10. El Señor De Los Zombis (VI)

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-Todos lo esperamos -dijo la enfermera, mientras sacaba un pequeño objeto metálico que Zeta reconoció al instante-. Esto es tuyo, es una suerte que lo tuvieras contigo, no tenía otra forma de encender las velas.

Zeta tomó el artefacto que había hallado en su bolsillo al salir de la nación, ahora comprendía lo que era y se sentía bastante ridículo al no haberse dado cuenta antes.

-No tenía idea de para qué servía, pensé que sería una bomba o algo así.

- ¿Bomba? -dijo la enfermera, riéndose-. Es solo un encendedor catalítico. Es muy bonito, lo tienes que girar para encenderlo y la llama puede quedarse prendida el tiempo que quieras.

-Bueno, una lástima. Una bomba no hubiera venido mal -dijo Zeta, guardando el encendedor.

El joven se tomó un momento para descansar recostado sobre un muro hasta que Marcos despertó, aparentemente había perdido la conciencia con el golpe del titán y sabia menos que Zeta de lo ocurrido, por lo que su mujer se tomó el trabajo de explicarle todo con sumo detalle.

-Tengo una sola pregunta -Comenzó a decir Marcos-. ¿Por qué todavía no encienden las luces?

A Zeta se le había olvidado por completo, ya estaban en la sala de espera y una de las puertas del lugar debía de contener la caja de fusibles para alimentar al hospital de electricidad, la pregunta de Marcos le pareció completamente acertada.

Las mujeres cruzaron miradas de decepción, pero fue Érica la que habló.

-Lo lamento, es mi culpa, estoy vieja y las cosas se me olvidan, debí haberlo pensado mejor y quizás todo esto no hubiera pasado.

-No des vueltas Érica, ¿Qué paso?

-Me equivoqué de lugar, la caja de fusibles no está aquí.

Marcos suspiró.

- ¿Cómo es posible? El único lugar donde puede estar es en mantenimiento, me parecería muy raro que una caja de fusibles estuviera donde guardan las escobas, ¿No habrá otro lugar por aquí? El hospital es enorme, tiene que haber otro sector de mantenimiento, no podemos arriesgarnos de nuevo.

-Ese es el problema -respondió la enfermera, llena de culpa-. Me equivoque de lugares, aquí no está el sector de mantenimiento, solo el de limpieza. El de mantenimiento se encuentra al fondo de todo el hospital.

Se produjo un silencio en el cual todos desviaron la mirada. Marcos suspiró una serie de insultos, mientras Zeta por otro lado, juntó fuerzas para por fin colocarse de pie.

-Está bien, tenemos que ir ahí. No podemos sentarnos a llorar, ya sabemos dónde queda el lugar exacto, eso es algo bueno desde donde yo lo veo.

-El muchacho está en lo cierto -Lo secundó Marcos-. Sabíamos los riesgos y vamos a hacer lo necesario para continuar. Leo hubiera querido eso.

-No hables así de él, como si estuviese muerto -Lo reprochó su mujer.

-No, el sigue vivo. Y cuando restablezcamos las luces, lo buscaremos y nos iremos -Se dirigió a Zeta-. Tú no tienes que buscarlo si no quieres, te irás a salvar a tu amiga.

Zeta asintió, luego se dirigió hasta Érica.

- ¿Hacia dónde vamos?

La enfermera encabezó nuevamente al grupo y salieron de la sala de espera. Con una persona menos, el peligro aumentaba y las opciones se recortaban. Pero para suerte de Zeta, sus nuevos aliados no resultaron estorbo alguno, como imaginó en un principio. Así como la Nación Escarlata, este grupo estaba capacitado para enfrentar las situaciones más peligrosas y sacrificarse de ser necesario, así como lo hizo su propio líder, para salvar a todos del amenazante zombi gigante. Inclusive el pequeño Zeta, cuya procedencia era un misterio para el muchacho, se las ingeniaba para alertar a los demás cuando detectaba algo sospechoso, y de brindar apoyo ofensivo a la hora de luchar contra las hordas de muertos.

Z El Señor De Los Zombis (Libro I) Versión ClásicaWo Geschichten leben. Entdecke jetzt