10. El Señor De Los Zombis (VI)

Magsimula sa umpisa
                                    

Zeta se sintió cómodo y extrañamente seguro ante sus aliados, sentía en lo más recóndito de su interior la impresión que todos, inclusive Leo, saldrían vivos de ese lugar. Ese pensamiento le brindó la fuerza necesaria para seguir adelante, haciendo caso omiso a su punzante dolor de cabeza y a su agonía corporal.

Entre los oscuros pasillos y sectores del hospital, el equipo se desplazaba con cautela. Marcos y Érica eran los únicos poseedores de una linterna, así que ellos iluminaban cada rincón a medida que avanzaban. Sin las gafas de visión nocturna de Zeta, su tranquilidad estaba en manos del pequeño haz de luz que las linternas ofrecían. El ambiente ahora era más lúgubre, por cada paso que daban la oscuridad los envolvía con más fuerza. Cuatro zombis hicieron acto de presencia en un rincón, fue tarea de Zeta y Marcos eliminarlos.

-Son los primeros que vemos en un buen rato -advirtió Marcos-. No hay muchos por esta zona del hospital.

- ¿Queda mucho todavía?

-Solo un poco, todavía falta atravesar un pabellón más.

-Miren esto -dijo Marcos, acercándose a una puerta que bloqueaba su camino, mientras alumbraba con su linterna un letrero escrito en la parte superior-. Dice: Aquí es donde la supremacía de la humanidad termina, y comienza una nueva era. Lucha tú si quieres, yo me uniré a sus filas.

- ¿Quién podría escribir estas cosas? -preguntó su mujer.

-Supongo que fue él -dijo Marcos, mientras iluminaba el cadáver sentado en medio de la puerta, de una persona joven que sostenía un aerosol en sus manos.

-La puerta está cerrada con llave -dijo Zeta, intentando vanamente abrirla.

-Podría dispararle, pero no sabemos que hay detrás -acotó Marcos.

-Supongo que no queda otra opción -declaró Zeta-. Ayúdame a mover el cuerpo.

Ambos sujetaron el cuerpo del joven desde sus extremidades y lo depositaron en otro lugar, en ese momento, se escuchó un sonido metálico muy leve caer desde el cuerpo al suelo. Zeta se arrimó a inspeccionar más de cerca y encontró una llave cubierta de sangre.

- ¿Será de la puerta?

-A ver, dame acá -Marcos arrebató la llave de las manos de Zeta y se dirigió a la puerta. Colocó la llave, y destrabó el cerrojo-. Perfecto, podemos seguir avanzando -dijo Marcos confiado, mientras con su mano abría la puerta lentamente.

-Ten cuidado, cariño.

- ¿Podrías dejar de decir eso cada vez que hago algo? No va a pasar nada por solo abrir una... -Marcos no terminó de decir la frase, un ruido metálico se escuchó del otro lado. El hombre sintió una punzada de dolor insoportable en su mano y la retiró emitiendo un severo grito.

Érica, asustada de la reacción del hombre, se acercó hasta él y lo alumbró con su linterna. Marcos aún gritaba desesperado de dolor, al quedar bajo el haz de luz fue cuando se dio cuenta que su mano ya no estaba, se encontraba completamente amputada y en lugar de eso, mucha sangre brotaba incesante por todos lados. La presión sanguínea de Marcos bajó considerablemente, al punto de casi desmallarse.

Todos al verlo, quedaron en estado de shock, Zeta decidió actuar rápido y pateó la puerta para abrirla, derribando a un cortador que se encontraba del otro lado. Tomó su Beretta y le disparó varias veces a la cabeza, cobrando su venganza. Pero en ese instante, un zombi parca salió desde la oscuridad y derribó al muchacho arrojándolo al suelo, intentó morderlo pero Érica fue la protagonista esta vez, disparándole en la cabeza sin dudarlo. Mientras tanto, la mujer de Marcos hacia lo posible por parar la hemorragia de su marido.

Z El Señor De Los Zombis (Libro I) Versión ClásicaTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon