Capítulo 7

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La sorpresa logró tensar el cuerpo del Narrador, frenando fuertemente sus brazos, logrando que la punta de la pluma simplemente arañara su garganta, haciendo que éste la soltase de sopetón para acariciarse el rasguño, intentando borrar la sensación. Estaba completamente pasmado.

«¿Hola?» Era lo que se leía después de su escrito, con una caligrafía redondeada, con los puntos de las ies en círculos, algo desordenada; dándole un toque infantil, lo que le daba a entender que esta persona no era Violet, si no alguien más. Sus ojos grises observaban, casi sin pestañar, recuperando el brillo que alguna vez residió en su mirada. Alguien le había leído, y no solo eso, la puerta, o más bien página, hacia el mundo exterior se había abierto una vez más. Rápidamente tomó la pluma, completamente entusiasmado, con una sonrisa temblorosa adornando su rostro, acompañado de suspiros desesperados, escribiendo una respuesta, tal como la primera vez.

«¿Puedes leerme?» Una mano recorrió su cabello, esta vez de manera suave, dejando su frente al descubierto. Todo su ser temblaba, su alma lentamente volvía a su cuerpo. Solo faltaba una confirmación, una sola palabra; un "si" y su vida cobraría sentido nuevamente. Tan solo dos letras podrían volver a iluminar su corazón sumido en oscuridad. Espero con impaciencia, conteniendo la respiración, rogando por que fuese cierto. Por favor, por favor, dime que es verdad...

«Sí.» Sus ojos se abrieron, sorprendidos y felices. «No sé cómo es que puedo, pero sí.» Un suspiro de alivio escapó de su garganta y, progresivamente, se convirtió en carcajadas. Sus ojos se llenaron de lágrimas nuevamente, incrementando el brillo de su mirada, sus manos cubrieron torpemente su rostro sonriente, estaba inmensamente feliz. Dios, no, su autor había escuchado sus plegarias; podía volver nuevamente a experimentar la felicidad. Sus dedos, quienes hace poco habían accedido a acabar con todo, ahora limpiaban los restos de su llanto de alegría al tener una nueva oportunidad. Su corazón latía velozmente, le podía sentir en su garganta, a la vez que una cálida sensación recorría todo su pecho. Cerró sus ojos y agradeció haber sido escuchado, mientras calmaba su respiración. Una vez recuperada la compostura, volvió a colocar la pluma entre sus dedos, fijando su vista nuevamente en el papel. Había una nueva oración, la que decía:

«¿Quién eres tú?» Se lo pensó unos segundos antes de responder.

«Yo soy el Narrador, un placer conocerte.» Sonrió con nostalgia, era casi el mismo inicio que tuvo con Violet, pero sabía que se trataba de alguien completamente nuevo. Se sentía intrigado por esta nueva persona. «¿Cuál es tu nombre?»

«Marisa.» Sus manos jugaban con el lápiz, su sonrisa no planeaba irse pronto y se podían escuchar sus pequeñas carcajadas emocionadas perderse en el infinito.

Su sonrisa se desvaneció de golpe, siendo reemplazado por una mueca avergonzada. No quería que su primer acercamiento con alguien del mundo exterior fuesen sus deseos de morir, su soledad plasmada en papel y sus ilusiones rotas. «Yo...» Intentó responder, pero las palabras no salían, no sabía qué escribir. Apretó el lápiz con fuerza, no quería hablar de eso, quería que tuviese otra imagen sobre él, pero tampoco quería mentir. Mientras se sumía en sus pensamientos, una respuesta se asomó, sacándole del torbellino que eran sus emociones.

«La verdad no sé bien la situación, ni siquiera sé bien quien es Violet, pero espero ella esté bien y, si es que lo está, no te debes preocupar, porque se volverán a encontrar algún día.» Estaba atónito ante sus palabras. «Probablemente fuiste igual de importante para ella, por lo que no creo que se rinda en buscarte, pero si desapareces, si te haces algo, si pierdes la esperanza, jamás se encontrarán. Las posibilidades pueden ser casi nulas en la vida, pero jamás serán cero.» Hubo una pequeña pausa. «Puedo sentir tu soledad y la entiendo, créeme, he estado en un lugar similar, pero vale la pena continuar. Hay maravillas que no conocemos adelante, que la neblina de la tristeza no nos deja observar, y nos convence de que es el fin, pero nunca lo es. No renuncies, por favor.»

La agonía del NarradorМесто, где живут истории. Откройте их для себя