Extra

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Años después...

Freen:

- ¡Becky! - llamé al llegar a casa.

Sin embargo, no hubo respuesta.

- ¿Amor? - empiezo a preocuparme.

¿Dónde se metió?

Se supone que debería estar al pendiente de...

- ¡Buu!

Brinque del susto.

Su hermosa risa descartó de mí, cualquier enojo por su travesura.

- Así me recibes después de no vernos en horas. Entiendo. - hice un puchero y fingí estar triste.

Becky rápidamente me tomó de la cintura. - Discúlpame amor.

- Si me das un beso quizás lo considere.

Y mi mujer, obediente, lo hace sin dudar.

Nos envolvemos en la pasión con un beso que empezó tranquilo, pero después de segundos fue todo intenso entre nosotros.

- ¡Ah! ¡Amor! - gemí enredando una pierna sobre su cadera mientras ella entre mis piernas, simulaba embestidas sobre la ropa.

Hice un movimiento de manos para quitarle la camisa, pero el sonido de la puerta nos detiene. Solté un quejido.

Justo cuando se ponía candente entre nosotras, tenía que venir alguien a molestar.

Quien sea el individuo que llegó de visita sin avisar, lo mandaré a volar para continuar con Becky.

Tras arreglar mi aspecto me dirigí a abrir la puerta.

Y...

- Hola. - saluda un niño sonriendo de más.

Pero el niño no llama mi atención, es él.

Heng.

- Freen. - pronuncia serio, mi nombre.

- Heng. - lo observo sin entender su presencia en mi casa.

Después de años nos volvemos a ver.

Lo último que supe de él fue cuando Becky no se resistió la información que tenía y me contó de inmediato que se enteró por Charlotte que, Heng, se casó por segunda vez. Con una japonesa y esta se lo llevó a su país. Becky lloró un poco, pero le deseó lo mejor. A lo lejos como siempre.

- ¿Está mi madre? - pregunta poniéndose nervioso de verme.

Madre.

La llamó madre.

- Sí, pasa.

Él duda un poco, pero ingresa a la casa junto al pequeño.

Becky por su lado, se arreglaba la camisa que arrugue en medio del momento candente que tuvimos hace unos instantes. Sube la mirada y se queda helada al ver a Heng.

Ella como yo, no esperaba esta sorpresiva visita.

Y nos quedamos en silencio todos, mirándonos y quizás recordando la razón del porqué actuamos así.

Sin embargo, es el pequeño quien rompe el hielo y pregunta. - ¿Ella es mi abuelita, papi?

Becky lo miró conmovida.

Es su nieto.

- Si, es tu abuelita. Pediste conocerla y aquí la tienes. Salúdala.

El niño corrió hacía Becky y abrazó sus piernas. - Abuelita, cárgame.

Solas 「 Freenbecky 」Where stories live. Discover now