Capítulo 6

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Tirado en el suelo, en medio del abismo blanco, se encontraba su frágil cuerpo, tembloroso, débil, cansado. No se había molestado siquiera en levantarse desde que despertó, no tenía ya fuerzas. Lloraba, con la respiración entrecortada, ahogada, y con sus brazos envolviendo su propio cuerpo, tratando de transmitir una falsa sensación de reconforte. Sus ojos, hinchados, apagados, habían perdido todo brillo de esperanza, su cabello se encontraba revueltos de tantas veces que sus manos le habían recorrido, buscando calmar sus sentidos, su pecho subía y bajaba erráticamente, y su garganta les mandaba a sus labios los suaves quejidos de dolor que su corazón producía.

Quería desaparecer, sentía que ya nada podía tener sentido sin ella, podía sentir como el vacío a su alrededor se agrandaba y se estrechaba, sofocándolo a la vez que le hacía sentir tan diminuto, tan solo, tan abandonado. Era consciente más que nunca del espacio que le rodeada, de la nada que era su mundo sin Violet. Era igual, no, peor que antes lo que sentía, porque antes solo podía soñar con que la alegría existía, con aquel maravilloso mundo que se encontraba detrás de las páginas, y era esa ignorancia lo que le impedía sentir el verdadero pesar, pero, ahora que sabía del mundo, ahora que había tenido quien le leyera, quien le acompañase, quien reafirmara su existencia, ¿cómo se supone volvería a ser el mismo, en un mundo rodeado de nada más que ilusiones? Estaba devastado, destruido, arruinado.

Sentía que el tiempo se había detenido, pero él no se movía. Podrían haber pasado horas, días o incluso meses, pero el jamás lo sabría. Estaba determinado a quedarse ahí, muerto en vida, fusionándose con el entorno, haciéndose uno con el piso, las paredes, y lo que sea que fuese ese mundo. Ya no quería nada más que llorar, abrazado a sí mismo, recordando todo lo que había perdido. Pudo divisar una mancha de color café colarse por el rabillo de su ojo, volteando únicamente la mirada hacia ese lugar. El Libro se encontraba allí, abierto de par en par, con alguna clase de historia para ofrecer. Pero no captó lo suficiente su atención, ni siquiera se cuestionó cuanto tiempo llevaba ahí y cuando se había movido, pero una palabra, una sola palabra logró hacerle volver en sí unos segundos. "Dibujo".

Había olvidado completamente aquel pasatiempo que tenía, aquel que le había ayudado a mantenerse cuerdo y a disipar el sentimiento de vacío una vez las historias se esfumaban en el aire. Sus brazos se desenvolvieron, cansados, adoloridos, como si no se hubiesen movido en siglos, apoyándose en el piso, separándose de éste lentamente, como si un movimiento brusco le fuese a lanzar nuevamente a su posición inicial o, peor, lo fuese a romper en mil pedazos. Una vez estuvo sentado su cerebro procesó finalmente la idea, haciéndole levantarse torpemente y apresurarse a encontrar su amado cuaderno. Pasó rápidamente las hojas, rostros que alguna vez habían sido personas importantes para él, pero ahora eran irreconocibles, símbolos de mentiras, pasaron rápidamente frente a sus ojos, sin que él les diese importancia. Su mente solo se aferraba a una idea y un recuerdo; la foto de Violet. Tomó su lápiz y comenzó, casi desesperado, a dibujar. Un círculo, una cara, unos bellos ojos, grandes pero serios, llenos de desesperanza, una fina nariz, labios delgados en una bella sonrisa que haría quedar a la más bella primavera como lo más simplón, un largo cabello rubio y unos hombros pequeños. Terminada su obra miró esperanzado el papel, esperando poder encontrarse con su bella imagen, pero algo andaba mal. Cambió la hoja, dejando atrás ese rostro desconocido, para intentar nuevamente, pero todo fue en vano. Lo hizo una y otra vez, gastó cientos de páginas, pero nada, no podía ver a Violet. No podía dibujarla como él recordaba. Su cerebro comenzó a delirar, ¿era realmente Violet así? ¿La recordaba perfectamente o sus recuerdos se fusionaron con los rostros de aquellos personajes que él solía amar? ¿Había sido Violet siquiera real? Su respiración volvió a agitarse rápidamente, mientras soltaba el lápiz para agarrarse la cabeza, mientras sus ojos grises, como cascadas, se deshacían en gotas de agua que caían sobre la extraña del cuaderno. Ya no tenía nada, absolutamente nada, ni siquiera quedaba el recuerdo de su rostro, de su sonrisa, ahora no era más que una mancha difusa como todos los personajes que alguna vez conoció. Estaba perdiendo poco a poco todo lo que le quedaba de ella, que era su recuerdo, ni siquiera sabía si se encontraba con vida, ni siquiera recuerda claramente sus palabras. De hecho, estaba empezando a olvidar incluso quien era él, qué era este espacio que le rodeaba y qué hacía allí. ¿Cuál era su misión, su verdadero propósito? ¿Había estado leyendo todo este tiempo? ¿Por eso Violet desapareció? ¿Por qué veía gente cuando leía? ¿Por qué leía?

La agonía del NarradorUnde poveștirile trăiesc. Descoperă acum