XVIII: Last night on earth.

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Tal y como le había prometido, Ethan le acompañó el fin de semana siguiente al museo para comprar el libro que había visto para su madre. Al igual que la vez anterior su idea de ir solo con el chico había quedado en eso, una simple idea que no había llegado a ningún puerto cuando Christian y Matt se habían unido a la excursión. Que el más pequeño decidiera unirse había sido una noticia que le había sentado como agua de mayo. La incomodidad de quedar sólo con Chris e Ethan se multiplicaba ahora, después de todo el lío del centro comercial.

Quedaban dos semanas para que se fuera y a veces no estaba convencido de querer pasar las vacaciones en casa. Podía aprovechar esas semanas en viajar, conocer otras ciudades del país, afianzar amistades ahora que nadie tenía problemas de horarios de clases y, por supuesto, podría pasar más tiempo con Ethan. Le había dado muchas vueltas, aunque sabía que no tenía que hacerlo. Navidad era su época preferida, y pasarla con Ethan habría sido encantador. Pero era inviable. Aún así, cuando salieron del museo y pararon en una cafetería a merendar, no dudó en tantear el terreno aprovechando la ausencia de Christian, que había ido hasta la barra a pedir.

—¿Qué vais a hacer en Navidad mientras me echáis de menos? — preguntó dejándose caer en una silla junto a Ethan. Fuera había comenzado a llover y las gotas golpeaban con bastante fuerza los cristales de las ventanas.

—Echarte de menos —admitió Matt, dramático, haciendo reír a los otros dos.

—Nada especial —explicó Ethan—, mis padres nos harán ir a la iglesia en Nochebuena y comeremos pavo al día siguiente después de abrir los regalos, todo muy típico —bromeó—. ¿Qué soléis hacer en Navidad en Italia?

—No es muy diferente —se encogió de hombros, acomodándose y cruzó los brazos sobre el pecho —. Este año nos reunimos en casa, por eso de que estoy fuera del país. Mis tíos vendrán a casa —añadió pensativo —. Supongo que iremos a la iglesia, yuhu qué guay, abriremos los regalos, cantaremos y no sé si saldremos después de la cena —se giró un poco en la silla, hacia Ethan, y alargó la mano para darle golpecitos en el antebrazo —. A lo mejor viene Giancarlo. No sé. ¿Y tú qué haces, Matt? —sonrió burlonamente al chico —. Cuéntanos, ¿qué hace la gente con dinero en Nochebuena además de echarme de menos?

—En Nochebuena tenemos que ir a la cena de empresa de mi padre —se encogió de hombros, con desgana—, con sus socios y eso. En Navidad voy a casa de estos —señaló con la cabeza a su amigo y Vitto no pudo evitar una punzada de envidia—, porque somos sólo los tres y este año trabajan. Por mí mejor, la verdad, con ellos es más divertido.

—Que todavía estés embobado con mi hermano no tiene nada que ver, claro —le picó Ethan, Matt hizo una bolita de papel con un trozo de servilleta y se la tiró. El proyectil impactó en la mejilla del chico, que rió.

—Pobre Ethan, todo el día aguantándoos —dijo, con voz lastimera, mientras acariciaba la cabeza del rubio. Acto seguido se inclinó sobre él —. Estás a tiempo de venirte a Roma. Piénsalo.

—Lo siento, pero si no puedo meterme contigo no quiero ir —contestó Ethan, divertido—. Y estando Giancarlo él tiene preferencia...

—Pero podrías hablar de arte con mi madre —le recordó, golpeando suavemente su brazo —. Eso es bueno, es mejor que aguantar a tu hermano y Matt dándose besitos y diciéndose moñadas.

—¡Oye! —se quejó Matt. Ethan rió.

—Sólo se dan besitos debajo del muérdago —bromeó el rubio, Vitto miró a Matt, que frunció los labios—. Son muy discretos... Aunque no tanto con sus motes...

—No tenemos motes —se defendió el menor.

—Oh, por favor, dime el mote de Christian —pidió, casi rogando, mientras se inclinaba hacia Matt.

The light behind his eyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora