29. ¿Contarle de mi familia?

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-Siento mucho no haber podido ir al lugar donde quedamos de vernos para que escogiéramos el vestido y se te mandara a hacer con el sastre real.- Dijo la reina Eleonor realmente apenada por dejarme "plantada" en la biblioteca, que sería el lugar donde nos veríamos para escoger un tonto vestido.-

-No se preocupe, majestad. Entiendo que usted tiene otros pendientes más importantes que un simple vestido.

-No es un 'simple vestido'- replicó ella-. Mira... Esto voy a dejártelo en tus manos.

-¿De qué habla?- dejé la taza de té sobre el pequeño plato de porcelana china; ella hizo lo mismo y me tomó ambas manos-.

-Joseph y yo saldremos a Bolivia para tratar con el embajador sobre unos asuntos de negocios para unirnos como reynos y buscar más ayuda para acabar con los opositores al gobierno de la corona. Volveremos el 11 para estar en tu fiesta de compromiso, linda.

-Pero lo que no entiendo es: ¿qué dejará en mis manos?

-Finanzas- soltó mis manos para suspirar y restregar las suyas sobre su pomposo vestido verde pistache.- Peter y Jason solo van a encaminarte en este enredoso laberinto de los negocios que debe realizar el gobierno con el de Irlanda del Norte.

-¿Ha dicho que solo me van a encaminar? ¿Quiere decir que lo tengo que hacer todo yo sola?

-Así es, princesa.- Dijo un hombre con voz gruesa y algo ronca, remarcando con burla la palabra 'princesa'. La reina y yo nos giramos hacia la puerta y vimos al rey Joseph. De pie ante mí, con la columna erguida y la barbilla en alto hasta llegó a intimidarme.- Me temo que aún no nos hemos conocido bien, Grace.- Me miró fijamente. Éste rey no es como los de los cuentos: gordo, barbudo, tragón o borracho y neurótico. Éste en un rey alto, con muy poca barba castaña, se mantiene en forma, no bebe a menos que sea un evento de importancia ya que el trabajo lo tiene ocupado, lo de 'neurótico' pues...se va dando. Lo que sí tiene es que es muy bipolar.- Cariño- posó su vista en la bella mujer que yacía parada al lado de la mesilla de té con la postura erguida, su personalidad impecable...bueno, ¿qué se puede decir de una reina? Entonces recordé lo que Stella me dijo cual do empezabamos con las clases de etiqueta y eso: sea quien sea, si es de la realeza, debes de hacer reverencia. Y me paré de golpe para luego inclinarme y hacerle una reverencia al rey, quien me miró con el ceño fruncido. ¿En dónde había quedado aquél hombre que, en su fiesta de bienvenida, me había dicho que le agradaba y era perfecta para su hijo? Ahora entiendo por qué no toma seguido: le hace decir cosas que no.- Ya es muy tarde, ¿no lo crees, Grace?- sonrió de lado pero sin nada de gracia. Deslizó su mano derecha por el saco de su fino traje de color azul marino para luego volver la vista a su esposa, dejándome como una tonta.- ¿Podrías dejarnos solos, Eleonor?- más bien fue una orden que una pregunta, se lo dijo con tanta suavidad que hasta enarqué una ceja por la confusión de su notable bipolaridad. La reina asintió, pasó por su lado y luego de darle un corto beso en los labios le susurró: Joseph, no seas tan duro con ella. Y él le contestó: si lo necesito, tendré que serlo. La reina suspiró rendida y se fue, no sin antes hacernos una reverencia. Estar cerca del rey me hacía sentir como de la edad de Evelyn: frágil para poder defenderme como lo haría una buena mujer.-

-¿Gusta que le sirva una taza de té?- dije señalando con mi mano derecha la tetera, la taza vacía y el plato de galletitas dulces para acompañar. Sus mosculos se relajaron y solo asintió; debo aceptar que esa reacción suya no me la esperaba. Más bien, esperaba que me rechazara y comenzara a decirme cosas sin sentido por ser como soy en este lugar. Me dispuse a servirle el té tal y como Stella me había repetido hasta el cansancio, mientras él tomaba el asiento de la reina Eleonor. Luego de brindarle la taza de té, me senté y bebí de la mía. La verdad es que solo tentaba el tibio líquido con mi labio superior para que no cruzaramos palabra, ¿pero a quién engaño? Ese truquito no me serviría de mucho, me vería muy obvia.-

-Y bien, Grace.- Dijo tomando un sorbo sin despegar su vista de la mía-. Cuéntame sobre ti y tu familia.- Casi le escupo el poco té que tenía en la boca. Esa petición me había dejado sin palabras. Pero solo me limité a limpiar mis labios con la servilleta de tela y me preparé para lo que se podría desatar.

Un regalo para PeterWhere stories live. Discover now