Me encontraste...

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Crucé la puerta de entrada, la jornada de trabajo había sido muy largo, la cafetería se había llenado muchas veces en el día. La gente apurada derramaba su café en el piso que yo, luego de un rato, limpiaría. Parecía que todos se habían olvidado los modales en sus respectivas casas, nadie agradecía ni pedía permiso, sólo empujones y malas caras. El hambre hacía rugir a mi estómago, así que prendí el horno, puse algunas sobras en él pero el agotamiento le ganó a todo. Apenas mi cabeza tocó el almohadón del sillón de la sala, perdí el conocimiento y entre en un sueño muy pesado. Todo el cansancio de la semana concentrado en ese rato de descanso. Todas las caras que había visto en el día se repetían y deambulaban en lo que parecía mi sueño, aunque no era lo que deseaba soñar. Yo solo quería soñar con la chica... La chica del café. La única que me agradeció cuando dejé el café en su mesa, levantando la mirada de su libro y mostrando una sonrisa agradable. Una joven bastante alta y delgada, con su cabello negro azabache, una remera de alguna banda a la cual yo no conocía, unos pantalones de cuero y botas negras. Para coronar su belleza, el clásico de la literatura que más me agradaba "El retrato de Dorian Gray" descansaba en sus manos. Si Wilde hubiera escrito a Dorian en una versión femenina, claramente esa chica hubiera sido la personificación perfecta. Sus ojos color marrón claro permanecían clavados en cada palabra de las páginas, sus finos y delicados labios repetían las expresiones que dictaba el autor y hasta me parecía dulce la forma en que sentía cada término. Sus cejas se levantaban en cada momento de tensión y una sonrisa irónica aparecía de vez en cuando.

Todo mi tiempo libre, lo dediqué a observarla desde un costado del local, siempre y cuando algún cliente no me llamara para quejarse o pedirme la cuenta. Apoyada con ambos codos en el mostrador, fijé la mirada en ella, tratando de disimular para no desconcentrarla de su lectura. Observé cada facción de su rostro tan delicado, parecía sacado de una pintura del renacimiento francés. Todo iba bien hasta que levantó la vista de las paginas para darle el ultimo sorbo a su tazón de café y luego buscarme con la mirada. "Maldita sea, no debí ser tan obvia mirándola" pensé, maldiciéndome a mí misma. Lo hecho ya estaba hecho. Le sostuve la mirada, esperando algo en respuesta y vi como levantaba las manos para imitar un papel y gesticular en un lenguaje mudo la palabra "cuenta". Sonreí, mostré un pulgar y recibí su majestuosa sonrisa de vuelta. Volví sobre mis talones, fingiendo que buscaba algo para que no viera como mi rostro se enrojecía.

Momentos más tarde, estaba llevando la cuenta a su mesa y discutía conmigo misma para animarme a hablarle. No había llegado a la conclusión hasta que tuve su mesa a la altura de mis caderas.

-"Acá está la cuenta. ¿algo más?"- dije, sonriendo de la manera más dulce que pude.

-"Tu número no estaría mal, linda."- dijo, levantando la miraba para apuntar a mis ojos y mi corazón sufrió un pequeño ataque. Comencé a dudar en si lo había imaginado.

-"¿qué?"- dije, con poco aire en los pulmones.

-"Nada, yo me encargo, Cutie.- dijo, sonriendo mientras bajaba la vista hacia el papel y sacaba la billetera.

-"Buen libro."-dije, para romper el silencio que se había formado.-"Es uno de mis preferidos de Wilde."- sonriendo mientras recordaba la primera vez que lo había leído.

-"También el mío"- dijo.-"debe ser la décima vez que lo leo, nunca me canso de un buen libro"- tomo el libro con una mano y lo levantó a su vista, sonriendo al observarlo. "Sabe captar la belleza y la ambición de una manera muy original."- dijo, y el corazón se me cayó a los pies.

-"No lo podría haber dicho mejor"- y nuestras miradas se cruzaron por unos momentos.

-"¿Tendrías una lapicera?"- saqué la estaba en el bolsillo de mi delantal, se la acerqué y sus suaves dedos me la quitaron de la mano con mucha delicadeza. Miré sin prestarle mucha atención a lo que anotaba en una libreta que había sacado de su mochila. Al terminar, me miró para devolverme la lapicera y darme el dinero por su café. Se levantó de la silla mientras se colgaba la mochila en un hombro.

-"No lo pierdas"-dijo, tomando mi mano de improvisto, dejando el papel con la mayor suavidad, mientras yo lo sujetaba como podía. Su cara estaba tan próxima a la mía que podría haberme acercado a besarla pero eso no hubiera sido muy bueno para mi trabajo. "Fue un placer conocerte" dijo, con una sonrisa complacida en el rostro y corrió la silla para irse.

"El placer fue mío"-dije y vi cómo se giraba para mirarme por última vez antes de cruzar la puerta. Abrí el papel con un pequeño temblor en las manos, éste decía "Carmilla" y un número de teléfono, escrito con una letra cursiva perfecta.

El recuerdo era muy tranquilo hasta que una mano me sacudió por el hombro con fuerza y tomé aire del susto. Comencé a toser por todo el humo que había en mi casa, todo estaba en llamas. Miré la mano queme tenía del hombro y al llegar al rostro, vi que era Carmilla la que estaba en mi casa.

"Hey! ¿Estás bien? ¿Te desmayaste o algo?"-preguntó, elevando la voz.

"No. Yo... yo me quedé dormida." Dije, me perdí en la mirada desesperada de sus ojos, olvidando que mi casa ardía en llamas.

"Bueno, no importa. Tenemos que salir de acá. ¿Podes caminar?- preguntó.

"Si, eso creo."- dije, sentándome rápidamente en el sillón y todos mis sentidos se perdieron por un momento. Seguramente había inspirado mucho humo en la casa. "woow! Eso no está bien" dije, abriendo mis ojos como platos.

"Está bien, está bien. No hagas esfuerzo. Pasa una mano por mi cuello."- dijo, llevando mi brazo por arriba de su cabeza. Con un brazo tomó mi cintura y, con el otro, mis piernas. Como si estuviera llevando un niño de cinco años, me levantó con la mayor tranquilidad posible. Sus brazos me acercaron a su pecho y acomodé mi cara en su cuello. Por detrás de su columna, pude ver como las llamas envolvían mi pequeña casa y me acurruque más a su alrededor, sintiéndome lo más indefensa posible. "Todo va a estar bien", susurró en mi oído con dulzura, mientras cruzábamos la sala y pude oír una sirena de bomberos aproximándose. Me sacó de la casa en una velocidad record y ni siquiera estaba agitada. Cruzó la calle y me sentó con suavidad en el cordón de la calle. Tuve que toser un poco más, mientras ella se sentaba a mi lado.

"Ya pasó, estas bien" dijo, mientras me acariciaba la espalda y giraba su rostro hacia mí.

Los bomberos llegaron minutos después de que saliéramos de mi casa, entraron con sus extintores y bombas de agua. Tardaron varios minutos en apagar el incendio.

"¿Cómo supiste que vivía ahí?.- le dije, mirándola sorprendida.

"No tenía ni idea de que era tu casa, pero vi humo y al probar la puerta estaba abierta. Así que entré y ahí estabas, durmiendo plácidamente mientras todo ardía en llamas."- Levantó su mano hasta mi cara y me acomodó el pelo detrás de la oreja, mientras me sonreía. "Por cierto, ¿Cómo te llamas?"

"Laura... Laura Hollis"- dije, mientras me sonrojaba pero la poca luz dela noche no dejaba que se notara. "Gracias... me salvaste la vida" dije, mirando sus ojos oscuros, perdiéndome bajo su encanto.

"No hay de qué, linda. Ahora debo cobrarme este pequeño favor que te hice"-dijo, sonriéndome de una manera no tan dulce.

"¿Qué debo hacer para pagar el favor?"- dije, siguiéndole el juego.

"Dejame invitarte a una cita."


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Hola!! Éste es mi primer fanfic asi que me gustaría saber sus opiniones, por favor dejen comentarios sobre qué les pareció la historia.

Gracias por leer :)


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