sirva para colocar en la barricada, no creo que nos dure mucho. Tenemos que hacer tiempo hasta que los refuerzos lleguen.

- ¿Los de la Nación Escarlata? No creo que lleguen, ¿Por qué no los llamas de nuevo?

-Ya los llamé tres veces y la última vez dijeron que ya habían mandado a dos soldados, así que llegarán en cualquier momento -respondió Emilio, quien ya había logrado desencajar la mitad de la butaca.

- ¿Solo dos soldados? -preguntó Ignacio, mordisqueando sus uñas mientras caminaba en círculos-. No creo que dos sean suficientes, ¿Por qué no los llamas y les pides más refuerzos?

Emilio dejó la butaca y se plantó delante de Ignacio, sus alturas eran similares, pero la musculatura de Emilio era notoriamente superior. Aunque ambos rozaban los treinta años de edad, Ignacio era el más viejo de los dos, pero a la hora de la verdad era Emilio quien ponía orden.

- ¡Me cansé! No puedo concentrarme si estas todo el día parloteando alado mío -Emilio desenfundó su arma.

- ¡Hey! ¿Qué vas a hacer?

-Toma -dijo, ofreciéndole su pistola-. Tiene un cargador a medias, no lo malgastes y vete a recorrer el teatro. Encuentra algo útil y tráelo aquí, si vez algún monstruo lo matas.

Ignacio tomó el arma, de forma insegura y torpe, con ambas manos.

- ¿Estás seguro que no quieres que te ayude desde aquí? podría...

- ¡No! Solo vete y busca algo ¿Si? Yo me encargo aquí -dijo Emilio, empujando a su compañero.

-Está bien, está bien. No tienes que echarme así.

Ignacio se aferró a su arma y decidió adentrarse en una puerta que llevaba a un pasillo del teatro. El pasillo se encontraba tenuemente iluminado, por lo que prefirió subir las escaleras hacia la planta alta a paso lento y precavido. Por el momento, no había encontrado ningún monstruo, pero tampoco algo útil para usar en la barricada. Dedujo mentalmente que mientras continuara en ese pasillo no encontraría nada, debería ingresar a las puertas para revisar mejor el lugar. Pero la idea de alejarse mucho de su compañero no le agradaba demasiado. Juntó valor para abrir la primera puerta a su derecha, del otro lado había un balcón que mostraba una vista única del escenario. Resolvió que se encontraba en el la parte VIP del teatro.

Al no ver nada útil ahí, cerró la puerta y probó con otra, recorriendo así todo el sector de la planta alta sin resultado alguno. Bajó nuevamente por otras escaleras y se topó con una salida directa que conectaba con el escenario, al llegar al centro, vio a su compañero en el fondo junto a las puertas, las cuales habían sido bloqueadas por distintos objetos, desde tablones, asientos y hasta cajones de aspecto pesado.

Ignacio saludó con la mano a su compañero desde el escenario.

- ¡Deja de hacer estupideces y continua buscando!

- ¡Esta bien, estoy en eso!

Ignacio dio media vuelta y fue en ese momento cuando vio como una figura se escabullía entre las sombras del fondo del escenario. El hombre aferró sus esbelticos dedos a su arma y la apuntó hacia la oscuridad. Ladeó su arma de un lado a otro buscando volver a ver a esa misteriosa figura que había percibido hace un momento. Se quedó un tiempo parado ahí, pero nada pasó. Observó a su compañero a su retaguardia, aún seguía ocupado en la barricada así que dependía exclusivamente de él averiguar la procedencia de esa cosa, fuere lo que fuere. Tragó saliva antes de dar el primer paso al frente. El extremo del escenario se encontraba decorado con muchos inservibles adornos de utilería; árboles falsos de papel, una luna de cartón apoyada sobre el muro; gran cantidad de papeles regados por el suelo y alguna que otra caja esparcida por ahí.

Z El Señor De Los Zombis (Libro I) Versión ClásicaDove le storie prendono vita. Scoprilo ora