XVII.

642 73 3
                                    

P.O.V EVELYN TORRINI

-¿Estás lista? – pregunta Sandra y niego –
- Tengo miedo, ya mi hijo me odia lo suficiente – respondo con la voz rota –
- ¿Qué sientes por Miranda? – pregunta y resoplo para sonreír como una vez cuando me hizo la misma pregunta por Miguel – viste, esa sonrisa me la diste una vez por Miguel – dice y asiento –
- Es que – susurro y niega –
- Nada hermana, lucha y sé feliz, el día que dudaste fue el principio del verdadero fin – dice mi hermanita y asiento –
- Tienes razón – susurro y me abraza –
- Vamos que se hace tarde – responde y asiento –

Agarro mi cartera en la cama y sigo a Sandra hasta salir de mi habitación, caminamos hasta las escaleras y bajamos para encontrarnos con Laura que es mi abogada y con Mario, los abrazo y salimos finalmente de la casa, mientras el matrimonio Marcano se va en la camioneta de Laura, yo sigo a mi hermana para irnos en su coche, al llegar nos subimos y volteo a verla, sonríe para darme confianza y asiento.

Ambas nos ponemos los cinturones de seguridad y Sandra enciende el coche para seguir a Laura hasta el juzgado, en el camino vamos hablando y enciendo la radio, va sonando una canción que me identifica y duele, duele mucho, resoplo y sigo hablando con mi hermana para no pensar de más.

Veinte minutos después llegamos y Sandra se estaciona detrás de Laura, resoplo y siento el corazón acelerado mientras me lleno de nervios, me quito el cinturón de seguridad al igual que mi hermana y agarro mi cartera para bajarnos, rodeo el coche y Mario se me une para pasar su brazo por mis hombros, en cuanto a Laura y Sandra van adelante.

-¿Estás segura? – pregunta Mario y niego –
- Capaz es una etapa – susurro y me deja un beso en la sien –
- Dudo que sea una etapa, pero vamos – dice Mario y seguimos a las chicas hasta subir las escaleras –

Al entrar al juzgado Laura nos guía hasta la sala donde será mi divorcio, minutos después llegamos y me siento desfallecer, sé que la del error fui yo pero aún así no deja de dolerme, y me da más tristeza que sea yo porque al menos Miguel no se merecía esta traición, sin darme cuenta estamos frente a la puerta y Laura toca para que entremos.

-Buenos días – dice Laura y el juez nos mira –
- Adelante – dice y se pone de pie –

Veo a Miguel y ni se inmuta en mirarme, volteo a ver a Sandra y asiente, niego y se me cristaliza la mirada mientras hago un puchero, el juez me llama y reacciono para sentarme, volteo a ver a Miguel pero él en ningún momento me mira, que peligro es la traición, que peligro es que te atraiga otra persona, que peligro es querer a dos, perdí todo y allí no hay remedio.

El juez comienza a explicarnos todo sobre el divorcio, las mitades, la custodia de Miguel y aceptamos porque aunque tenemos lujos, Miguel decidió sólo quedarse con su camioneta, su empresa y con la mitad de la custodia y yo creo que esta bien, el juez me da los papeles del divorcio y miro a Miguel un segundo, finalmente nuestras miradas conectan y sus ojos son tristes, en cuanto a mí busco fuerza para no derrumbarme aquí, mamá ayúdame, pido mientras vuelvo la vista a los papeles.

Después de firmar le paso los papeles a Miguel y rápidamente firma, me muerdo la mejilla por dentro y el juez nos confirma que ya estamos divorciados, 18 años los acabé yo y no merezco perdón, nos despedimos del juez y nos desea lo mejor, agradecemos y nos ponemos de pie.

-Sé feliz – susurra y sonrío de lado –
- Sé feliz – susurro con la voz quebrada y asiente para acercarse y darme un beso en la frente –
- Hasta luego – se despide de todos y se va –
- Ya terminó – digo conmocionada y Sandra me abraza –
- Tal vez ahora puedas saber si Miranda es la indicada – dice Sandra y escondo mi rostro en la curvatura de su cuello –





La amante de mi marido Where stories live. Discover now