XV: Your song.

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Fue una buena tarde, incluso para haberla pasado encerrado en un museo. Tras recibir el regalo de Ethan, los dos habían marchado a la cafetería y se habían reunido con Giancarlo y Melanie, habían tomado un café y habían vuelto a entrar en las exposiciones, para alegría de Giancarlo. No disfrutó tanto como ellos dos, pero lo pasó bien. Giancarlo parecía extraordinariamente contento, incluso pidió a Ethan información sobre algunos cuadros, debatiendo con él acerca de las obras y sus autores. Los dos parecían pasárselo bien y eso contribuía a su propia diversión.

El domingo fue un auténtico drama. Giancarlo cogió el avión de vuelta a Praga a las seis y le costó separarse de él más de lo que le habría gustado reconocer. También su amigo tuvo algunos problemas para irse. Era una tontería, pero ninguno de los dos había conseguido exactamente un círculo de amigos durante esos meses, y volver a pasar una semana juntos había resucitado una de las ideas secundarias que habían tenido al pedir el Erasmus: pasarlo juntos.

En cuanto volvió del aeropuerto se puso en contacto con Judy. Se había excusado con ella por la llegada de Giancarlo, y le había prometido que le llamaría en cuanto se fuera, pero la chica le dijo que tenía trabajo y no podrían verse hasta el martes, de modo que invirtió esa noche en ponerse al día con Alessandro.

La semana pasó rápido. Entre el trabajo en la clínica y pasar tiempo con Judy apenas se había dado cuenta de cuando había vuelto el fin de semana. Hacía un par de semanas había acordado con otros Erasmus que irían a Manchester el primer fin de semana de noviembre, y así lo hicieron. Vitto ya había visitado la ciudad, pero por esa misma razón estaba deseando volver. Había algo especial en ella, no sólo la belleza de la misma, sino los recuerdos que le traían. No se contuvo a hacer una foto del O2Apollo cuando pasaron junto a él, enviándosela a su hermano, que no tardó en mandarle a la mierda. Había ido a ver uno de sus grupos favoritos hasta allí cuando, en su última gira, habían decidido no pisar Italia.

El lunes, durante una de sus conversaciones por audio con Ethan, recordó que le debía una película al chico. Buscó durante toda la noche del martes y para el miércoles se había descargado una versión audiodescrita de Moulin Rouge. Tenía curiosidad por saber cómo era una película para ciegos, pero decidió que sería mucho mejor verla con él, de modo que el jueves, en cuanto el chico entró en la clínica, el italiano le invitó a casa al sábado siguiente para verla. Ethan se lo confirmó casi sin pensar, y Vitto no pudo evitar preguntarse si Christian ya no estaba tan en contra de él o simplemente Ethan estaba ignorando a su hermano.

Fuera como fuese, el sábado, tras el almuerzo, recibió un mensaje de Ethan para que saliese a la esquina de la calle a buscarle. El italiano tardó unos dos minutos en ponerse una chaqueta, coger las llaves y correr calle arriba, saludando con la mano cuando vio el coche de Christian aparcado a unos metros del comienzo de la calle.

—Hola. Perdona, no encontraba las llaves.

Christian le saludó con un gesto cuando se acercó. Ethan sonrió, girándose hacia él.

—No pasa nada.

—Yo me voy, que no puedo entretenerme. Avísame cuando quieras que venga a por ti —le pidió el mayor dándole un golpecito en la espalda.

Ethan asintió a sus palabras y se despidió de él tras asegurarle que lo haría. Vitto le hizo un gesto con la mano a modo de despedida y observó cómo el coche se alejaba. Cuando este desapareció de su vista, el italiano apoyó la mano sobre el hombro del pequeño y rió, con maldad.

—Ya no puedes escapar.

Ethan rió con suavidad y se volvió hacia él.

—Tampoco es que tenga intención de hacerlo, la verdad —bromeó, haciéndole sonreír—. Tú dirás, ¿por dónde? —le preguntó, con el bastón extendido frente a sí.

The light behind his eyesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora