16. Un, dos, tres. ¡Ahora! (P-3/3)

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Intenté abrirla con todas mis fuerzas, ya sea romper la chapa, patear la puerta o pegándole... Pero no se abría ni por arte de magia.
Me dí por vencida, encontré un interruptor y me quedé con la boca abierta luego de ver en dónde estaba.

Un pequeño escritorio de madera tallada a mano y lijada por igual con barniz para darle color, dos sillas, dos catres, un estante de libros variados, hojas y lápices esparcidos por el escritorio... Nada de eso podía faltar en nuestro escondite.- Dijo en tono melancólico-.

-¿'Podía'?- le pregunté extrañada-.

-. Ya tiene más de 4 años que no entramos ahí. Hemos estado ocupados con nuestros propios deberes.- Me dijo Jesy mirándome a los ojos- A puesto a que la reconocerías de inmediato- me aseguró-.>

Su lugar secreto.... Estoy en su lugar secreto.

Una vez, Peter, tuvo que vestirse como una mujer del servicio para poder llegar a nuestro escondite sin ninguna llamada de atención- rió luego de decir aquello-.>

Si salgo de aquí tengo que estar ya arreglada. Al recordar lo que me dijo me puse a buscar si había algo sobre el traje.
Encontré un gorro, puede servir.
Me cambié el molesto vestido por el sucio y me acomodé el gorro de modo que casi no se notara mi rostro. Mientras tanto me quedé tendida en un catre..sin nada qué hacer.

~~~•~~~

-¿¡Qué haces aquí? - me desperté de golpe al oír aquello. Ví hacia la puerta y divisé a una mujer enojada, muy enojada. Me levanté sin perder el contacto de ojos- ¿Qué tanto me miras?- me preguntó con voz intimidante; le dejé de ver y puse la cabeza baja.- Me gustaría saber qué hacías aquí. ¿Estabas hechando flojera en horas de trabajo?- negué.- ¿Entonces?

-Yo...- me cortó-.

-¡Sal antes de que le llame a Stella y te despidan!- gritó y yo salí. Ella cerró la puerta con seguro, creo que sus años aquí le dan un poco de más derecho a mandarte-. ¿De qué sector eres?

Te enseñaría la cocina pero justo estamos recibiendo la despensa y cosas de más. Y por lo tanto hay mucha gente moviéndose de acá para allá en ese lugar; entrando y saliendo del palacio- Stella me miró haciendo una mueca para luego llevarme a ver la biblioteca-.>

-De la cocina.- Contesté al recordar eso-.

-¿Eres nueva?- Asentí- eso lo explica. ¿Stella no te dió el recorrido?

-Sí..., pero lo he olvidado. No tengo muy buena memoria que digamos. ¿Usted podría guiarme?- intenté hacer una sonrisa amigable, espero y haya funcionado-.

-No se les de más de un recorrido a los empleados de este castillo...

-¿Pero?..- suspiró-.

-Contigo haré una excepción. Vamos, que no tengo tu tiempo.- Comencé a tratar de seguir su paso, me resultaba difícil caminar tan rápido como ella.-

-¿Sabe qué hora es?- le pregunté agitada por el caminar tan acelerado-.

-Ya es madrugada, 2:18am, para ser exacta.

-¿En serio?- le pregunté incrédula-.

-Sí, y apúrate que tienes que llegar a tu área para recibir la carga de hoy. Luego acomodar y por último ir a tu habitación a descansar y no a las equivocadas.- Se paró en seco y se giró hacia mí, y en tono amenazador me dijo:- si se te vuelve a encontrar durmiendo, te irás del servicio del palacio. ¿Ah quedado claro?- asentí sin preocupación alguna, ya que eso me viene importando muy poco.- Sigue ese camino, bajas las escaleras y doblas a la derecha; ahí está la cocina.

-Gracias.- Me fui por donde me indicó y me encontré con 5 mujeres recibiendo la carga. Se les ve cansadas, tensas, molestas, pero más que nada: infelices. Me acerqué para ayudar y ellas no dijeron nada, hacía lo que podía: me iba a sacar las provisiones, acomodar en los enormes muebles de esta cocina y pasar las cosas. De todo un poco.-

-Esa es la última caja.- Dijo una y suspiró de alivio, yo sonreí- hemos acabado temprano.- Ví un frasco tirado en el suelo debajo de la gran mesa y me metí para sacarlo. Oí pasos y luego las velas se apagaron. Me quedé sola. Las puertas traseras se cerraban y yo alcancé a salir sin lastimarme. ¡Por fin! Corrí arbusto tras arbusto. Por todos lados habían guardias. ¡Caray! Esto va a ser muy difícil.

~~~•~~~

-Tranquila, Grace. A la cuenta de tres, te trepas en esas ramas para brincarte el muro sin ningún problema- me alenté en susurro- Bien..., aquí vamos. Un..., dos...., tres..., ¡ahora!- trepé con todas mis fuerzas y en cuestión de segundos ya estaba del otro lado. Salí con rasguños y uno que otro moretón, pero salí. Oí pasos acelerados cerca. ¡Dios no!

Un regalo para PeterDonde viven las historias. Descúbrelo ahora