Capítulo 3: "Plumas de pájaro"

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Tomó el objeto sintiendo la confusión arraigarse en su sistema.

«¿Acaso eso era lo que creía?», pensó al sacarlo de la mochila. Lo que tenía entre sus dedos se trataba de una extraña pluma blanca, la cual era larga y suave, sin lugar a duda era una de las cosas más suaves que la chica había tocado. Le dio la vuelta mirándola con atención, era extraño, no se parecía a la de ningún pájaro, era demasiado blanca y brillosa para pertenecer a alguno. Además, ¿qué hacía algo así en la mochila de Max?

―Linda, ¿no te enseñaron a no tocar las cosas de los demás sin permiso? ―preguntó una voz gruesa de repente, provocando que Ashley instintivamente soltara la mochila, prácticamente lanzándola al suelo.

Levantó la mirada, topándose con Max, quien la miraba con una sonrisa nerviosa. El chico suspiró y se agachó, tomando sus pertenencias, las cuales se había esparcido por el suelo.

―Lo siento… no fue mi intención ―respondió Ashley, dándose cuenta de lo mal que había estado hacer eso.

―No te preocupes, aunque agradecería que no lo hicieras de nuevo ―dijo Max, tomando asiento a su lado.

Observó a la rubia, la cual continuaba con la pluma entre sus dedos. Al percatarse de esto, el nerviosismo comenzó a hacer acto de presencia en el cuerpo de Max. No podía creer lo estúpido que fue al dejar algo tan importante para todo ángel en su mochila. Siempre la cargaba consigo, pero en esa ocasión, con la prisa con la que Dylan le había hablado por teléfono, la olvidó por completo.

―¿Podrías darme eso? ―preguntó con nerviosismo, la chica asintió sintiendo su rostro sonrojarse levemente, sentía cómo la vergüenza se iba colando entre sus huesos.

Trató de tranquilizarse, recordando lo que quería hacer.

Max guardó el objeto en la bolsa de la chaqueta negra que llevaba puesta, cosa que llamó la atención de Ashley. Deseaba preguntar para qué era la pluma, pero también deseaba desaparecer de ahí después de que el ángel la había descubierto esculcando entre sus cosas.

―¿Para qué es eso? ―preguntó por fin sin poder contenerse. Era una duda que atravesó su cabeza desde el instante en que vio la extraña pluma. Max comenzó a pensar en alguna respuesta, debía inventar una excusa rápido para que Ashley no descubriese nada antes de tiempo.

―Las colecciono ―dijo de repente, sonó tan seguro de su respuesta, que la rubia casi creyó en sus palabras.

―¿Coleccionas plumas? ―preguntó Ashley mirándole con incredulidad. La seguridad con la que Max hablaba no importaba, seguía escuchándose como una respuesta tonta.

―Sí, sí, de toda clase de pájaros, deberías ver mi habitación, está repleto de ellas en frascos.

―No parece ser de ningún pájaro, Max. No creo en lo que me dices.

―¿Me estás llamando mentiroso? ―preguntó el ángel mientras se señalaba el pecho, debía hacer que la conversación con Ashley cambiase de tema―. Así que primero esculcas entre mis cosas y después me llamas mentiroso, ya veo a dónde vas.

Max intentaba enfocar su atención en lo malo que había hecho la chica, sabía que era una especie de manipulación que comúnmente usaban los humanos para obtener lo que querían. Enfocarse en algo malo que haya hecho alguien para así restregárselo en la cara, aunque eso no le hacía sentir del todo bien.

―Oh, no. Eso no. Sólo decía que me parece extraño que traigas una pluma a la escuela, ¿qué clase de persona hace eso?

―Pues ya ves, ahora sabes algo más de mí ―respondió Max, sin percatarse de que esa simple frase sería usada en su contra.

SAVE ME | PAST LIES IWhere stories live. Discover now