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Misuk.

Estoy asustada, cada parte de mi tiembla cuando llegamos a la casa. No quise mirar a Jimin. Sentía que si lo hacía me daría un desmayo en cualquier momento. Cuando lo logré acostar en la primera cama que encontré. No es como si me pusiera a observar cuál estaba más linda. Lo primero que hice fue salir disparada hacia la cocina, revisé los cajones apresurada con el corazón martillando fuerte sin parar y cuando encontré el quit de primeros auxilios volví a salir casi corriendo a la habitación.

-Pensé te habías marchado y me ibas a dejar morir- su voz me sacó del trance cuando con dificultad desabotonó la camisa. Tragué saliva nerviosa no pudiendo contener a mis ojos que se pasearon por todo su pecho grande y musculoso y eso abodminales me hicieron sonrojar dejando por un instante de lado el hecho de que estuviera herido.

-No tengo el corazón tan oscuro como para eso- me coloqué los guantes de látex absorta en mis propios pensamientos. No tenía idea de lo que iba a hacer. Y me estaba comenzando a aterrar. No era la primera vez que veía sangre. El ser estudiante de psicología tenía sus ventajas y desventajas. Había tenido prácticas en hospitales tratando personas con problemas de ira y varias veces nos habían explicado lo básico para salvar una vida. Pero nunca imaginé que tuviera que sacar una bala.

-Me alegro de eso- una leve y débil sonrisa apareció en sus labios pero jadeo en el mismo instante en que eché agua oxigenada en la herida.

-¿Sabes lo que hay que hacer?

Asintió respirando con dificultad y noté una capa de sudor en su frente, lo cual me hizo cuestionarme si realmente la estaba pasando mal.

Claro que la estaba pasando mal, una herida de bala es cosa seria y aunque parecía no ser tan profunda era igual de aterradora.

-Toma las gasas que hay en los paquetes y sácalas. Vierte alcohol en una de ellas y desinfecta la herida.

-Te dolerá demasiado.

-Busca si hay algun frasco de anestesia local y échalo en la herida. Cuando se entumezca la zona no dolerá tanto.

Hice todo lo que me pidió y mi pecho se apretó cuando un gemido de dolor casi agonizante retumbó en la habitación. Sus manos se volvieron puños marcando aún más sus venas y su boca se abrió tomando grandes bocanadas de aire. Sentí mis ojos picar ante la imagen. Nunca antes me había enfrentado a algo así y tenía mucho miedo de que muriera por mi culpa o le pasara algo.

-Voy a sacarla- su pecho subió y bajó con rapidez cuando pronuncié esa frase y asintió. Estaba débil, la sangre por mucha gasa que pusiera seguía saliendo y aunque era un hueco pequeño temía que fuera profundo.

-Solo hazlo rápido.

-¿Quieres morder algo? Por si te duele mucho, es anestesia local, no es fuerte.

-Dame lo primero que encuentres - susurró-. Trae una jarra con agua y paños, lo vas a necesitar para detener la sangre y trae también una botella de agua para hidratarme.

-Ahora regreso.

(...)

Jimin gritó apretando entre sus dientes un paño, saqué con la pinza una pequeña pieza plateada con toques dorados cubierta de sangre, ¿como algo tan pequeño puede causar tanto daño?

Lo deposité en una bandeja con agua y regresé la vista a Jimin, notando que había quedado inconsciente y que el paño se había caído. Limpié con un paño húmedo su frente sudada y tomé otro paño limpio mojándolo con agua oxigenada y procedí a limpiar la herida que estaba sangrando demasiado. Puse parches de gasa y peguetas para sujetarlos. Limpié bien la zona con alcohol y quité todo lo sucio y lleno de sangre de encima de la cama. Deseché todo en el bote de la basura y me senté en el borde de la cama ya más calmada al ver su respiración tranquila. Pasaron varios minutos así y seguí ahí, con miedo de que si me movía podía pasarle algo y yo no podría vivir con el cargo de conciencia.

Bajé la vista a mis manos y noté que tenían leves rastros de sangre, suspiré levantándome y caminando al baño. Decidí que mejor iba a mi habitación asignada en este estúpido encierro y me cambiaba de ropa.

Tragué el agua cuando un ruido llamó mi atención, dejé el plato de lado junto a los cubiertos y el vaso, levantándome con cautela y caminando hacia donde venía el ruido. La voz de Jimin se escuchaba débil y baja pero aún así podía escucharla desde la sala. Ingresé a la habitación y noté que estaba temblando y se me retorció el estómago ante la sensación de verlo así.

Su cabeza se movió hacia la derecha y la izquierda, mis manos temblaron cuando me acerqué hasta quedar sentada a su lado. Susurraba un nombre, Hanna, ¿Quién era ella y porqué la llamaba tanto? Esa pregunta rondó mi mente mientras ponía la mano en su frente, tenía fiebre, demasiada y ya me estaba poniendo nerviosa de nuevo.

-Si tan solo e-estuvieras a-aquí- mi ceño se frunció ante dicha frase y dejé el paño con agua en su frente.

-Jimin- susurré luego de un rato en que se había mantenido en silencio y solo respiraba con dificultad. Le había dado un paracetamol para bajar la fiebre y con mucho trabajo lo había tragado, agradecía haber tenido agua cerca para que tomara.

-Necesito despedirme de ella para siempre - la frase sonó clara cuando lo dijo, sin dificultad y moví la cabeza sin comprender mucho, tenía fiebre, es obvio que dice cosas sin sentido, me dije tratando de sacar ese nombre de mi cabeza.

-No hables más, debes descansar - la fiebre había bajado notablemente, pero aún así estaba débil.

Pasaron varios minutos hasta que sus ojos se abrieron con dificultad, como si le molestara la luz y sonrió, una sonrisa pequeña, pero tan bonita, esos labios se veían tan suaves y carnosos. Respiré profundo ante el impulso de querer hacer algo más que mirarlo y mis manos sudaron por los nervios.

-¿Alguna vez te han dicho que eres hermosa?- si no fuera por la fiebre diría que hay dos Park Jimin.

-Ya d-deja eso- apreté los labios nerviosa y luego mordí el inferior sientiendo el ambiente pesado.

-A-acércate- su voz decayó cuando hablo y sus ojos parpadearon lento, casi cerrándose de nuevo.

-Dios, realmente eres insoportable - quería creerlo yo misma, pero el sonrojo en mis mejillas era muy notable al igual que las cosquillas que estaba sintiendo en el cuerpo.

Su mano tiró de la mía con fuerza.

-Te he dicho que te quiero cerca - sus ojos se abrieron y mi respiración se estancó, estaba casi encima de él y muy pero muy cerca. Algo de mí se movió, una sensación cálida que nunca había sentido llenó mi pecho.

-¿Tanto?- murmuré sin dejar de verlo con el corazón acelerado tanto que temía que el lo escuchara.

-¿Qué tan cerca sería si te beso?

Casi me ahogo con mi saliva cuando pronunció eso, traté de alejarme aunque era imposible y maldita sea, sea veía tan atractivo y dominante que por un momento quise sentir su boca. Sacudí la cabeza negando y respirando agitada.

-No hables idioteces.

-¿Querer comerte la boca es una idiotez?

Ahora sí me había dejado sin palabras.

Ahora sí me había dejado sin palabras

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Qué tal el final??

No es por dar spoiler pero se van a quedar con las ganas 😂.

Ojalá a Jimin le de fiebre todos los días jejeje.

Nos vemos en otra actualización. Recuerden el voto y el comentario, estaré leyendo sus opiniones. Si ven errores ortográficos pueden decírmelo en algún comentario y así lo corrijo 🥺.

El hilo rojo de la Mafia  •PJM• Where stories live. Discover now