XI: Smells like teen spirit.

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Advertencia: Para facilitar la comprensión del texto sin necesidad de que el lector baje continuamente a consultar el glosario, los diálogos en italiano han sido traducidos al castellano y diferenciados del resto con letra cursiva.

Recordamos, de la misma forma, que los flashback o saltos al pasado están señalizados con letra cursiva y enmarcados entre los símbolos « y ».


Tío, ¿puedes dejar de moverte un momento y hablar conmigo?

Vitto llevaba unas dos horas moviéndose por toda la habitación, recogiendo y poniendo en su sitio cada una de las cosas que encontraba tiradas en el suelo. Había pedido la mañana libre con la excusa de la llegada de su amigo, a pesar de que este había llegado la noche anterior, y de que sabía que Giancarlo no necesitaba ningún tipo de ayuda para moverse por la ciudad, pero apenas quedaban dos horas para la hora de almorzar y ni siquiera se había dignado a hacer otra cosa que no fuera recoger.

Lo haría —dijo, lanzándole una bufanda del Liverpool que Giancarlo había sacado la noche anterior—si no me hubieses puesto la habitación como una leonera en menos de doce horas.

Qué exagerado.

Vitto intentó ignorar a su amigo. Estaba nervioso, ya lo había estado antes de ir a por él la noche anterior, y simplemente no podía estar quieto. Limpiar sólo era, en parte, una excusa más.

Los dos sabemos que haces esto por los nervios —aseguró el pelirrojo mientras se dejaba caer en la cama de su amigo, Vitto movió los labios, imitando a Giancarlo sin emitir sonido alguno—. Pero sólo estás atrasando una conversación inminente y segura. No importa. Puedo esperar, tenemos una larga semana por delante para que me expliques por qué te gusta ese crío.

El moreno le dedicó una mirada falta de paciencia y suspiró. Giancarlo le observó mientras cruzaba la habitación y se sentaba, resignado, en el borde de la cama.

No me gusta —aseguró, Giancarlo soltó una carcajada irónica.

—Háblale a mi mano.

Era ciertamente desesperante. Admitía que quizás hubiese cruzado en alguna ocasión la difuminada línea que separaba un comportamiento de amigos del tonteo más básico y antiguo, pero de ahí a afirmar que Ethan le gustaba había un gran abismo.

A mi nunca me has regalado una bufanda de la Fiorentina —apuntó, y Vitto sintió ganas de preguntarle si realmente iba a comenzar tan pronto con los golpes bajos—. Y nos hemos acostado. Así que algo falla aquí.

ú la quemarías, Ethan no.

Porque Ethan es una persona adorable y maravillosa —se burló el chico, juntando las manos mientras alzaba la mirada y hablaba con el tono de voz más cursi que pudo poner—. Cuéntame más cosas bonitas.

Vitto bufó e intentó ponerse en pie, pero Giancarlo se lo impidió agarrándole del brazo y tirando de él hasta que consiguió tumbarlo.

A ver —comenzó—, me admitiste que estabas empezando a cruzar esa línea, así que ahora no me cambies el discurso.

—Pero eso no significa que me guste. Significa que no sé donde parar una broma.

Ambos permanecieron en silencio un momento. Vitto no dejaba de repetirse a sí mismo que Giancarlo no tenía razón, y el pelirrojo repetía mentalmente en su cabeza el relato que días antes le había contado su amigo.

Vale —Vitto miró a su amigo cuando este rompió el silencio—. No te gusta, de acuerdo. Te creo.

—¿Pero qué?

The light behind his eyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora