Y llegamos a mi lugar favorito que no visitaba hace años porque a mi esposo no le agrada dicho lugar. Es un restaurante - Karaoke, además de tener juegos mecánicos disponibles para los clientes.

- Es increíble este lugar. - me alegro al escuchar ese comentario de mi suegra.

- Comeremos piernas de pollo. Aquí las preparan delicioso y después podemos cantar un poco.

Ella gimió en desaprobación. - Yo no canto.

- Oh, claro que sí lo hará. Aquí todos cantan así tengan la voz más espantosa como aquel chico. - reí señalando a uno que está al frente cantando y siendo alentado por sus amigos.

La voz de ese chico es como para meterse una pierna de pollo en los oídos y no seguir escuchándolo.

- Haré mi intento. - se anima al notar que quizás ella no sería peor que ese chico.

Pedimos media docena de piernas de pollo con una salsa dulce. Descubrí que eso también tenemos en común, nos gusta combinar lo crocante y lo dulce.

El cambio de expresión de mi suegra de hace rato a ahora es notorio. Tiene ilusión en sus ojos. Yo me encargue de hacerla reír un poco con mis chistes mal contados, aquellos con los cuales enamoré a su hijo hace años, pero en la actualidad no hacen efecto en él como para reírse. En realidad, no ríe desde hace bastante tiempo, en mi presencia no, espero que al menos sienta más emociones que enojo y tristeza estando con sus amigos en este momento.

- ¿Pasa algo? - pregunta. - Pareces pensar demasiado o dime... ¿Te estoy aburriendo?

Enseguida niego. - Claro que no.

- No te culparé si te aburres con mi compañía. Mi esposo, mi hija, mis padres y hasta mis alumnos. Ninguno duró una conversación conmigo por más de media hora. Es evidente que soy la del problema. - murmuró de pronto volviendo a la expresión de antes.

Tomó una de sus manos y la aprieto siendo para cualquiera el mejor acto físico de dar apoyo en el momento.

- Me agrada su compañía suegra.

- Dime Becky. Me haces sentir extraña cuando me llamas suegra todo el tiempo.

Sonreí.

Me gané por fin la confianza de mi suegra.

- Por cierto, Becky, ¿Cuántos años cumple hoy?

- Cuarenta.

Woow.

Ya sabía que Rebecca y Billy tuvieron a Heng a temprana edad cuando apenas iban a ingresar al instituto. Mi esposo mencionó que sus abuelos apoyaron mucho a sus padres para que ellos sigan estudiando pese a tener un bebé recién nacido y funcionó. Becky se convirtió en una profesora de Historia y Billy en un diseñador de modas.

Ambos se ven más jóvenes de la edad que tienen.

Y más Rebecca. Con cuarenta años yo puedo confundirla con una de treinta. Se ve muy joven.

- Quiero llegar a su edad, verme tan guapa y con un buen cuerpo.

- Oh, gracias por el alago. - ríe Becky.

Mierda.

Dije mi pensamiento en voz alta.

Aunque no tiene nada de malo fue solo un comentario y ella lo tomó como halago.

Carraspee desviando el tema. - ¿Se atreve a cantar?

Ella asintió levantándose de su asiento.

Cuando la vi escogiendo una canción y preparándose, pensé que cantaría alguna canción antigua de cuando era más joven o una que no sea de mi gusto, pero me sorprendí cuando inició la canción y fue mi favorita.

- ¿Qué carajos? - dramatice escuchándola desde mi asiento.

Mi canción favorita.

Cantada por ella y la verdad no lo hacía mal. Es relajante escucharla y aún mejor en las notas altas que lo hice bien para no ser un cantante profesional. Aparte de mí, otros clientes aplauden y le silban en agrado de escucharla.

Rebecca Armstrong me hace una seña para que me acerque. Al parecer quiere que cante con ella. No lo dude mucho y corrí hacia ella. En el proceso y a poco de llegar a su lado y cantar, me tropecé, pero antes de caerme soy sujetada de la cintura. Subo la mirada y noto a mi suegra tan cerca de mi rostro.

- ¿Estás bien? - pregunta aún sin soltarme la cintura.

- Si, eso creo. - la miro directo a los ojos.

No lo había notado antes, pero tiene unos ojos demasiado hermosos cuando no reflejan dolor.

Los ojos más hermosos que he visto en una mujer.

Solas 「 Freenbecky 」Where stories live. Discover now